El presidente de la Fundación Urunday, José Eidman, visitó LA VOZ DEL CHACO en su 25° aniversario. Saludó a todo su equipo, y agradeció su permanente apoyo al arte y la cultura regional.
Además, reflexionó sobre el impacto de la Bienal de Esculturas del Chaco en todo el mundo y su legado de arte para el espacio urbano.
Así transcurrió parte del diálogo.
-¿Qué conclusiones ha dejado la Bienal 2024?
-Sin dudas, la profecía de Fabriciano, que cuando uno le preguntaba cuál era la mejor Bienal de todas, él te decía: «la próxima». Una vez más se cumplió. Creo que estamos frente a lo que fue la mejor edición histórica hasta el momento. Hemos superado las expectativas en todos los aspectos y en un contexto extremadamente duro.
Esta Bienal, que nace como un concurso de escultura nacional en la plaza 25 de Mayo en 1988, luego de que Fabri regresara de Europa, habiendo llegado al punto cúlmine de su carrera representando a la Argentina en la Bienal de Venecia, decide volver al Chaco y trae esta idea que, como vos comentabas hace un rato, fue realmente una acción artística sin precedentes en América.
Fue como una intervención del espacio público, y estos escultores que durante una semana trabajaron a cielo abierto eran, de alguna forma, un experimento social. Y la gente se acercó y abrazó desde el primer momento esa acción, ese acontecimiento. De alguna forma, fue el disparador para pensar en la creación de la Fundación Urunday, que fue al año siguiente.
Finalmente, se creó con el objetivo principal de darle continuidad a esos concursos y de insertar a Resistencia en los circuitos internacionales de escultura.
Hoy, 36 años después, no solo ese concurso ha evolucionado de nacional a americano a internacional, sino que en el circuito internacional de la escultura a cielo abierto está considerado el más destacado del mundo.
ARTE, PATRIMONIO DE TODOS
-¿Cuál es la dimensión de la Bienal, puertas adentro de la Fundación?
-Esta vez se trataron más de 157 postulaciones de 55 países recibió esta última edición de la Bienal. Se seleccionaron 10 artistas, escultores consagrados, grandes maestros de la escultura contemporánea, que vinieron a Resistencia y, a cielo abierto, repitiendo la tradición de 1988, crearon sus obras frente a los ojos del público.
Obras que, finalmente, pasan a integrar parte del patrimonio de todos nosotros. Ahí se cierra ese círculo virtuoso de creación y patrimonio.
-¿Qué significan esos datos en retrospectiva?
-Hoy, a tres décadas y media de su nacimiento, esta Bienal del Chaco se ha transformado en una plataforma de desarrollo cultural colaborativo con impacto económico y social.
Porque esta es otra gran virtud de la Bienal: durante una semana, hemos vivido una primavera del arte y la cultura.
CALIDAD INDISCUTIBLE
-Otro punto a destacar son las articulaciones con universidades. Este año, en la mesa de Ñande Mac, junto a Luis Niveiro y Gabriel Romero, disertó Dot Tuer, académica de la Art College de Toronto.
-Así es. Además, se firmó un convenio con la Facultad de Ciencias Económicas para medir el impacto económico y social ya se está terminando.
Hemos medido nuevamente la huella de carbono, para pensar en una actividad cada vez más sustentable. Y siempre lo recuerdo: el sistema de gestión de calidad de la Bienal, desde 2014 está certificado con normas de calidad internacional (ISO 9001), única institución de base cultural con certificación de normas de calidad internacional en Latinoamérica.
-En otras palabras, se trata de un enorme esfuerzo colectivo.
-Se cumple así lo que Fabri nos decía: «la mejor Bienal de todas es la próxima». Era su manera de indicarnos que el camino es siempre hacia la mejora continua y la evolución. Como conclusión, realmente lo vivimos como algo extraordinario, con las expectativas colmadas en un contexto sumamente complejo en todos los sentidos, sobre todo en el económico.
Validar que esta provincia tiene una ley provincial de mecenazgo, modelo a nivel nacional, que permite articular los esfuerzos públicos y privados para financiar una actividad de interés cultural, es un gran logro.
Se suman financiamientos directos del sector privado, programas articulados con CFI y, por primera vez en 36 años, financiamiento internacional.
Cada escultor de la Bienal tuvo a sus países impulsando, promoviendo y financiando su llegada al Chaco para representarlos en este certamen de naciones.
