El ex gobernador del Chaco, Coqui Capitanich, conversó con «La otra campana», bajo la conducción de Gustavo Ojeda.
El diálogo se dio de la siguiente manera:
-¿Cómo ve la actualidad nacional?
-A los indicadores de la Argentina, se observa uno que tiene que ver con el consumo que hace el Banco Central, en virtud de todas las condiciones y, sobre todo, demuestra que todavía está detraído con 22,3 por ciento. Fue una caída en septiembre, que determina claramente que, si bien la recuperación en algunos sectores se produce, es extremadamente heterogénea y el consumo masivo es un factor significativo.
Segundo, se observa el índice de condiciones externas. Ese es un tema que se mide en el corto y medio plazo con un promedio de 5, que está mejorando sustancialmente producto de varias cuestiones. Primero, la relación con nuestros principales socios comerciales.
La reactivación de la industria en Brasil, que genera un beneficio, así como la caída del 0,25% en el ajuste de la tasa de interés de Estados Unidos, también un punto positivo. En general, puede alumbrar una expectativa desde el punto de vista del índice de condiciones externas desde el balance comercial de la Argentina.
En tercer lugar, lo que hemos observado es que en la última semana el Banco Central acumuló USD425 millones, extendiendo USD2.600 millones las compras realizadas en el mes de septiembre.
-¿Esto a qué responde?
-Eso es producto de maniobras que tienen que ver con la emisión de obligaciones negociables por parte de empresas y el aumento del stock de préstamos bancarios privados que sumaron cerca de USD4 mil millones.
Estos dólares tienen que ver con un esquema muy importante que se registró, que es del blanqueo de capitales que va más o menos a cerrar en cerca de USD22 mil millones, de acuerdo a las proyecciones finales y el último plazo de procesamiento con más de USD108 mil, efectivamente contribuciones de menos de USD100 mil que es gratuito, es decir, no pagás ninguna compensación.
Entonces lo que se produce es, mientras el depósito o el volumen total de depósito del sector financiero se incrementa de una manera significativa en cerca de USD22 mil millones a $33 mil millones, el máximo de la serie, producto precisamente de que la reserva bruta aumenta, no así la reserva neta, porque se da a través de las liquidaciones en el mercado único libre de cambio a través de los préstamos. Entonces, esto es un esquema que le está funcionando al Gobierno en el corto plazo.
-¿Y qué problema observa usted?
-El problema desde el punto de vista del Gobierno es que está acumulando inconsistencias macroeconómicas a largo plazo. Primero, porque todavía está en volumen de reservas negativos. Segundo, este ajuste fiscal muy severo, definitivamente insostenible respecto al tema de inversión pública. Hay que mirar la historia argentina. Por lo menos el déficit fiscal es un problema.
Efectivamente, en 203 años de historia, en 183 han registrado déficit fiscal y están sólo 20 en superávit. Y dentro de los 20 en el siglo XXI, principalmente en el periodo 2003-2010. En ese contexto, lo más importante es observar que el problema fiscal es un condicionamiento significativo para la economía argentina.
Segundo tema, también hay que mirarlo con mucha preocupación al sector externo, porque si uno toma 143 años de historia, 92 hemos registrado déficit y 51 solamente superávit. O cuando observamos el ingreso por habitante o la evolución del PBI por habitante, crecimos en 129 años y decrecimos en 85 años, en 214 años de historia.
-¿Hay algo qué cambiar en el sistema actual?.
-La Argentina requiere un esquema muy importante de análisis. Por ejemplo, muchos dicen que es necesario salir del control de cambios, de la regulación cambiaria, que ya lleva 5 años. Esto se impuso en septiembre del año 2019 por la gestión de Macri, que la había liberalizado.
Cuando asume en 2015, genera un acuerdo que ya lo habían financiado los fondos buitres para ganar la campaña electoral. Acuerda pagarle hasta los gastos de litigación y cierra un proceso de negociación muy favorable a los acreedores. Se produce lo que se denominó el carry trade.
Le pusieron tasas de interés muy altas, la gente venía con dólares, sacaban pingües ganancias, hasta que esa bicicleta terminó con un préstamo del FMI de USD45 mil millones y cerca de USD100 mil millones más del endeudamiento del sector privado. Con lo cual hizo una crisis y después tuvo que recurrir a un gran control.
Entonces, me parece que es importante observar la historia de estos 5 años de control cambiario es porque efectivamente es un problema de enorme volatilidad macroeconómica para la Argentina.
-Esto generó escenarios muy particulares.
-Tuvimos en 2020 un gran déficit fiscal producto de la pandemia y después tuvimos un mayor superávit proyectado seguramente que 2024. Las reservas brutas bajaron de USD53 mil millones a USD30 mil millones con un piso de USD21 mil millones en el cuarto trimestre del año pasado. La inflación tuvo un 1,5% mensual en abril y mayo de 2020, a 25,5% en diciembre de 2023. O sea, aún hoy se festeja una inflación que puede estar entre 3,7%; 2,8%; 3%; 3,1%, hasta 4% mensual, pero entre abril y mayo de 2020 la inflación fue del 1,5%. La tasa de interés estaba en el 1,5% positivo en mediados de 2020 y estuvo menos del 10% negativo a principios de 2024.
