En cuestión de meses, el río Paraná dejó atrás la bajante más pronunciada de la que se tenga registro con una creciente que actualmente lo ubica en 5,50 metros en el Puerto de Barranqueras, la mayor altura de los últimos tres años.
Esto genera algunos inconvenientes en las zonas costeras, como es el caso de Corrientes que ayer debió clausurar el balneario, Islas Malvinas I ante el avance del agua sobre la playa que dejó casi sin espacio de arena en la zona.
Atento al nivel de alerta, que en Barranqueras es de 6 metros, y su nivel de evacuación de 6,50 metros, el especialista en Recursos Hídricos, Hugo Rohrmann en contacto con Radio Facundo Quiroga, descartó la posibilidad de que se alcance estos niveles, y anticipó el descenso de un metro en los próximos diez días, ubicándolo en su altura normal.
Para fundamentar sus afirmaciones el especialista explicó que «las lluvias recuperaron la memoria especialmente en Brasil, pero todavía falta en el noreste, Corrientes y el Chaco, como que de a poco se van enterando que también tiene que normalizar la lluvia, pero en Brasil y Paraguay las lluvias han sido lo suficiente como para recuperar el comportamiento del río Paraná y en algunos casos ya comienza la preocupación por que a partir de los 6 metros el río ya no contiene más agua y comienza a ocupar el valle de inundación».
No obstante, Rohrmann aseguró que «no hay perspectiva de que el río siga creciendo, al contrario, en una semana a 10 días va a comenzar a bajar de 5,50 que tiene ahora, se instalará alrededor de 4,50 metros, es decir en los valores normales».
«Esta minicrecida está respondiendo a la lluvia en Brasil, con los manejos de los embalses, que ya están prácticamente llenos, el único que hay que observar con mayor detenimiento es el río Iguazú porque ante esta situación, una crecida del Iguazú sí provocaría el desborde del río Paraná, pero no está previsto, porque la cuenca del Iguazú está igual que Corrientes o el Chaco con perspectivas de lluvia normales o por debajo de lo normal», detalló.
Tras lo cual, el especialista recordó: «La gran sequía de la cuenca del Paraná ya finalizó, pero queda un sector que justamente estamos nosotros que todavía la lluvia no se ha recuperado, con esa particularidad de que nos queda un mes en abril para ver si llueve un poco para tratar de llegar a mejores condiciones en otoño e invierno para el sector agropecuario. Pero no existen elementos como para alertar a la población de una crecida más, al contrario va a descender en los próximos días con seguridad».
Máximas
y mínimas
Para dimensionar el comportamiento de uno de los principales caudales de agua dulce del país, Rohrmann recordó que «la creciente más grande que medimos llegó a 8,60 metros que fue la gran creciente de 1983, en el 98 que fue la última crecida sin defensas totales en el Gran Resistencia, y llegó a los 8,20 metros, o sea que el río está 3 metros abajo de esos niveles máximos que conocemos hasta ahora».
«Mientras que en el otro extremo, durante la última bajante llegó a 0 metros, lo que nos das la idea de la oscilación: alrededor de 9 metros entre los límites extremos de gran bajante y de gran crecida, en la corta historia de 120 años que lo medimos, cuando el río en tiene 10 mil años en la historia, en la corta historia los valores mínimos estuvieron en 0 metros y los máximos cerca de 9 metros, pero es lo que conocemos. Y decidimos construir la capital del Chaco en el valle de inundación de este gran río», sostuvo.
Presentación
de libro
Por otra parte, Rohrmann invitó a participar el viernes 31, a las 11 en la sede de la Administración Provincial del Agua (APA), de la presentación y charla debate de su libro «1998, el último año que estuvimos en peligro», en el marco del Día Nacional del Agua.
«El título es un poco irónico justamente por esta idea que solo conocemos el comportamiento del río de los últimos 120 años cuando tiene 10 mil, cuando además se construyó una ciudad en su valle de inundación.
El libro es un poco una crónica de lo que pasó en ese año 98 más la guerra del agua con Santa Fe en el suroeste, como participé me pareció interesante contar esa parte de la historia», relató.
Seguidamente recordó: «Hubo enfrentamientos duros, con policías de ambos lados, había demasiada presión dentro de un panorama de inundación muy definido por un montón de pérdidas y afectaciones a las localidades, el agua riéndose de nuestros problemas, porque creemos que respeta límites como el paralelo, y el agua pasa por donde quiere y seguirá inundándose».
Por otra parte, Rohrmann indicó que intenta explicar «por qué se llega a estas situaciones de tensión entre la sociedad y el agua, cuando deberíamos tener una amistad, pero nuestra corta visión, la no planificación, hace que aparezcan conflictos que en algunos momentos pueden ser muy graves, como lo que pasó en Santa Fe hace 20 años, cuando se inundó la mitad de la provincia con 23 personas fallecidas».
Por último, el referente señaló: «Resistencia es una ciudad joven, por eso debemos pensar qué queremos de acá a los próximos 50 o 100 años, seguir con este riesgo potencial o correr la zona urbanizada 5 o 10 kilómetros hacia el oeste y cuando tengamos 1 millón de habitantes, por los menos 500 mil van a estar afuera de cualquier contingencia del río más grande de la Argentina que lo conocemos poco. Por más mediciones y estadísticas que hagamos los ingenieros, entonces es un desafío ver un poco más lejos».