» Aspectos clave
-¿Qué opina acerca del ímpetu que despierta en la política pública el éxito de esta asociación público-privada que parte de la Fundación?
-Es fundamental poder trabajar de manera articulada entre lo público y lo privado. La iniciativa privada y el acompañamiento de lo público son esenciales. Me parece que los modelos virtuosos requieren que esto funcione de manera equilibrada.
Si uno desarrolla un proyecto de base cultural, o en cualquier ámbito, y la expectativa es conseguir financiamiento exclusivo del Estado, el proyecto no creo que tenga demasiado futuro. Esta Bienal ha sobrevivido tres décadas y media. Ha habido una construcción desde la base, y quienes están hoy en el gobierno han formado parte de esta Bienal de alguna forma, contribuyendo para que sea lo que es.
La construcción desde la base hacia arriba es clave, y los que gobiernan lo llevan en el ADN. Entonces, es importante pensar que cuando uno está en pleno desarrollo de un proyecto, la continuidad no puede depender de la voluntad política de los gobiernos en función en ese momento.
Por supuesto que no se podría hacer un acontecimiento de esta magnitud sin la voluntad política, pero es crucial que el proyecto pueda trascender a una gestión. Hay miles de casos en los que, cuando termina una gestión o cambia el gobierno de determinado partido, esos eventos desaparecen para siempre. Por eso, la sustentabilidad y la continuidad son claves.
Desde el punto de vista de esta edición, nos sorprendió la rapidez con la que los equipos, tanto provinciales como municipales, se articularon y trabajaron de manera mancomunada, a pesar de ser una gestión nueva.
Esto se explica porque, como decía antes, cada uno de los que hoy están en roles de toma de decisiones ha sido parte de esta construcción en algún momento. Todos entendimos qué había que hacer y que lo hacíamos en beneficio de toda la comunidad. Creo que ahí está la clave.
Círculo virtuoso de creación y patrimonio
-¿Qué opinas de cómo en esta región la escultura resignifica el espacio urbano?
-Es un punto muy interesante. Resistencia hoy tiene casi 700 esculturas en el espacio público, pero lo más impresionante no es solo la cantidad, sino la calidad del patrimonio escultórico. Todos los grandes maestros de la escultura argentina tienen obras en las calles de Resistencia.
Como dice Oscar de Bueno, un académico amigo y asesor de la Fundación, caminar por las calles de Resistencia es como tomar una clase de historia de la escultura argentina, pero también de los últimos 30 años de la escultura contemporánea mundial.
Este círculo virtuoso de creación y patrimonio tiene un componente complementario que es el proceso de apropiación e identificación de la comunidad con esas obras. El hecho de que la gente pueda ver nacer una obra de arte, conocer al autor y luego encontrársela en su vida cotidiana, ya sea de camino al trabajo o a la escuela, genera un vínculo muy fuerte. Eso explica por qué en Resistencia se respeta tanto el arte en el espacio público: uno no daña lo que siente propio.
Es notable cómo, en una ciudad que tiene muchas necesidades insatisfechas, prácticamente no hay vandalismo hacia las esculturas que forman parte de nuestra identidad contemporánea. En cuanto los arquitectos, urbanistas y paisajistas, creo que lo que ocurre en Resistencia con este modelo es algo que efectivamente podría replicarse en otras partes del mundo.
La Fundación cuenta con un tesoro que nos dejó el gran arquitecto paisajista argentino Pradial Gutiérrez. Él se enamoró del proyecto de la Bienal cuando conoció a Fabriciano, quien tenía esa capacidad de transmitir emoción y contagiar a los demás. Pradial desarrolló un plan maestro de emplazamiento de esculturas, donde quedaron definidos los volúmenes y espacios estratégicos para seguir poblando la ciudad con obras de arte, siempre con una mirada urbanística y paisajística. Este plan es, en cierto modo, nuestra hoja de ruta para lo que llamamos el Museo a Cielo Abierto. Cada convocatoria de la Bienal sigue un sistema curatorial que podría representarse en tres anillos concéntricos.
El primer anillo está compuesto por especialistas en arte que seleccionan las propuestas originales y valiosas de artistas internacionales con trayectoria.
En el segundo anillo intervienen especialistas en urbanismo, paisajismo, seguridad e ingeniería, para asegurarse de que las obras seleccionadas sean adecuadas para el espacio público.
Y finalmente, en el último anillo, el Comité de Curadores hace la selección final, siempre con los mismos criterios: no repetir nacionalidades y garantizar que la obra tenga una relación armónica con su entorno urbano.