La actriz destacó las anécdotas contadas por Olinda, la preparación que lleva a cabo para interpretar al personaje, y la influencia de Bovo en su carrera
Calificó al humor como un elemento fundamental en sus narraciones y actuaciones, y subrayó que el arte debe ser una herramienta pedagógica, social y preventiva.
El teatro recibe tu unipersonal “Guiso de Plumas”. Olinda es la tercera generación de vestuaristas del teatro Maipo. ¿Cómo construiste este personaje?
Olinda es el personaje. Yo, María Silvia Pozo, fui a Goya para que me dirigiera Javier Camino, a quien conocí cursando la tecnicatura en teatro. Al personaje lo construimos basándonos en la asistencia técnica de Ana María Bovo, quien es la dramaturga. Ella se inspiró en la protagonista de la película «La Strada» de Fellini, Giulietta Masina. El texto lo escribió por un pedido de Lino Patalano por los 100 años del teatro Maipo. Lo más interesante me pareció su inocencia en ese contexto de un teatro de revistas.
En “Guiso de Plumas”, Olinda cuenta anécdotas del teatro y de su familia. ¿Hay alguna anécdota en particular que te haya resonado personalmente?
Todas son geniales, su relación con la abuela es muy tierna. Hay anécdotas graciosas como la de “¿Vos quién sos?” que prefiero que vayan a verla, o cuando la mamá le dice “Te hubieras casado” y ella le responde “Como si fuera tan fácil casarse” e imita a China Zorrilla. Disfruto y me divierto todo el tiempo, es un texto exquisito. Para Olinda me preparo escuchando la música. El desafío más grande fue de la voz, porque quería estar totalmente diferente a mi monólogo anterior. Cuando estoy en el escenario quiero que se lleven alegría y disfrute. Mi mayor satisfacción es escuchar y ver sonrisas. Aunque en la obra se pasan por varias emociones, la risa es el mejor antídoto para la vida que llevamos.
¿Cómo ha impactado Ana María Bovo en tu carrera?
Es una maestra con todas las letras. Además de ser una persona que tuvo mucha formación como actriz, narradora oral y escritora, es una persona absolutamente formal y comprometida. Anteriormente, tuve una beca otorgada por el Instituto Nacional del Teatro, así que la conozco bastante y fue un trabajo impecable desde el primer momento que asumió su responsabilidad en esa asistencia técnica. El impacto fue grande ya que estaba frente a una de las narradoras orales más prestigiosas (si no es la primera) de la Argentina.
¿Qué papel juega el humor en tus narraciones y actuaciones?
El humor es fundamental, pero no tiene que estar siempre. En este caso, quise hacer una obra totalmente diferente a la anterior. Con respecto a los cuentos, mejor dicho espectáculos de cuentos, siempre el último tiene que ser de alegría o humor. Nunca dejar al espectador con un sentimiento de tristeza, eso lo tengo muy claro.
COMPARTIR IMAGINARIOS, O MOSTRARLOS
¿Qué diferencias encuentras entre actuar y narrar oralmente?
Son dos lenguajes diferentes. La narración oral como arte es nueva. Si bien contar una historia es anterior a la escritura, hacerlo de manera artística tiene alrededor de 40 años. Los códigos son diferentes, el de la narración oral es compartir imaginarios y el del teatro es mostrar. Podría seguir hablándote un montón sobre las diferencias. Desde el 2017 doy talleres de narración oral. Es un arte que me fascina, me encanta y también lo hago para que haya cuenteros o narradores orales formados.
¿Qué te motivó a sumergirte en la narración oral?
Conocí la narración oral a fines del 2009, asistí a un festival un viernes a las 3 de la tarde en el patio de la Mariño, organizado por Claudio Ledesma. El narrador era Javier Ceballos, un excelente y amoroso narrador colombiano que vive en Córdoba. Lo vi, lo escuché y quedé maravillada, me sentí niña y me dije “esto es lo mío”. Ahí comenzó mi camino. En enero del 2016, pude formarme en Buenos Aires con el maestro Claudio Ledesma.
¿Qué es lo que más disfrutas al compartir tus conocimientos con otros?
Tomé la decisión de dar «clases», quiero decir ser facilitadora en el proceso de aprendizaje, porque no conocía narradores y quería tener compañeros en este maravilloso camino. Lo que más disfruto es ver a mis “alumnos” contar públicamente y lo que les aportó en sus vidas este oficio que es un arte. Eso me genera mucha satisfacción.
¿Hubo algún punto de inflexión en tu carrera?
El haber asistido a un encuentro en Colombia, porque nunca imaginé siquiera que podía conocer narradores de diferentes países, y sobre todo en Colombia, donde el cuento es como la música, todo el mundo conoce. En América hay tres países con la narración oral arraigada: Colombia, Cuba y México. Claro que nosotros vamos camino a ser referentes también.
¿Cómo ves la escena teatral y en especial de la narración oral en Argentina y qué cambios te gustaría ver en el futuro?
El teatro… no me quiero meter mucho, aunque sí me arriesgo a decir que en esta provincia nos falta producción en todo sentido y ni hablar del interior de la provincia. La narración oral en el país va súper bien. Hay un montón de capacitaciones y en casi todas las provincias. En la Feria del Libro en el 2024 fue el festival número 27 de narración oral, eso muestra su crecimiento. En la provincia de Corrientes la vengo remando… crecimos, y eso es lo importante, hay que seguir apostando. Te podría contar un montón de actividades que hacemos para difundir y disfrutar de este arte. Hicimos un convenio con el Centro de Rehabilitación Visual “Valentón Huy” y la Vicegobernación de Corrientes en el 2023, en el cual doy un taller de narración oral una vez a la semana a personas con disminución visual. Estamos teniendo unos resultados fantásticos. Si bien el objetivo no es que sean “artistas”, ya lo están haciendo públicamente. Esta experiencia es inédita en el país, por lo menos. Yo soy de las personas que creen que el arte debe ser una herramienta pedagógica, social y como prevención de adicciones. Al arte se lo debería utilizar mucho más de lo que se hace en la actualidad.