El diario El Eco de Tandil, fundado el 30 de julio de 1882 en esa ciudad del sudeste de la provincia de
Buenos Aires, festeja sus primeros 140 años de existencia.
Al momento de la fundación del matutino, el nombre Tandil comenzaba a circular en el mundo gracias a su
llamativa y original piedra Movediza.
En el pueblo ya estaba construida la iglesia matriz, existía la escuela pública, se había fundado el primer
hotel, funcionaba a pleno el Hipódromo y se estaban colocando las vías para el tren que llegaría en 1883.
La historia del diario comenzó tras el cierre de la imprenta La Voz del Pueblo, cuando el boticario Juan S.
Jaca se animó a comprar en un remate todos los elementos de ese taller gráfico.
Así nació El Eco del Tandil, órgano informativo de solo una página sábana, que aparecía generalmente una
vez por semana y se armaba tipográficamente letra por letra.
A través del tiempo tuvo El Eco diferentes dueños, muchos de los cuales desempeñaron notables funciones
en la ciudad de Tandil, pero nunca pudieron lograr que la empresa se afianzara económicamente.
Para colmo, por el espíritu combativo de sus plumas, el diario sufrió varias clausuras y algunos de sus
directores terminaron encarcelados.
Acarreando deudas y compromisos que a duras penas podían cumplirse, el periódico -ya no era diario porque
había dejado de aparecer los domingos- llegó a su centenario en 1982, justo un año antes del advenimiento
de la democracia.
Con las finanzas maltrechas, en una antigua casona del centro, con escaso tiraje y con elementos
tecnológicos vetustos, el destino de El Eco de Tandil parecía encaminarse inexorablemente hacia el cierre
definitivo.
Fue entonces que Rogelio Adrián Rotonda, un joven periodista y locutor de 22 años que había comenzado
como cronista volante a los 15 y que nada tenía que perder en el intento, decidió comprarlo, haciéndose
cargo de las cuantiosas deudas y ofreciendo respetar la antigüedad de todos los empleados.
Con la impronta del nuevo dueño comenzó a forjarse una historia que pocos podían imaginar.
A la par de ordenarse en lo administrativo, el diario se fortaleció con más páginas, comenzó a aparecer
también los domingos, se incorporaron columnistas y se realizaron intensivas campañas publicitarias.
Como el Ave Fénix, El Eco de Tandil resurgió así de sus propias cenizas.
Con los años llegaron dos planas offset, después una rotativa, luego el cuerpo tricolor, más tarde la
construcción de un edificio de cuatro plantas y 2.000 metros cuadrados, y finalmente la transformación en
Multimedios, sumando un canal de televisión, dos radios, un portal de internet y fuerte inserción en las redes
sociales.
El Eco de Tandil es hoy el único diario impreso que quedó en la ciudad tras la desaparición de La Voz y de
Nueva Era, y es el cuarto más antiguo de Argentina detrás de La Nación, La Prensa y La Capital de Rosario,
lo cual significa no solo un orgullo sino también un compromiso permanente en su carácter de empresa
símbolo de una ciudad como Tandil, que no para de crecer y que el año próximo cumplirá 200 años.