«Afortunadamente, funcionaron los protocolos, estaba la mochila con el desfibrilador y la gente con el entrenamiento necesario. Con la primera descarga se revirtió el paro cardíaco», destacó Carlos Márcico sobre lo ocurrido en la Eurocopa. En diálogo con Radio Provincia, el médico deportólogo resaltó que «no está demostrado (desde el punto de vista científico) el vínculo entre el nivel de entrenamiento en etapas formativas y la muerte súbita». Sin embargo, «siempre la prudencia salva vidas», marcó, indicando que los esfuerzos físicos extremos en la alta competencia «no son necesarios».
Sus conceptos se asocian a un hecho que conmovió al mundo el pasado fin de semana, cuando Christian Eriksen, jugador de la selección nacional de Dinamarca, sufrió un desvanecimiento repentino en el partido que, por la Eurocopa, jugaba con Finlandia. El centrocampista, que juega en el Inter de Italia, continúa internado, estable y, según se informó oficialmente, se le seguirán realizando distintos tipos de estudios.
Justamente sobre las máximas exigencias a los que son sometidos deportistas de elite, el médico reflexionó: «El ser humano, la ciencia y los deportes todavía no han llegado a sus límites porque, de hecho, los récords en los deportes individuales se siguen superando. Y en el fútbol también. Hay registros donde jugadores han corrido 16 kilómetros, muy por encima de los 6-8 kilómetros que se corrían hace 30 años (por partido). Y seguramente aparecerá algún técnico que creará otra cosa y se correrá más rápido o en mayor distancia». Así, resaltó «el nivel físico de los jugadores, en equipos que tienen tres partidos en siete días».
protocolos
y personas entrenadas
«Afortunadamente, funcionaron los protocolos, estaba la mochila con el desfibrilador y la gente con el entrenamiento necesario. Con la primera descarga del desfibrilador se revirtió el paro cardíaco. Es algo que se deberá imponer en algún momento en todas las canchas», subrayó Márcico sobre el dispositivo técnico y humano que logró revertir la «muerte súbita» del centrocampista danés.
Sobre situaciones como la ocurrida en la Eurocopa, el profesional comentó dos posturas desde el aspecto médico: «Una posición se apoya sobre estudios antiguos a repetición y controles semestrales o anuales para ir certificando un estado de salud suficiente para aguantar los esfuerzos a los que son sometidos los jugadores. Y otra postura, muy americana, en base a estadísticas, indica que la muerte súbita en el deporte tiene una muy baja incidencia y hemos comprobado que los países donde se hacen los estudios necesarios tienen más o menos los mismos valores, por lo tanto, en Estados Unidos no piden ni un electrocardiograma».
Fue más allá y explicó: «Hay patologías cardíacas que predisponen a la muerte súbita, que tienen que ver con una dinámica del ventrículo izquierdo y una obstrucción a la salida de sangre por la arteria aorta, que se pueden detectar. Incluso hay un patrón genético de quiénes pueden sufrir arritmias severas, que es otra causa de muerte súbita, y que en estudios electrocardiográficos y ergometrías dan normales, pero hay un patrón genético que podría determinar si la persona es candidata a sufrir una arritmia severa».