Un grupo de tejedoras de distintos parajes del Impenetrable chaqueño viajó recientemente a la provincia de Santiago del Estero, para participar de tres jornadas de capacitación e integración con sus pares, las “Teleras Sachamama”. Se trata de un grupo de artesanas que organizadas desde el emprendedurismo, utilizan el telar criollo como herramienta para la confección de tejidos elaborados como una fuente genuina de sustento familiar, trabajo independiente y empoderamiento colectivo.
Las Jornadas de Integración y capacitación se realizaron del 23 al 27 de junio en San José del Boquerón, al norte de la Provincia de Santiago del Estero, cerca de la localidad chaqueña de Taco Pozo.
De la interesante experiencia de intercambio de saberes y conocimientos ancestrales que encierran los secretos del tejido, participó un grupo de 8 referentes de la zona integrado por: Leoncia Moreno, Paraje Pozo La Gringa; Servanda Gonzales, Paraje El Pelícano; Aurelia Soraire, Jessica Montes, Vitalina Soraire, de Paraje Santa Teresa; Veda Palavecino, Paraje Las Cañadas; Belén Molina, Paraje Zanja Las Flores y Elodia Palavecino, de Misión Nueva Pompeya.
La actividad se realizó en el marco del programa “Emprendedores por Naturaleza”, que la Fundación Rewilding Argentina promueve para el desarrollo de comunidades de artesanos residentes de la zona cercana al Parque Nacional El Impenetrable. Este programa impulsa el fortalecimiento y puesta en valor de las tradiciones regionales y culturales, a partir de la confección de manualidades campestres con proyección urbana, como las artesanías en distintos elementos como el tejido en lana cruda, cerámicas, madera y cuero.
La Coordinadora Regional del programa de Comunidades, Fátima Hollmann destacó que este tipo de experiencias de intercambio, fortalecen el espíritu de trabajo grupal, amplían nuestra perspectiva del mundo y contribuyen a la construcción de la autoestima.
La programación a lo largo de las tres jornadas incluyó una presentación de las tejedoras chaqueñas en un programa de radio, donde contaron sus experiencias y expectativas; charlas de integración, en las que se abordaron temas como la obtención de la materia prima, utilización de bastidores y telares; presentación de las Teleras Sachamama y la importancia del trabajo en equipo.
El segundo día hubo un traslado de las visitantes y anfitrionas al Paraje de Nuevo Yuchán, donde se hicieron prácticas con telar criollo en funcionamiento, además de técnicas de hilado con ruecas mecánicas y eléctricas; valoración del trabajo artesanal, costos para la obtención de la materia prima, márketing y la comercialización de los productos.
El temario del último día que abarcó técnicas de urdido, empeinado y enlizado, concluyó con una charla de integración cultural referida a la importancia de la transmisión oral de saberes ancestrales y conocimientos identitarios para las nuevas generaciones.
La experiencia de las Teleras Sachamama
Guadalupe Molinaro, coordinadora local del programa “Emprendedores por Naturaleza” en la Provincia del Chaco, explicó que inicialmente contactaron a las tejedoras santiagueñas con la idea de compartir una jornada referida a la valoración del trabajo artesanal. Pero luego advirtió junto a la referente de las Teleras Sachamama que un día de capacitación no sería suficiente, teniendo en cuenta la complejidad y las diferencias de técnicas y métodos que existen en el desarrollo de la actividad.
Si bien la práctica del oficio es ancestral, la actividad de las Teleras Sachamama arrancó cuando en plena crisis de 2001, un puñado de mujeres santiagueñas se reunieron en la Parroquia de San José de las Petacas, incentivadas por el Padre jesuita Juan Carlos Constable con la idea de agruparse. Se autodenominaron SachaMama porque en quechua significa “Madre del Monte”.
