La licenciada en Psicología Josefina Bittel fue consultada por Radio Nacional Resistencia por el consumo de alcohol en la adolescencia. La especialista explicó que «esto es algo que viene preocupando hace bastante, en todo el mundo, y lo denomina consumo episódico de alcohol, se ha hecho un montón de estudios específicos que pudieron demostrar que los jóvenes, los adolescentes que comprenden la franja de entre 13 a 17 años, suelen tener con frecuencia lo que se denomina ingesta excesiva en una sola vez. Es decir que la mayoría reconoció a través de encuestas que al menos una vez al mes existe un episodio que generalmente se da en la nocturnidad, con sus pares, en el que se produce ingesta indiscriminada de alcohol», detalló.
Seguidamente dimensionó: «Cuando hablamos de un consumo excesivo se está hablando de cinco tragos o más, que también va acompañada de la mezcla de las bebidas, que componen esta práctica. Que si bien uno puede decir que no es tan grave porque no se da todos los días, que no es una adicción que se sostiene en el tiempo, con impacto en los vínculos, es cierto, es una práctica que se repite una vez cada 30 días, pero tenemos que estar alerta del daño que produce este episodio excesivo, de los riesgos que se pueden presentar en esas situaciones y cómo de alguna u otra manera esto sí se asocia a un consumo dependiente en la vida adulta», advirtió. Asimismo, consideró que «no es algo para tomarlo a la ligera. Por eso existen recomendaciones para los jóvenes», anticipó, al tiempo que reconoció: «Pero por otra parte hay cuestiones que pensar, porque no podemos cuestionar las prácticas de los jóvenes si no nos interpelamos los adultos», aseguró.
de la prohibición
a la regulación
Bittel más adelante recordó que «en la Argentina nos regimos por la Ley 24778 que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18, ahora la realidad es que como adultos y como sociedad manejamos un mensaje sumamente contradictorio respecto al consumo de bebidas alcohólicas. Estas, junto al tabaco y sicofármacos, son los consumos más indiscriminados y menos regulados y que tienen mayor aceptación social», destacó la licenciada. «De algún modo hay todo un trabajo muy fuerte que uno tiene que hacer de interpelación, de construir y de cuestionar, con las publicidades, por ejemplo, en nuestra zona, el norte, el carnaval no es una publicidad de la fiesta, sino que tiene asociado el consumo de cerveza que garantiza pasa una noche divertida», ilustró.
«Por un lado, hay familias, y adultos que asumen una postura sumamente prohibicionista, pero por otro lado nunca falta el vino en la mesa, a veces mantenemos como adulto un discurso muy moralista ligado a las prohibiciones, pero enviamos a los chicos desde pequeños a la despensa del barrio a comprarnos la cerveza», contrapuso la especialista, quien seguidamente explicó: «Si bien no se autoriza el consumo explícitamente, pero no estoy trasmitiendo con claridad el mensaje que aparece muy marcado en la prohibición. A veces, decimos que lo peor del mundo son las drogas y no hacemos un trabajo a conciencia de que los jóvenes no suelen iniciarse en el consumo de drogas duras, pero a los 13 años ya están consumiendo alcohol», comparó. «Entonces es importante que podamos decir que, si bien existen las leyes que deben hacerse cumplir desde las autoridades del Estado, uno también puede pensar en el seno familiar cómo manejarnos dentro de los marcos que corresponden, y poder pasar de una postura prohibicionista a una que regule», sugirió.
«Si vamos a reconocer que de alguna manera que existe el consumo de alcohol, y que al darse por fuera de nuestra regulación puede representar cierto riesgo, entonces se debería hablar con los adolescentes, preguntar desde una postura abierta, sin condenar las respuestas, hay que generar un ambiente de confianza en lo que uno sabe que lo que se dice allí va a ser escuchado para acompañar y no para generar mayor represaría. Poder definir qué tomar, de qué manera, cuándo y dónde, es regular», aconsejó.
Por otra parte Bittel aclaró que «estamos hablando de una modalidad de consumo episódico en exceso, pero de ninguna manera estamos diciendo con esto con son los únicos que toman, la verdad es que el nivel de consumo con dependencia se instala en la etapa adulta de la vida, siempre que pensemos en el consumo joven tenemos que pensar que difícilmente estemos presentado una adicción, estamos hablando de adolescentes de entre 13 y 17 años porque se trata de la etapa de iniciación, el cual representa riesgo porque hay un organismo que está en conformación, se tratan de niños que están transitando la adolescencia, entonces los riesgos tienen que ver por un lado, que todavía necesitan de la asistencia de adultos ante eventuales situaciones de emergencia», detalló.
