La bajante del río Paraná ya es histórica, no solo por los escasos niveles que alcanza su caudal, sino también por su persistencia: se ha prolongado por casi 700 días y si bien tuvo momentos de alivio, un nuevo descenso podría establecer otro récord que vuelve a encender alarmas. Esta situación no solo está afectando la actividad económica de la región, debido a que repercute directamente en la navegabilidad, utilizado para el transporte de la producción primaria y la pesca comercial, sino también que comenzó a afectar la provisión de agua potable en diferentes localidades, e incluso también al medio ambiente con un impacto directo en la fauna íctica.
Según el reporte de la Administración Provincial del Agua (APA), la altura en el hidrómetro de Barranqueras fue de 0,95 metro el pasado 3 de junio, con tendencia descendente. Mientras que en Corrientes la situación es peor: 0,86 metro, también en baja.
Uno de los factores que más han determinado esta bajante histórica del río Paraná es la falta de lluvia en las cuencas del río Iguazú, y que afecta a los afluentes Paraná y Paraguay, e incluso al Bermejo, en la región chaqueña, que ha sido un problema persistente hace más de un año, y según los informes meteorológicos no se revertirá en el corto plazo. A su vez, las represas de Brasil en estos momentos no cuentan con las reservas de aguas necesarias para realizar descargar especiales, como se hizo el año pasado para paliar la problemática. Las represas en Brasil estaban en el promedio de embalse de 42%; por su parte, Yacyretá, que en enero pasaba 13 mil metros cúbicos por segundo de agua, viene bajando hasta los 6 mil.
La semana pasada se había conocido el acuerdo para que la represa Itaipú abra sus compuertas y el caudal pueda subir. En esos días subió mínimamente alcanzando el metro y medio, sin embargo, esta medida culminó el 31 de mayo y el río bajó rápidamente.
persistencia
de la baja
El vocal de APA, Gustavo D’Alessandro, en contacto con radio Provincia, días atrás, anticipó que, según el Instituto Nacional del Agua, a partir del 8 el nivel del río en el Puerto de Barranqueras estaría muy por debajo del metro, y podría alcanzar los 70 centímetros. Sin embargo, advirtió que esta falta de lluvias no solo impacta en la altura de los ríos: «Más del 75% del territorio chaqueño está teniendo déficit de humedad en los suelos». Esto implica «en las localidades del interior problemas en el abastecimiento de agua potable, en el sector agrícola y, sobre todo, en el sector ganadero que consume mucha agua», reconoció.
También agregó que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en sus proyecciones, informó que habría precipitaciones deficitarias en los próximos meses, lo que perjudica aún más la situación hacia adelante. Además, las lluvias esperadas no solo deben ser importantes, sino que se deben generar en las altas cuencas para que haya mejor caudal, las precipitaciones en la región «no tendría ningún tipo de impacto en los ríos de afluencias».
Por su parte, el ingeniero Hugo Rohrmann, jefe de Estudios Básicos de la Administración Provincial del Agua (APA), aventuró un plazo y señaló que el escaso caudal continuará por lo menos hasta agosto o septiembre de este año, cuando se den las temporadas de lluvias en la zona, según replicó el portal Chaco Día por Día.
El especialista recordó que las temporadas de otoño e invierno por lo general son de bajas lluvias en la región, sin embargo, las estimaciones meteorológicas también señalan precipitaciones por debajo de las medias históricas para este período. «Con lo cual nos quedan tres o cuatro meses más hacia adelante con esos inconvenientes que han generado la bajante del año pasado y la que ahora vuelve a impactar en la navegación, tomas de agua y reproducción de peces.
Y en la generación de energía hidroeléctrica, especialmente para Brasil, que depende de eso para su producción de energía», comentó el técnico.