Es interesante observar que hubo idas y vueltas, pero una política fiscal y monetaria contractiva. El gasto público cayó casi 30% en el acumulado enero-septiembre, ubicándose claramente 20% por debajo del anterior piso de 2019.
Los agregados monetarios, la base monetaria y los depósitos a la vista se redujeron 20% respecto a diciembre del año pasado, recortando la liquidez y las expectativas de devaluación. Y la brecha pasó de 70% en promedio de 2022 y 105% en 2023, con un máximo de 200% en octubre, a menos del 20% de hoy.
Sin embargo, y esto es importante, pese a este escenario de pocos pesos y poca brecha, el mercado no descuenta una flexibilización de la salida del control cambiario del cepo de corto plazo. Las expectativas de devaluación se ubican por debajo del 3% mensual hasta junio de 2025, por lo menos.
-O sea que, al Gobierno le sirve este tipo de coyuntura.
-En consecuencia, pareciera que el Gobierno, técnicamente el Banco Central, está cómodo con hacer con una política cambiaria y con fuertes restricciones de cantidades, aun cuando esto se aparte tanto del consenso libertario de la «agenda de la libertad». Este es el esquema que uno tiene que observar en la dinámica argentina.
El cepo que limitó el crédito público y privado de moneda extranjera, habría acelerado esta modalidad de financiamiento en octubre, explicando el buen desempeño del Banco Central en el mercado de cambios y el optimismo generalizado que trajo.
Entonces, de las expectativas por devaluación por el cepo, las expectativas de depreciación, y el aumento en consecuencia de la oferta de dólares también por cepo, por su propio título.
-¿Entonces, con ajustes fiscales y monetarios, se puede sortear la escasez de financiamiento externo bajo control de cambio?
-Te agregaría otras preguntas: ¿el sector público también buscará reabrir su crédito externo? ¿Lo logrará? ¿Y si no lo hace? ¿Qué es lo que pasa con los flujos privados para un proceso de estabilización? Concretamente, la pregunta que todo argentino se hace: ¿es consistente el programa fiscal de largo plazo? ¿Qué pasa con las rutas? Si después no se arregla ¿Y eso va a tener competitividad para las exportaciones? ¿Sí o no? Si vos liberalizás todas las importaciones, todas las restricciones, aumentás las importaciones, y a su vez bajás las exportaciones, y a su vez vos no invertís en rutas para aumentar la competitividad logística, entonces hay un problema de ensamble.
Entonces, no es tan fácil ni sencillo resolver este problema solamente con una tozudez desde el punto de vista de las decisiones que se tienen que hacer. ¿Qué hace falta? Es necesario siempre lograr que tu política fiscal esté alineada con tu política monetaria, con tu política cambiaria, y generar los ensambles correspondientes para lograr que eso se mantenga en términos de estabilidad.
O sea, no te tienen que superar las expectativas de corto plazo. Aparte, hay un escenario que me preocupa mucho, que es el tema de Estados Unidos. Porque con aumento de aranceles para China, que sea 60% como dice Trump, más de 10% para el resto de los países del mundo, entonces eso automáticamente te genera depreciación del tipo de cambio, te genera probablemente un impacto de aumento de la tasa de inflación, probablemente te genera un ajuste de la tasa de interés, probablemente eso te afecte claramente tanto el volumen de exportaciones propias, o sea, la competitividad externa de la Argentina, como el encarecimiento del flujo de los servicios de deuda, con lo cual el sector externo se ve agravado por esa dimensión.
-¿Qué panorama nos deja este contexto?
-Creo que la Argentina está siempre enmarcada desde 1810, obviamente 214 años de historia, en ciclos, transiciones que se dieron como polos antagónicos. Estos tienen vectores de contradicción, que han ido generando a través del tiempo.
Entonces, primero eran claramente las luchas entre «saavedristas» y «morenistas»; después, entre unitarios y federales. Después entre liberales y conservadores. Después, radicales y peronistas; después, peronistas y anti peronistas; después peronistas y no peronistas.
Después, coaliciones opositoras. Pero siempre, definitivamente, esos polos existieron. A veces se dividieron en dos, a veces en tres, a veces en cuatro, pero siempre emergieron como antagónicos. Es decir, el que pretenda establecer una hegemonía y negar al otro, en realidad no está comprendiendo la dimensión de la política argentina.
-¿Para 2025, qué nos espera?
-El escenario político para el año próximo es un escenario donde se dan estos procesos de polarización. Las elecciones van a ser extremadamente competitivas, creo que esto es un tema que va a determinar la orientación en un contexto internacional de grandes cambios.
Esto sería muy interesante después debatir.