A casi un año de haberse registrado el nivel más bajo de las últimas cinco décadas, el río nuevamente bajó y alcanzó niveles críticos. En tanto no aparezcan las precipitaciones necesarias por encima de lo normal no podrá recuperar su caudal.
Después de haber mostrado un repunte, y a casi un año de haberse registrado los valores más bajos de los últimos 50 años, el río Paraná volvió a descender, lo que genera preocupación ante las escasas perspectivas de lluvias que existen para la región a pesar de transitar el período húmedo, señaló el ingeniero en Recursos Hídricos, Hugo Rohrmann, en contacto con Radio Facundo Quiroga.
El hidrómetro del Puerto de Barranqueras marcó el 1,65 ayer, según el Instituto Nacional del Agua, y descendió tres centímetros desde el día anterior. Esta bajante se comprende con mayor magnitud al recordar que el nivel de alerta del río en este punto es de 6 metros, mientras que el de evacuación de 6,50 y si se considera que el límite de aguas bajas es de 3,20 metros.
Rohrmann recordó que «nuevamente estamos hablando de temas muy similares al año pasado cuando nos sorprendió una bajante que hace más de 50 años no se registraba, tanto en el Paraná como en el Paraguay; ahora todos los indicios están indicando que nuevamente vamos a una situación similar. El año pasado empezamos a hablar en mayo, ahora estamos hablando en abril, y eso también es preocupante porque la temporada de lluvia en la región noreste del país va entre octubre y abril», precisó y analizó: «Si abril es un mes lluvioso y en el caso de Brasil es algo similar, no están apareciendo caudales importantes, al contrario, están apareciendo valores incluso más bajos que el año pasado en lo que es la parte alta de la cuenca brasileña del Paraná, está claro que eso genera preocupación», reconoció el especialista.
Sin las lluvias esperadas
Ante esta situación, Rohrmann indicó que «aparece la pregunta de hasta cuándo vamos a seguir con este estado, y lo que está sucediendo hoy con las precipitaciones en esa zona de Brasil, que es el corazón de generación de grandes caudales del río Paraná, es que no está lloviendo, hace dos o tres semanas que las lluvias son insignificantes y por eso el río reacciona así, por lo que Itaipú está largando muy poca agua», detalló. «Entonces entramos a mirar las perspectivas de lluvias, esa herramienta que usan los servicios meteorológicos para medir tres meses hacia adelante, y en ese aspecto tampoco es auspicioso el panorama, porque tanto la región noreste del país, este del Chaco, Corrientes y Misiones, el Servicio Meteorológico está diciendo que las lluvias, en este momento que termina la temporada húmeda, van a ser menores que las normales, desde ese punto de vista no hay esperanza de alguna recuperación», aseguró.
«Si vamos a Brasil, que es la zona de mayor generación, están teniendo un panorama similar, porque hay muchos modelos, muchas instituciones, algunos que dicen que van a ser normales las lluvias y otros que dicen que van a ser deficitarias, pero si nosotros queremos que el río Paraná se recupere, no alcanza con lluvias normales, tiene que haber lluvias por encima de lo normal para que la cuenca se humedezca y desde ahí empezar una recuperación de niveles y caudales que por ahora lamentablemente no se ve», describió el profesional.
Fin de La niña
Al continuar con su análisis de situación el especialista diferenció: «Hay dos cuestiones, una es el momento en la cual se están presentando niveles de agua bajas del Paraná que es la época lluviosa, entonces qué nos espera hacia adelante cuando la historia y el año pasado tuvimos las mayores crisis de este comportamiento, entre mayo, septiembre, octubre, período en el que la cuenca recibe menos agua y por lo tanto el río tiene menos niveles y caudal», recordó. «Entonces uno empieza a analizar cuáles van a ser los impactos, y empieza el tema de la navegación, la toma de agua que están trabajando muy exigidas porque el nivel es muy bajo y la bomba tiene que tomar una altura muy grande, una cosa es que trabajen así quince días y otra que trabajen seis meses en esta situación, ahí ya todos los organismos se comienzan a preocupar», ejemplificó sobre las consecuencias de esta bajante. Al mismo tiempo añadió: «El tema de la fauna ítica, que el año pasado generó toda una situación y no ha permitido los niveles del río que eso se recupere, entonces dos años seguidos las consecuencias son claramente mayores en el tiempo, y por supuesto eso crea preocupación», reconoció.
