Por Facundo Sagardoy
El maestro recordó cómo esta música lo vincula a su infancia y a sus seres queridos, como su padre, su padrastro y su hijo, y destacó la carga afectiva que tiene para él regresar a este lugar.
Salinas resaltó la riqueza del chamamé como género, subrayó su complejidad y la importancia de honrar su historia. Comparó figuras icónicas como Isaco Abitbol con artistas como Aníbal Troilo y Astor Piazzolla, destacando que el chamamé es una tradición que exige respeto y dedicación.
Inspirado por las palabras de Coquimarola, Salinas instó a las nuevas generaciones a aportar su propia visión al chamamé, renovándose sin perder su esencia. Para él, este esfuerzo es clave para el crecimiento y la evolución del género.
Desde su experiencia como guitarrista, expresó que tocar este género es como cantar con las manos. Indicó que, más allá de la técnica, este arte crece desde el sentimiento, conexión emocional que transmite a través de su música, un enfoque que consideró esencial para interpretar su esencia.
Finalmente, reflexionó sobre la importancia de un nacionalismo positivo que valore la cultura argentina, y remarcó que el chamamé es un símbolo de identidad y orgullo, con un futuro prometedor gracias al talento y la pasión de las nuevas generaciones.
«EL CHAMAMÉ ME TRANSPORTA A MI INFANCIA»
-Maestro, maravilló al público en la octava noche de la Cuarta Fiesta Mundial del Chamamé. ¿Cómo se siente?
-Para mí es una emoción muy grande, aunque siempre es difícil ponerla en palabras. En este caso, tiene que ver con mi padre. La última vez que hice algo con él fue acá, en este festival.
Siempre está presente mi padrastro, que era correntino, y mi padre, que falleció en pandemia. Hoy mi hijo no pudo venir porque está enfermo, pero sentí que todos ellos estaban acá conmigo. El chamamé es la única música que me transporta a mi infancia, así que imaginate lo que significa para mí volver y compartir este momento.
«Escuchar a Isaco Abitbol es como escuchar a Troilo o Piazzolla»
-Coquimarola dejó una reflexión muy interesante: «Los maestros dejaron un patrón, ahora, traigan su propio chamamé porque así el género va a crecer». ¿Qué opina al respecto?
-Cada vez que vengo veo músicos jóvenes muy talentosos, con un orgullo enorme de ser correntinos y de interpretar esta música. No es fácil tocar chamamé, aunque en algún momento se lo subestimó.
Pero cuando intentan tocarlo, se dan cuenta de que es complejo, porque tiene esencia, historia.
Escuchar a Isaco Abitbol, por ejemplo, es como escuchar a Troilo o Piazzolla; son artistas inmensos. Es un aprendizaje constante, y me emociona ver cómo las nuevas generaciones están haciendo crecer este género.
-Coquimarola también compartía el mérito del Taita, a quien se debe la organización de los instrumentos en esta maravillosa composición, para abrir espacio a otros instrumentos. Desde su perspectiva, ¿cómo vive esa invitación en la guitarra?
-Trato de cantar con la guitarra. Mi hija, cuando tenía seis años, me dijo: «Papá, tocar la guitarra es como cantar con las manos». Eso intento hacer con el chamamé.
A veces tengo más suerte, a veces menos, pero siempre pongo el sentimiento por encima de todo. Para mí, el chamamé no solo se toca, se siente.
«El chamamé tiene un futuro brillante»
-Esta fiesta es un momento inédito en la cultura del litoral. ¿Qué reflexión merece esta celebración de un género autóctono, folclórico y con raíces guaraníticas?
-Es el nacionalismo bien entendido. Si fuéramos más nacionalistas, no estaríamos como estamos. Deberíamos tener más orgullo de ser argentinos no solo en el fútbol, sino también en nuestra cultura.
Acá lo veo: jóvenes con el corazón encendido por este lugar y por esta música. El chamamé tiene un futuro brillante, y estoy seguro de que seguirá creciendo. Será un orgullo para cualquier músico del mundo venir a tocar acá.
-Será un orgullo tenerlo en la próxima edición.
-¡Ojalá!