Tuvieron que pasar catorce años para que, con el surgimiento de tendencias como el regreso a lo natural, el consumo consciente y el cuidado del medio ambiente, el telar se convirtiera en un medio de vida para estas valientes mujeres y sus familias. Todo lo que se valora actualmente, ellas lo venían haciendo por tradición desde que nacieron. Muchas saben preparar la lana desde la esquila, y todas saben hilarla con rueca o con huso y teñirla con tintes naturales que obtienen de plantas y cortezas del monte.
De esas 12 o 13 mujeres que comenzaron, ahora son más de cuarenta, que ya están pensando en la implementación de una escuela de oficios para que el aprendizaje del tejido en telar sea un emprendimiento sustentable y organizado. Ellas saben que el telar da vida no solo a sus almas, sino también un sustento económico a sus familias y la comunidad a la que pertenecen. Además, cuentan con la ayuda de un grupo de voluntarios de Buenos Aires, que visibilizan sus hermosas piezas, proyectando su arte más allá de los límites de su Santiago querido, explicó la referente Inés Peláez.
Para ella, una de las cosas que más impactó a las anfitrionas fue el hecho que ocho mujeres del impenetrable chaqueño vinieran hasta su territorio distante, nada menos que para aprender e interiorizarse acerca de sus métodos y técnicas. En realidad, fue algo mutuo: para las visitantes también fue un orgullo poder conocer otros lugares y personas, otra idiosincrasia, otras vivencias y experiencias. Pero todas unidas por el interés colectivo de crecer y evolucionar como artesanas y como personas, en la idea de progresar económicamente con conciencia de grupo: anteponiendo los principios a las personas y compartiendo igualitariamente sus conocimientos.
Para Inés Peláez “Una de las primeras diferencias enriquecedoras que dejó el intercambio, fue la utilización de distintas herramientas, porque las chaqueñas utilizan bastidores y las santiagueñas de Sachamama, mayoritariamente el telar criollo”.
“La experiencia de intercambio fue altamente positiva. Las chicas chaqueñas estaban en una instancia anterior a las de Sachamama a nivel organizativo. Los procesos artesanales son muy difíciles de valorar. Las chicas santiagueñas ya no esquilan, ni lavan la lana, ni la desgrasan. No la cargan, ni la peinan. Ellas empiezan el proceso con el tizado, con un precio base que se relaciona con el costo de la materia prima”, detalló.
Para las Sachamama “se pueden acortar plazos, con técnicas mejoradas a partir de la utilización de la rueca eléctrica, para las que tienen luz y mecánica a pedal, para las que no la tienen. Eso disminuye sustancialmente el tiempo de hilado comparativamente con la utilización del huso, como hacen las chicas del Impenetrable”.
Otra diferencia sustancial fueron los motivos que utilizan para la confección de sus obras. Las tejedoras chaqueñas tienen muy arraigado el proceso desde sus orígenes con la esquila, la preparación de la lana, el teñido y el hilado, utilizando motivos relacionados a la flora y fauna del impenetrable y la necesidad de generar conciencia ambiental, a partir de la realización misma de la obra. Por otra parte, las tejedoras del Impenetrable trabajan además en promover una ruta local del comercio de lana.
“En nuestro caso se utilizan dibujos de variados motivos de flores para la elaboración de coloridos fresadones (frazadas) que es el producto con más identidad cultural del monte santiagueño” explicó la referente Sachamama.
Por último, Guadalupe Molinaro profundizó “que para ellas fue una experiencia muy enriquecedora, porque muchas tejedoras no habían tenido antes la experiencia de salir del Impenetrable”. Otro dato interesante es que “ahora algunas volvieron con la idea de utilizar el telar criollo, “al punto que apenas llegaron de regreso, ya se pusieron manos a la obra para empezar la fabricación cuanto antes. Como regresaron muy contentas por la muestra de amistad de las santiagueñas, ahora están pensando invitarlas a ellas para que vengan y conozcan el Impenetrable”, concluyó.