«Es esperable que siga bajando. El tema ahora es cuándo se va a recuperar. Eso va a estar asociado a la nueva temporada de lluvias que llegarán hacia agosto, septiembre y octubre de este año», indicó.
impacto comercial
Así como el año pasado la altura del riacho de Barranqueras no permitió el ingreso de barcazas con combustible que proveen a toda la región. En puertos con mayor actividad comercial como el de Rosario, el nivel del río no permite que los barcos salgan a carga máxima. La altura actual es de 90 centímetros, cuando lo habitual para esta época es 3,5 metros. Esta pérdida de profundidad que presenta la hidrovía genera complicaciones importantes en la navegación de los buques y, por lo tanto, pérdidas en su capacidad de carga. Según estimaciones oficiales, durante mayo los barcos deberían cargar un mínimo de 7,2 millones de toneladas de trigo, maíz y harina de soja, sin embargo, como consecuencia de la bajante se reducirían en casi 730 mil toneladas. Esto coincide además con un momento clave para la actividad agroexportadora argentina, ya que se da con el inicio de la temporada fuerte de exportación de buques cargados con productos agropecuarios hacia al mundo. Desde Rosario se embarca cerca del 80% de las ventas al exterior de granos y derivados en la Argentina.
Frente a esta situación compleja se están llevando adelante tareas de sobredragado para compensar el bajo nivel del río Paraná en el menor plazo posible con el fin de aminorar el impacto de este fenómeno y facilitar el tránsito fluvial.
Para lograrlo se dispusieron cinco dragas, para trabajar todos los días de la semana y las 24 horas del día con el propósito de garantizar la mayor navegabilidad del río y colaborar con el sector productivo y exportador a mantener su caudal de actividad, tan necesarios en este momento.
impacto ambiental
Pero los problemas de la bajante no terminan ahí, sino que además la situación se vuelve muy compleja para la fauna íctica (conjunto de especies de peces).
De acuerdo al ambientalista Luis Martínez, oriundo de Corrientes, ya hace «700 días que el descenso del río Paraná está provocando una amenaza para la fauna local».
Por su parte, si bien Silvia Arranz, directora del Laboratorio Mixto de Biotecnología Acuática del Centro Científico, Tecnológico y Educativo Acuario del Río Paraná, entendió que lo que más le preocupa de esta bajante es su extensión, ya que que no se regulan ni disminuyen las actividades realizadas por el hombre, como la deforestación, la pesca y la agricultura. «Que las cosas sigan como si nada pasara pone en jaque a los peces, en situación crítica desde 2019, y a toda la cadena que los sustenta. La bajante influye en las aguas calmas, es decir lagunas y riachos que en este momento se secaron, perdieron conectividad», relató.
«Por otro lado, hace que las especies en el canal principal se vean más amenazadas porque el volumen de agua es menor: la presión o el estrés que están sufriendo esas especies es grande», concluyó la especialista.
Amparo de ambientalistas
Los primeros días de mayo grupos ambientalistas de varias provincias presentaron un pedido de amparo a la Suprema Corte de Justicia para que se implemente un plan de gestión para el cuidado del agua sobre la cuenca del río Paraná.
La demanda se encuentra en estudio por parte de la procuradora general de la Nación, Laura Monti, para determinar la competencia originaria del máximo organismo de Justicia.
De esta forma se busca regular «la actividad agroindustrial, incluidas las obras proyectadas en el marco de la nueva concesión de la hidrovía y considerar como base toda la información científica disponible para avalar la necesidad de un programa de reducción de uso de agrotóxicos y de reconversión en la producción agroalimentaria hacia la agroecología en toda la cuenca», explicó el abogado y coordinador de la demanda, Fernando Cabaleiro, a través de un comunicado oficial.
Además, los ambientalistas solicitaron que, previa audiencia pública, se exhorte a las provincias que están surcadas por el río Paraná a realizar una gran concertación federal para la conformación de un comité o autoridad de cuenca con participación ciudadana inclusiva en términos del artículo 3 de la Ley 25688 que establece la indivisibilidad de las cuencas hídricas.
En la demanda también se deja constancia de que tanto el Paraná, uno de los pocos ríos de la Argentina que aún no cuenta con un Comité de Gestión.
«En simultáneo con este fenómeno natural se dieron sistemáticamente quemas intencionales para la producción agropecuaria en las islas y humedales que forman parte de su ecosistema, con la consecuente proliferación de cianobacterias y mortandad de peces. Esto último relacionado con las más de 600 millones de litros/kilos de agrotóxicos y más de 5 mil millones de l/k de fertilizantes sintéticos que demanda el agronegocio en la Argentina», reza el escrito.