Empresarios reconocen la falta de visibilidad y de acceso a los lugares de toma de decisión en el sector.
Las mujeres que se desempeñan en los distintos ámbitos de la agroindustria son muchas, aunque poco visibles y una escasa minoría en las organizaciones. A pesar de que representan más de la mitad del alumnado de carreras vinculadas al sector, acceden apenas a entre el 5% y el 15% de los cargos donde se toman decisiones, según diferentes fuentes.
Estos datos fueron proporcionados y analizados en el panel “La mujer como motor de crecimiento en la agroindustria”, en el marco de un ciclo de charlas virtuales organizado por IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina).
“La mujer juega un papel fundamental en la agroindustria. A mí me hace un poco de ruido que haya que justificar tanto el por qué. Hay muchas publicaciones que indican que los equipos mixtos tienen mayor productividad”, señaló Silvia Taurozzi, exCEO de la compañía Dreyfus, directora de la Fundación Irradia e integrante de la Red Mujeres Rurales.
Y agregó: “Estamos hablando de producir alimentos, de seguridad alimentaria, del cuidado del ambiente, entonces ¿cómo no aportar la mirada femenina?. Habría una inconsistencia si pensamos que en las decisiones que se toman en la agroindustria, la mujer, la mitad del mundo, no está presente”, agregó.
Por su parte, Mariano Bosch, cofundador y CEO de Adecoagro, opinó que el agro tiene “un punto pendiente” en cuanto a los espacios que se abren para las mujeres. “Yo soy ingeniero agrónomo, tengo 52 años y cuando empecé a trabajar en el 95% de las reuniones éramos un 100% hombres. Era una realidad absoluta hace 25 años; hoy hay un gran porcentaje y todavía en algunas son todos hombres”, relató. Al tiempo que reconoció: “En nuestra propia empresa, actualmente, a veces somos cuarenta hombres y una mujer”.
La mujer cumple un papel central en el agro pero la realidad indica que no tiene suficiente visibilidad ni igualdad de oportunidades de acceso a numerosos puestos de trabajo. “Hay un déficit relevante, tenemos que ponerlo con claridad sobre la mesa”, manifestó Bosch. “Tienen que tener un rol relevante, cuando aparecen hacen una diferencia super importante y son fundamentales”, destacó el ingeniero.
En tanto, hizo una autocrítica sobre su propia compañía: “Somos 9.000 empleados y solo había un 10% de mujeres hasta hace cuatro años, el 99% en el interior de Argentina, Uruguay, Brasil, eso pasa en el mundo”, contó. Por eso, consideró que “se debe trabajar en un proceso de transformación” que desde hace cinco años llevan adelante en Adecoagro para revertir la situación.
Cupo: ¿sí o no?
Consultados acerca de la necesidad de establecer cupos laborales femeninos, Taurozzi relató: “Mi opinión fue cambiando en cuanto a la meritocracia, es decir la suma de la educación más el talento y el esfuerzo para llegar, porque después te das cuenta de que no todo el mundo accede a las mismas oportunidades. Así que se requiere alguna ayuda, a veces en forma de cupo o con algún programa, y a veces la cultura de la empresa ya está y no es necesaria”.
Para Lorena Basso, presidenta de Basso Semillas y de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), “todavía hay pocas mujeres en los puestos de decisión, solo un 10% a 15%, esos lugares están ocupados mayoritariamente por hombres que tienen la tendencia de buscar pares para completar los cuadros, donde se sienten cómodos, son sesgos inconscientes”. Por eso, en su opinión “el cupo tiene que ser una medida temporal para permitir el acceso de las mujeres a esos puestos, una bisagra que abra esa puerta para que entren, pero tienen que ser ocupados por mujeres talentosas que hagan la diferencia. Y mujeres preparadas hay”.
Aunque en un inicio Bosch no estaba a favor, más tarde vio que era necesario “poner un cupo rígido porque si no, no había forma de cambiar” la cultura empresarial. Ahora, “llegamos a la conclusión de que tenemos que tomar una actitud propositiva estableciendo algunas normas a cumplir. Por ejemplo, dispusimos que no puede haber ninguna terna en una contratación, en la que no haya mujeres”, explicó. Y expuso un caso ocurrido en su compañía, donde gracias a esta regla contrataron a una mujer para un puesto históricamente masculino, ya que su perfil se ajustó mejor a la demanda que el de sus dos competidores varones. “Tenemos que forzar la vara porque nos faltan años para llegar al 30% o 50% de mujeres”, remarcó.
Asimismo, llamó a “ser conscientes de que necesitamos generar un espacio porque nos hace equipos mejores, vemos más empatía, más sensibilidad, más creatividad en los ejemplos que tenemos”, dijo.
Según Taurozzi, “tiene que haber una férrea decisión de las organizaciones para permitir el acceso de las mujeres a los puestos de toma de decisión, una toma de consciencia, un plan para el cambio y compromiso, porque la capacidad está”. De acuerdo con la empresaria, en una encuesta a instituciones de la agroindustria argentina realizada hace tres años, pudieron determinar que solo el 5% de los puestos directivos correspondían a mujeres.
A pesar de que la ocupación de espacios por parte de las mujeres en todas las áreas va creciendo, queda todavía un muy largo camino por recorrer. “Hay que promover una cultura inclusiva dentro de las compañías, derribar sesgos y prejuicios, que los CEO, los directivos y la gente de Recursos Humanos se animen a subir mujeres a esas posiciones”, sostuvo Basso.