Los elevados precios internacionales de los granos han ocupado buena parte de la agenda económica desde que en febrero Rusia invadió Ucrania y se exacerbó el aumento de los commodities, que ya venían creciendo desde mediados de 2021. Este aumento hizo que parte de la opinión pública diera por sentado ganancias extraordinarias para los productores, soslayando que este avance en las cotizaciones aparejó también un fuerte salto en los insumos y costos de producción.
Un informe del Movimiento CREA detalló que para sembrar los cultivos en la nueva campaña se requerirá hasta un 50% más de capital del que se precisó en 2021/22. El piso de la suba no es bajo: 20 por ciento. Se verán más afectados los cereales de invierno, donde el aumento en fertilizantes y fitosanitarios se da en torno al 80% y las semillas cerca del 30 por ciento. “Los mayores incrementos en los precios de insumos sucedieron posterior a la siembra del ciclo pasado”, subrayó el informe.
En el caso del trigo y la cebada, los valores de las labores subieron 13%, las semillas 31%, los fitosanitarios 81% y los fertilizantes 82% respecto a los precios registrados durante la campaña fina anterior. En diálogo con este medio, el líder Área de Economía de CREA, Esteban Barelli, explicó que el abultado aumento de los insumos y costos responde a “un mix entre el aumento del flete internacional, problemas en las cadenas de producción y logísticas, por Covid-19 y la guerra Rusia-Ucrania, la volatilidad en el precio de los commodities, no solo del agro, entre otros. Quizás también tenga incidencia la incertidumbre local por el flujo de importaciones del sector”.
A esto hay que sumarle los factores locales que también presionan los costos al alza. En este sentido, Barelli puntualizó que “los bienes no transables, como los servicios pesificados, la dinámica inflacionaria argentina, sumado al incremento de insumos claves, como los combustibles, hacen que se registren significativos aumentos en la presente campaña, incluso en dólares”.
En el caso de la próxima campaña gruesa, el capital que se precisará para la implantación de soja y maíz no tendrá un incremento tan marcado como el del trigo. Según marca el informe, para los cultivos de verano, teniendo en cuenta la problemática del combustible que se registran en plena cosecha gruesa 21/22, habrá que ver cómo evoluciona el costo de los servicios pesificados. “A la fecha, se proyectan costos de implantación mayores en 2022/23 vs 2021/22, que van del 20% al 30%”.
En este sentido, el trabajo detalló que los costos totales para la soja crecieron un 22%, mientras que para el maíz 25% y para el girasol 30%. En todos los casos, los fertilizantes fueron los que mayores incrementos tuvieron, con subas del 40% en soja y maíz y del 38% en girasol. En el caso de los fitosanitarios, el grano amarillo es uno de los más golpeados, con un salto del 42%, mientras que en el girasol el mayor costo lo representan las semillas, que treparon 42% respecto a la campaña pasada.
Es por eso que Barelli considera que “la gran volatilidad en los mercados y el contexto institucional complejo, hace que las empresas tengan su porfolio a la defensiva” y agregó en ese sentido que para el año que viene la mayoría de los empresarios agrícolas esperan menores precios y resultados económicos”. Así, “reasignar superficies en el plan de siembra y replantear dosis de insumos, de los fertilizantes principalmente, gestiones activas en los bienes de cambio haciendo foco en las relaciones de precios, y posicionarse en activos que permitan defenderse del proceso inflacionario, son algunas de las estrategias planteadas”, concluyó el especialista.
Captura de precios
Por otro lado, teniendo en cuenta el nivel de los precios internacionales de los granos, el informe realiza un repaso de las condiciones locales para poder dilucidar si realmente el agricultor argentino pudo aprovechar la suba de los valores. Para esto, CREA analiza tres cuestiones específicas: el impacto de la sequía, el efecto negativo de los denominados “volúmenes de equilibrio” y el diferencial existente entre los precios locales con en de los mercados externos.
En primer lugar, el impacto de la ola de calor e insuficientes lluvias en el verano 2021/2022 ocasionó mermas de rindes del 11% en promedio y una gran heterogeneidad de situaciones. En este sentido, el trabajo destacó la necesidad de “relevar el impacto final del clima, como así también el contexto local y la capacidad de las empresas para compensar las cantidades perdidas a través de la captura de los actuales precios”.
Por otro lado, el informe hizo mención a los volúmenes de equilibrio establecidos por el Gobierno nacional, que básicamente funcionan para determinar los saldos exportables de los cereales. En este sentido, la entidad marcó que en abril las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) sobre los volúmenes de equilibrio del trigo se ubicaron en el 98% las 14,5 millones de toneladas de la campaña anterior y en el 58% de la 2022/23 que todavía no se sembró, mientras que maíz ya se cubrió el 97% para la 2020/21 y el 91% para la 2021/22. A partir de estos números, la entidad indicó que esta herramienta “implica una condicionante al momento de aprovechar el escenario actual de precios, no solo para las diferentes cadenas de valor agroindustriales, sino también para la economía en general, dado lo importante de impulsar las exportaciones y acumular reservas internacionales”.
En lo que se refiere a la brecha entre los precios locales percibidos por los productores y los internacionales, el detalle aportado por el Movimiento Crea aseguró que la misma sigue aumentando y que hoy existe un desfasaje que va del 55% al 65%. “El contexto institucional local, a través de Derechos de Exportación, regulaciones cambiarias y comerciales, entre otros, disminuye los ingresos en el corto plazo, y la sostenibilidad de las empresas en el largo plazo”, concluyó el trabajo.
Fuente: infobae