«Generalmente por más que la pandemia impone aislamiento siempre hay un vínculo con otros presentes, y muchas veces el consumo va a asociado a situaciones de diversión, de juego o festejos. Puede haber excepciones por supuesto, pero por lo generar se da así, en contexto de nocturnidad, o por lo menos de celebraciones que tengan ese tinte de diversión», definió la sicóloga.
Recomendaciones para evitar riesgos
La especialista compartió recomendaciones para este tipo de situaciones: «Si la idea es divertirnos, de qué modo podemos hacerlo cuidándonos, y en eso hay una serie de pautas muy difundida para intentar reducir riesgos y daños y que los adultos también podemos hacer».
Seguidamente enumeró algunos ejemplos: cuestiones que tienen que ver con evitar el malestar físico posterior, o la resaca. No es lo mismo que los jóvenes pueden conocer cuáles son sus límites, dónde el organismo no está respondiendo bien, porque existe el riesgo de malestar, de intoxicación, de sobredosis, y eso pasa cuando uno de alguna manera trasciende sus propios límites, y reconoce que debía haber parado antes; cuando se mezclan bebidas muy fuertes, diferentes entre sí, cuando se consume sin haber comido nada antes, son recomendaciones muy sencillas pero que tienen que ver con poder cuidar de sí y de los otros», aseguró y añadió: «Si vemos que alguien vino en moto en la juntada, y realmente tomó mucho, no lo dejemos manejar, o si salimos todos juntos, buscar un conductor designado, si estamos en una casa no dudemos en que si alguien se descompone es necesario que convoquemos la asistencia de un adulto, o del servicio de emergencia, y mientras poner a la persona de costado para que no se ahogue con el vómito, son pautas muy sencillas que significan estrategias de cuidados en las situaciones de consumo», precisó.
Al mismo tiempo advirtió: «Es preocupante si este consumo siempre tiene que estar presente, hay que pensar que está pasando si no se pueden divertir de otro modo o alternativa facilite la juntada y el encuentro. Y si además ese consumo siempre termina en la alcoholización, porque no es sólo consumir un vaso de cerveza sino llegar al grado de alcoholización», diferenció.
También recordó que «todo consumo de sustancia, representa de alguna manera un riesgo, quizás el riesgo está asociado a las situaciones que pueden verse involucradas, por ejemplo, los accidentes de tránsito, que a veces suele pasar esto de no dimensionar en dónde está el riesgo, está en el alcohol, que en sí mismo daña, pero también en toda la pérdida de capacidad de autonomía o regulación propia que uno tiene para las situaciones de la vida», añadió. «Entonces los accidentes es un riesgo, las situaciones de violencia que uno puede quedar expuesto, no significa que se pongan violentos sino también no poder defenderse, no saber cómo volver a casa. Entonces no es solo si el alcohol me daña el intestino, sino se cómo volver a casa, necesito que alguien me cuide, y mis amigos están todos en el mismo estado, nos ponemos en riesgo». Bittel aconsejó así «poner al tanto de lo que hace a los contextos y en este sentido promover tipo de prácticas de cuidados con los pares, que son importantes tenerlos en cuenta haya o no haya consumo, pero sabemos que esos riesgos se magnifican cuando uno se encuentra en estado de intoxicación».
Por último la especialista reflexionó: «Si nos detenemos a pensar en las pautas que mencioné tienen que ver con el peor de los viajes, hay publicidades interesantes, son spot preventivos que de alguna manera pone en contrataste como uno cree que se ve, como se siente, y como ven los demás y se escenifica lo que se imagina o se vende como algo divertido como una situación humillante, de violencia, o ridículas o de exposición, en situaciones que uno nunca quisiera que otros lo vieran, y a veces el consumo excesivo termina llevando a esos lugares. Y de eso es importante que hablemos, uno puede no tener recuerdos, pero al día siguiente al hablar con los amigos se da cuenta que la situación no estuvo buena, entonces si el objetivo es divertirnos, pensemos como nos divertimos todos, y asegurarnos de cuidarnos entre todos», finalizó.