La Cámara de Diputados aprobó a finales del año pasado la Ley de Educación Emocional, un compendio de contenidos basados en neurociencias, habilidades sociales y conceptos en materia sanitaria que comenzarán a ser aplicados en las escuelas chaqueñas.
La normativa, que contó con amplio apoyo de las y los legisladores, estará incluida en los planes de estudio a nivel provincial.
«El impacto de la inteligencia emocional demostró que el éxito obtenido en la vida de las personas es, en un 70%-80%, debido a las habilidades emocionales», aseguró la presidenta del Poder Legislativo, Elida Cuesta, autora del proyecto que se transformó en la Ley 3743-E.
La normativa incluye en los planes de estudio provinciales contenidos de educación emocional en todos los niveles, incorporando teorías de la emoción, la neurociencia, la psiconeuroinmunología, la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional, la educación para la salud y habilidades sociales para el desarrollo de las relaciones de niñas, niños y jóvenes con el entorno social.
Cuesta destacó la iniciativa y aseguró que incorporar este tipo de educación ayuda a las relaciones sociales y al desarrollo de las y los jóvenes.
Asimismo, agregó que es indispensable fomentar una educación que estimule y desarrolle la salud emocional y satisfacción personal, la tolerancia a la frustración y la automotivación.
Además, alentó al trabajo en conjunto de todos los sectores sociales para implementar un modelo educativo que permita construir una sociedad mejor.
«Queremos que la educación emocional sea parte de la enseñanza de nuestros jóvenes, para construir entre todas y todos una sociedad más comprensiva y tolerante», aseguró.
DETALLES DE
LA NORMATIVA
La ley establece al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología como autoridad de aplicación y el que deberá conformar una comisión de educación emocional integrada con profesionales de diferentes disciplinas que tengan conocimientos y/o experiencia sobre la temática.
Esta comisión será la encargada de realizar capacitaciones y una actualización especializada de las y los educadores, trabajadores sociales, docentes, psicólogos y demás operadores comunitarios.
Un concepto que se extiende de la mano de las neurociencias
La educación emocional o educación sentimental es «el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas», según explica el experto Lucas Malaisi.
También se la considera una forma de prevención primaria inespecífica entendida como tal a la adquisición de competencias que se pueden aplicar a una multiplicidad de situaciones, tales como la prevención de consumo de drogas, prevención del estrés, ansiedad, depresión, violencia.
De acuerdo con especialistas, es importante que la escuela ofrezca una educación emocional, pues otorga herramientas para la resolución de problemas cotidianos, y por tanto, proporciona bienestar.
Realizar talleres o actividades donde se aprenda a conocer las propias emociones y las de las y los demás, va a favorecer desarrollar competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional, autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y bienestar.
La educación emocional es el proceso educativo que tiene como objetivo el desarrollo de competencias emocionales, un proceso que se inicia desde la primera infancia y está presente a lo largo de toda la vida.
La fundamentación teórica de la educación emocional no se limita a la inteligencia emocional, sino que toma en consideración otras referentes como por ejemplo las aportaciones de la neurociencia, la tradición de las competencias sociales, la autoestima, las investigaciones sobre el bienestar y la psicología positiva.
Se trata de un marco teórico amplio e integrador que fundamenta una propuesta de innovación educativa no referida exclusivamente a la escolarización, sino a la educación proveniente de la familia, de la sociedad, de los medios de comunicación, entre otros.
La educación emocional es un proceso porque implica un tiempo (toda la vida, y no un día); y por otro lado, cambios que son progresivos en la adquisición de dichas habilidades. Es una enseñanza, dado que se basa en la transmisión de conocimientos y la corrección de lo erróneo (comportamientos agresivos, impulsivos o desadaptativos en general).
Por eso, hay algunos referentes que hacen una distinción entre la educación emocional y el acompañamiento emocional: «Las emociones no se educan, no se enseñan como si fuera una materia de clase. Se comprenden y se acompañan».
Y aseguran que «la educación emocional en la escuela debería ser una constante, no una asignatura y para que eso pase, debe haber acompañamiento emocional por parte de la persona adulta al alumnado».