Australia relanzó el viernes de forma espectacular la saga en torno a la expulsión de Novak Djokovic tras anular de nuevo la visa del número uno del tenis mundial, que no será deportado hasta que la justicia se pronuncie el lunes.
El juez del Estado australiano de Victoria encargado de examinar el recurso de Novak Djokovic contra la anulación de su visa, se declaró este viernes incompetente y derivó el caso ante la justicia federal australiana, lo que retrasará su desenlace.
El juez Antony Kelly tomó esta decisión pese a las objeciones de los abogados del jugador serbio, número uno mundial, que temen que esta decisión del magistrado demore la resolución del caso, cuando faltan tres días para que comience el Abierto de Australia.
Así la situación se convierte en un episodio histórico para el tenis de alta competencia y aún no se sabe si Djokovic, número uno del mundo, podrá jugar el Abierto de Australia, que ganó nueve veces.
La decisión de revocar la Visa del serbio implica que el tenista tendrá prohibida la entrada al país durante tres años.
Pero la Justicia frenó la resolución y ahora el lunes decidirá la suerte de Djokovic, que podría tener que marcharse de Australia o bien permanecer y debutar el martes en el Grand Slam, tras semanas de feroz ajetreo.
El público australiano parece estar de acuerdo con su gobierno. Una encuesta citada por el diario Herald Sun, de Melbourne, afirma que antes de la noticia de la cancelación de la visa el 84% del total de los consultados quería que Djokovic fuera deportado
Djokovic reconoció esta semana «errores» en medio del escándalo. En un comunicado concedió que la declaración de viaje entregada a las autoridades contenía información falsa, pero alegó que fue rellenada por un miembro de su equipo.
También admitió haberse equivocado al reunirse con un periodista del diario francés L’Equipe el 18 de diciembre aun sabiendo que estaba infectado por coronavirus.