El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) presentó la tercera edición del estudio que refleja las formas en que se expresa la discriminación en Argentina.
El Mapa Nacional de la Discriminación es un relevamiento que realiza periódicamente el INADI con el objetivo de producir conocimiento sobre las formas en que se expresa la discriminación en Argentina. El que aquí se presenta actualiza datos después de 6 años (2013-2019).
El carácter federal de este Mapa posibilita realizar diagnósticos más precisos que favorezcan la creación y aplicación de políticas públicas específicas y eficaces. Las distintas ediciones permiten comparar, a su vez, cómo se modificaron las distintas prácticas discriminatorias a través de los años y cuáles son los estereotipos que se mantuvieron socialmente instalados.
Esta tercera edición se elaboró a través de encuestas realizadas a 11.700 personas en sus hogares durante 2019; la situación dada por la pandemia Covid-19 impidió la finalización del trabajo de campo en algunas provincias. Por lo tanto, debe señalarse que esta información no es representativa a nivel país pero sí resulta confiable analizarla en las zonas recolectadas.
Durante la actual gestión se consolidaron los datos a fin de poder presentar desde el Estado este informe único sobre la discriminación en el país hasta antes de las situaciones desatadas por la pandemia.
Lo que revela el nuevo Mapa
Mientras que en 2013 solo un 12% de la población consideraba a la discriminación como vulneración de derechos, en el 2019 un 36% indicó esta respuesta.
Desde el INADI aseguraron que esto significa que muchas personas identificaban, en el anterior relevamiento, a la discriminación como «falta de educación, falta de respeto, burlas o maltrato»; prácticas que, si bien forman parte de distintas dimensiones del mismo fenómeno, no incorporan la mirada de la discriminación como una negación de un derecho mientras que ahora sí.
La interpretación de la discriminación como vulneración de derechos permite dar cuenta de cómo la sociedad ha desnaturalizado ciertas prácticas. La discriminación es identificada por el 72 % de la población, lo que implica que hay un 28 % de las personas que aún mantiene naturalizadas tales situaciones de vulneración de derechos que ocurren día a día en la sociedad.
En particular, este dato adquiere especial relevancia entre jóvenes: de 18 a 29 años un 82% experimentó discriminación, mientras que entre quienes tienen de 60 a 74 años, un 53% dice haber vivido algún tipo de discriminación.
Dentro de las experiencias de discriminación que relatan las personas encuestadas, se encontraron tres grandes grupos de respuestas.
Por un lado, la dimensión étnico-racial, a la que se categoriza como racismo estructural, aparece como el principal tipo de discriminación que sufren las personas por su color de piel, su nacionalidad, su situación socioeconómica, su lugar de origen y su pertenencia étnico-cultural, entre otras.
En particular la discriminación por la situación de pobreza fue la respuesta más mencionada por las personas en las provincias de Chaco, Salta, Santiago del Estero y Tucumán; siendo, además, una situación relatada entre los primeros tipos en el resto de las provincias relevadas.
En cuanto a la dimensión de género, se refleja en un notorio aumento de la percepción social e identificación acerca del fenómeno, así como en las experiencias concretas sufridas y presenciadas por las personas encuestadas. Mientras que en el 2013 las respuestas en torno a la discriminación por ser mujer se encontraban en torno a un 6%, en este estudio se incrementó al 12% de las experiencias sufridas a nivel general y 21% si sólo se tienen en cuenta las respuestas de las mujeres.
En particular, es el ámbito laboral donde las mujeres identifican como principal causa de discriminación a las cuestiones relativas al género.
En tercer lugar, aparece la dimensión de las corporalidades, relativa a la discriminación y violencias que experimentan las personas en base a la imposición histórica y social de un modelo hegemónico de “normalidad”. En este punto, se duplicaron las respuestas de las experiencias de discriminación relativas a las cuestiones estéticas y a las corporalidades gordas.
La mayor cantidad de respuestas de personas que dijeron sufrir discriminación por ser gordas implica que antes tenían naturalizada esa situación, y la aceptaban como “normal”.
Estos primeros datos permiten aventurar la interpretación de que el trabajo de sensibilización es el primer paso para la identificación de las situaciones discriminatorias, para poder avanzar en la promoción de la igualdad en el acceso a derechos.
Dónde ocurre la discriminación
Entre lo que se identificó como los ámbitos discriminatorios, se destacan el educativo y el laboral, seguidos por el barrio y los locales nocturnos (bares, boliches, etc.).
Cada ámbito posee actores y relaciones sociales diferentes que dan lugar a distintos tipos de discriminación. Por caso, se detalló que dentro del ámbito educativo las principales causas de discriminación fueron aquellas relativas a la dimensión de las corporalidades, mientras que en la vía pública se expresaron principalmente las situaciones relativas al racismo estructural. En el ámbito laboral la dimensión del género ocupó el primer lugar de las experiencias.
Por último, dentro del imaginario social sobre los ámbitos donde se presenta la discriminación, crecieron notoriamente las menciones acerca de las redes sociales. Sin embargo, cabe aclarar que no muchas personas expresaron haber vivido esas situaciones en primera persona.
Ante esto alertaron sobre posibles consecuencias que pueden traer el crecimiento de este comportamiento social, los cuales están siendo identificadas por parte de la población como un entorno hostil donde circulan discursos de odio, noticias falsas (“fake news”) y una suerte de cultura del odio (“haters”).