La carta fue encontrada por la arqueóloga Victoria Pedrotta, investigadora del CONICET, la Universidad Maimónides y la Fundación Azara, en un legajo con documentación sobre la Comandancia de Fronteras del Departamento de Documentos Escritos del Archivo General de la Nación.
La carta, que consta de un folio, fue remitida por el cacique de origen mapuche-tehuelche José María Bulnes Yanquetruz o Llanquitruz el 31 de mayo de 1856 a quien entonces era el Comandante del Fuerte de Carmen de Patagones, Benito Villar. A través de ella, el cacique expresaba al comandante “lo que deseo se agan las pases”, a la vez que alertaba que si era tomado prisionero el portador de la misma (un “indio llamado Ladiado”), él iba a matar una familia entera que había capturado. El comandante Villar le notificó inmediatamente al Ministro de Guerra y Marina, Bartolomé Mitre, la recepción de la “carta escrita con sangre”, según sus propias palabras, mediante la cual el cacique manifestaba su intención de acordar las paces con el gobierno de Buenos Aires.
Estas gestiones para pacificar la frontera se dieron en el contexto histórico del enfrentamiento entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación, en una coyuntura de mucha conflictividad -agudizada entre 1853 y 1855- que ocasionó el despoblamiento criollo de gran parte de la campaña centro-sur bonaerense y el retroceso de la frontera estatal que se había establecido durante el gobierno de J. M. de Rosas, ante la incapacidad del gobierno porteño de dominar militarmente a los grupos indígenas sublevados. Por el liderazgo e influencia que Yanquetruz ejercía entre numerosas tribus que habitaban las tierras aledañas al río Negro y hacia sur y el suroeste de Carmen de Patagones, las autoridades militares de ese punto lo consideraban un aliado clave para Buenos Aires, a la vez que también Urquiza intentó integrarlo a sus fuerzas para enfrentar a los porteños, por medio diversos ofrecimientos y regalos. Según sus biógrafos, Yanquetruz sabía leer, escribir y hablar en castellano ya que había aprendido en un colegio de los padres franciscanos en Chile, donde estuvo cautivo cuando era niño.
En base a lo expresado por el Comandante Villar a Mitre cuando recibió la misiva firmada por Yanquetruz, algunos historiadores y otros estudiosos han dado por cierto que se había utilizado sangre en lugar de tinta para escribirla. La apariencia de la carta, cuya tinta es de color marrón –y no negro- también reforzaba esa posibilidad. Ante estos indicios y dada la importancia del documento ya que se trataba de un caso único en el país, la investigadora planteó a las autoridades del Archivo la necesidad de hacer una prueba de tintas sobre para determinar con seguridad: 1) si efectivamente la carta firmada había sido escrita con sangre, y 2) si se trata de sangre humana o si era de algún otro animal. Luego de muchos meses de consultas y gestiones, se decidió hacer un análisis de Espectometría de Masas (AMS) de proteínas sobre una pequeña muestra del documento, ya que es un método que no ponía en riesgo su integridad ni su conservación a futuro.
La muestra fue tomada por medio de un raspado con bisturí que permitió obtener un pequeño trozo de papel con tinta. Luego se efectuó la prueba en el Centro de Estudios Químicos y Biológicos por Espectrometría de Masa (CEQUIBIEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y el CONICET. Tanto la toma de la muestra como el estudio posterior fueron efectuados por Ricardo Neme Tauil del CONICET. Los resultados fueron concluyentes. Se determinó, con una certeza del 99,9%, la presencia de proteínas del plasma humano en la muestra. Ello confirmó, no sólo que fue utilizada sangre en lugar de tinta para escribir la carta, sino que además se trató de sangre humana.
El tratado en cuestión finalmente se firmó el 24 de mayo de 1857, entre el nuevo gobernador provincial Valentín Alsina y el cacique José María Bulnes Yanquetruz y su secretario, José del Carmen Marquez Bravo. Allí se estipuló el libre comercio, el apoyo y auxilio militar mutuo, el otorgamiento al gobierno de las tierras entre Carmen de Patagones hasta San Javier por parte los indígenas, el nombramiento de Yanquetruz como “comandante en jefe de todo el territorio de la Pampa, que es adyacente a la jurisdicción de Patagones y en cuya posesión se halla”, la entrega de un sueldo al cacique y sus guerreros, además de vestuario, raciones y otros bienes de consumo, entre otras cuestiones. Este tratado fue de enorme importancia para la frontera del sur bonaerense y norte de la Patagonia ya que logró pacificar esa zona durante 20 años.
Estos resultados demuestran el potencial de la arqueología para estudiar la materialidad de las fuentes escritas, poniendo a prueba afirmaciones que fueron tomadas por verdades en el ámbito académico por medio de un análisis químico. En el caso de la carta de Yanquetruz, saber que se utilizó sangre humana para su escritura abre una puerta para comprender la capacidad de la agencia indígena –muchas veces ignorada- en la gestión de los tratados de paz que se firmaron entre el estado y muchos grupos nativos en el siglo XIX. Los resultados también posibilitan reconocer que este cacique que puso en juego una variedad de estrategias materiales y simbólicas de cara a las negociaciones que entabló con el Estado de Buenos Aires, en una coyuntura de extrema conflictividad dentro de la política criolla y entre el estado y las poblaciones indígenas de la Pampa y la Patagonia.