El nuevo Presidente del alto Tribunal no es del agrado de Alberto ni de Cristina, y tampoco del macrismo, pero logró consenso entre sus pares para suceder al actual Presidente. Curiosamente, los dos ministros designados durante el Gobierno de Cambiemos serán las principales espadas del Tribunal. Rosenkrantz, que intentó hasta el final su reelección, terminó convalidando la elección de Rosatti, aunque quedó en la línea sucesoria como Vicepresidente 1º. En la agenda de la Corte hay temas de gran trascendencia institucional, además de emblemáticas causas de corrupción. La decisión se tomó en ausencia de dos ministros que intentaron sin éxito abortar la reunión. La ruptura de la alianza Lorenzetti-Maqueda posibilitó el golpe de timón que se dio ayer, con el cordobés como artífice principal de una movida que produjo un fuerte impacto en el mundo tribunalicio y político.
Una jugada de ajedrez terminó con las esperanzas de Ricardo Lorenzetti de volver a la Presidencia del Tribunal, que ejerció en cuatro periodos consecutivos desde 2007 a 2018, hasta que otro golpe palaciego lo desplazó entronizando al actual titular con el apoyo de Highton y Rosatti.
Importa recordar que, hasta fines de 2006, Petracchi presidió el Tribunal y fue el legendario Carlos Fayt el gran titiritero que posibilitó el ascenso de Lorenzetti, que fue votado por todos menos por Petracchi, quien, sin embargo, no aspiraba a continuar al haberse pronunciado ya antes por la inconveniencia de la reelección, más allá de que él mismo fue Presidente en la década del 90.
EL PERFIL
DE ROSATTI
Rosatti llega a la Presidencia aun con la resistencia del kirchnerismo y del macrismo, que en conjunto intentaron viabilizar un proyecto para modificar la ley, estableciendo que la Presidencia debería ser para el ministro más antiguo. Consideraron para ello que ni Highton, ni Maqueda querrían el cargo por lo que, en los hechos, era una ley a medida de Lorenzetti.
La estrategia se abortó cuando el ministro Maqueda, que llegó a la Corte de la mano de De la Sota -en 2002, durante el gobierno de Duhalde- y que varias veces declinó la posibilidad de presidir el Tribunal anunció que, de aprobarse la ley, aceptaría hacerse cargo de la titularidad del Tribunal.
Con 65 años, Rosatti es un juez que viene de la política, aunque exhibe intachables pergaminos de una larga carrera académica. Fue además Procurador General del Tesoro de la Nación y Ministro de Justicia en el Gobierno de Néstor Kirchner, aunque renunció por no querer firmar una licitación relacionada con las cárceles, a las que hizo observaciones.
En 2016, Mauricio Macri propuso dos ministros para cubrir las vacantes de Carlos Fayt y de Eugenio Zaffaroni, ambos renunciantes. El origen peronista de Rosatti facilitó que el Senado otorgara acuerdo a ambos. Desde entonces, se insinuaron sus aspiraciones de conducir el Tribunal en una dura interna con Lorenzetti, lo cual no impidió que la triada de origen peronista (Maqueda, Rosatti y Lorenzetti) se erigiera en un polo de poder dentro de la Corte, que se evidenció en algunos fallos, y en la decisión que vació de poder a la Presidencia, al quitarle la facultad de designar y remover personal para lo cual se dispuso la necesidad de juntar tres firmas.
LA AGENDA
DE LA CORTE
Al Gobierno nunca le cayó bien la posición de Rosatti en decisiones fuertes como las vinculadas a Milagros Sala, Amado Boudou, la presencialidad de las clases en Capital o el rechazo al pedido de interpretación que hizo Cristina en relación a la virtualidad de las sesiones. La política nunca se acomodó al nuevo funcionamiento -muy horizontal- del Tribunal. Aun con críticas, preferían el estilo Lorenzetti, que había con quien conversar.
Entre los temas pendientes, la decisión en torno a la composición del Consejo de la Magistratura, que tiene una importancia fundamental en la relación de fuerzas entre oficialismo y oposición. También, el reclamo por el recorte de fondos a la Ciudad de Buenos Aires, amén de las causas de corrupción.