No obstante explicó que «dentro de este contexto aparece un aspecto positivo que es la terminación del fenómeno de La Niña, eso por un lado está generando otro panorama, que es lo que está sucediendo en el Océano Pacífico ecuatorial, la mayor superficie de agua evaporable que tiene el planeta, cuando se da este fenómeno de La Niña las aguas están más frías de lo normal, evapora menos, hay menos humedad, menos precipitación tanto en América Latina como en distintas partes del mundo», explicó. «Ese fenómeno por suerte en otoño va a volver a los valores normales de temperatura con lo cual desaparece uno de los elementos que ha generado la sequía en parte de Latinoamérica, pero también hay que recordar que el año pasado, cuando empezó la bajante, el fenómeno de La Niña no estaba, o sea que no era exclusivo de la cuestión», alertó. «Por lo tanto en ese contexto la situación es preocupante, esta bajante se monta en la bajante del año pasado, acá para que haya una recuperación evidente tienen que empezar a aparecer lluvias por encima de lo normal y, si eso no se da no, el río no puede hacer milagros», aseguró.
tomas de agua
Entre unas de las consecuencias de la bajante que mencionó Rohrmann están las complicaciones en la toma de las plantas potabilizadores de agua y ejemplificó: «En Puerto Iguazú hace una semana estuvieron cinco o seis días sin agua potable, la ciudad de Puerto Iguazú quedó con la bomba en el aire, entonces tuvieron que repetir algo parecido a lo que hicieron el año pasado, poner una bomba móvil y arreglarse con un poco de agua, todo tiende a que si esta situación no fue superada, si la bomba no fue mejorada, sino fueron capaces de generar una nueva toma en un lugar mucho más seguro, más profundo, todas las localidades y ciudades, si esta situación se profundiza y la bajante va a hacia valores menores, van a aparecer situaciones de complicación», anticipó el especialista.
Por otra parte, dimensionó que «en momentos como el año pasado el río Paraná llevaba 10 mil metros cúbicos por segundo, 10 millones de litros por segundo, en el tiempo que tardé en decir esa frase pasaron varias veces esa cantidad, no es que no tiene agua, tiene un montón de agua. Entonces una de las conclusiones que hacíamos es revisar cuál es la ubicación de todas las tomas de agua, principalmente de las grandes ciudades y ver si no es necesario en un plan a cinco años de ofrecer una mejora con nuevas obras», explicó sobre cómo contrarrestar este fenómeno natural. «En el caso particular del Chaco tenemos la toma para alimentar a la provincia en el riacho de Barranqueras, que tiene problemas evidentes de conexión cuando llegamos a esta altura, por lo tanto, llevando la toma al lado del puente General Belgrano, en el propio cauce del río Paraná, si eso se logra vamos a dar un paso muy importante para dar esta garantía de que aún en aguas bajas nosotros vamos a poder tener ese vital recurso», sostuvo el especialista.
«Nosotros estamos en la orilla derecha, cuando uno mira hacia agua abajo, por donde circula el río Bermejo que tiene el problema de los sedimentos, porque es un río que lleva un montón de sedimentos con algo de agua, y lamentablemente se recuesta sobre la costa chaqueña, el hecho de que se lleve la toma al puente no va a cambiar en demasía la cantidad de sedimentos, pero sí mejora notablemente la calidad del agua, no es lo mismo el escaso caudal que entra por el Paraná, más la descarga del río Tragadero y del río Negro y a 500 metros agua abajo poner la bomba, que me obliga a utilizar muchos más químicos para tratar de potabilizar el agua que viene con contenidos de contaminación que no son apropiados. Ahora, si yo tomo el agua del Paraná donde hay mucho más caudal y oxigenación ese aspecto lo mejoro claramente. Esa es la necesidad que tiene Sameep de llevar la toma desde Barranqueras hasta el río Paraná», destacó.
Persistencia hasta junio
Según el informe del Instituto Nacional del Agua, en el río Paraná, en esta zona y durante marzo, predominaron fuertemente las anomalías negativas de lluvia, el caudal de ingreso al tramo continúa disminuyendo de manera acotada.
La tendencia climática regional indica la presencia de un escenario hídrico inferior a lo normal, por lo menos hasta junio. Se observa un comportamiento similar al ocurrido en la misma época en 2020. Este mes podrían volver a observarse valores mínimos. El nivel en Corrientes se mantuvo en franco descenso durante la primera quincena del mes, el mínimo se observó el día 16/mar próximo a 1,96 metros. Luego comenzó un leve ascenso respondiendo a la presencia de lluvias en la región y al caudal que ingresó al tramo, de esta manera finalizó el mes con oscilaciones en torno a 2,50 metros, siendo esta cota inferior al límite de aguas medias.
Ya la primera semana de este mes se observa el retorno al descenso, comportamiento que prevalecerá. El promedio mensual en Corrientes de 2,38 metros se encuentra 1,79 por debajo del promedio de los últimos 25 años. De acuerdo a la perspectiva meteorológica se espera que el nivel se mantenga en aguas bajas en un rango acotado (1,50 a 1,80 metros) por lo menos durante la primera quincena de abril.