A lo largo de la pandemia, se utilizó la tecnología como aliado para múltiples beneficios. Uno de estos tiene que ver con la limpieza. El temor a contraer el virus impulsó el teletrabajo y la educación a distancia, pero también alejó a muchos de la labor de desinfección, una de las más riesgosas. Frente a ello, se desarrollaron tecnologías capaces de hacer este trabajo.
En casa, las familias optaron por limpiar con productos a base de jabón o detergente para reducir la presencia de gérmenes en las superficies y el riesgo de infección por contacto. Otro de los productos que destacó por su uso fue la lejía que resultó eficaz para eliminar manchas y bacterias.
En varios países, como España y Estados Unidos, empezó a utilizarse la radiación UV-C para este trabajo. Al tratarse de una tecnología limpia, no corrosiva y de bajo costo, pudo emplearse con éxito. Al respecto, en Argentina, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) desarrolló diversos prototipos modulares para diferentes ambientes, como centros de salud, oficinas, supermercados, entre otros, como instrumento para reducir el contagio.
En el caso de los espacios con equipos de climatización, el módulo se montó sobre la toma de aire del equipo, de forma que el aire de la habitación reciba una dosis adecuada de radiación UV-C. Como resultado, disminuyó la carga viral del aire. Para aquellos ambientes sin sistemas de climatización, se diseñó un plafón para la parte alta de las habitaciones, acompañado de un ventilador que fuerza al aire a atravesar el túnel de luz UV-C.
Los encargados del proyecto precisaron que el objetivo principal consistía en realizar un dispositivo universal, un prototipo básico que sea capaz de adaptarse a las características propias de cada ambiente, en el cual pueda aplicarse las dosis de radiación necesarias y, de este modo, reducir la carga viral o eliminarla.
Otra de las aplicaciones estuvo dirigida al uso de módulos en ambulancias con control electrónico de encendido y apagado automático. Para el uso de esta tecnología, los encargados del trabajo indicaron que la eficacia radica en el conocimiento sobre la dosis de radiación necesaria, lo cual se refrendó con los antecedentes de estudios científicos realizados previamente. En ese sentido, la precisión de la dosis es esencial no solo para garantizar la descontaminación de los espacios, sino porque no todos los materiales tienen la misma reacción ante la irradiación UV-C.
El proyecto tuvo un financiamiento de casi un millón de pesos, aportados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, en el marco del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología.
La propuesta fue escogida por la cartera de ciencia de Chaco para apoyar las estrategias de prevención, control y monitoreo del covid-19.