Su fallecimiento fue confirmado por la Asociación Argentina de Actores. Tuvo una notable trayectoria en cine, teatro y televisión. Participó en «La historia oficial» y en «Esperando la carroza», entre otros clásicos.
La actriz Lidia Catalano murió a los 79 años, según confirmó este domingo la Asociación Argentina de Actores. Tuvo una extensa trayectoria en cine, teatro y televisión. Participó en La historia oficial, ganadora del primer Oscar para la Argentina, y en la recordada Esperando la carroza, donde protagonizó uno de los desmayos más memorables del cine argentino. Supo hacer de los papeles secundarios trabajos inolvidables
«Con profundo pesar, despedimos a la querida actriz y afiliada Lidia Catalano, quien ha dejado una marca imborrable en todas las ramas de la actuación. Acompañamos a sus seres queridos en este doloroso momento», posteó la entidad en su cuenta de X esta mañana.
«El teatro tiene que volver a convertirse en un ritual», pensaba en voz alta. «Hay que retomar la pasión. Algo tenés que contar. La gente no está acostumbrada al silencio, a dejar crear un espacio para que las cosas lleguen y toquen en la fibra de la emoción».
Muy joven se dio cuenta que quería ser actriz. «En este trabajo, si no sos libre, internamente, ¿para qué te sirve?».
Nacida en el Hospital Británico el 11 de septiembre de 1945, segunda de tres hermanos, sus primeros años transcurrieron en San Luis, donde su padre dictaba clases universitarias de Filosofía. Ya en Buenos Aires, se instalaron en casa del abuelo materno, Felipe, docente de dibujo en el Nacional Buenos Aires.
«Mi papá fue rector en Filosofía y Letras. Dejó una herencia de seis mil libros. Entre todos, yo elegía los textos poéticos. Lo que tiene la palabra poética es que, cuando se la dice, de verdad, parece que se está escribiendo. Eso porque el poeta te lleva al estado que él tenía».
Se formó en la actuación con Hedy Crilla –«estudié cinco años con ella y nos mandaba especialmente a ver a Alfredo Alcón al teatro», recordaba- y dio sus primeros pasos en los escenarios con Julio Ordano y Agustín Alezzo. En 2003 recibió el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable, entregado por el Senado de la Nación.
«Cuando estoy haciendo teatro todos los días repaso el texto, la partitura: encuentro, cada vez, resonancias distintas».
Desde 1974, cuando se plantó en el escenario del teatro Ecos dirigida por Alezzo en Tiempos de vivir, nunca detuvo esa energía artística. Ni el amedrentamiento en dictadura frenó su paso. En una charla con Clarín publicada en 2022, recordó cuando en un teatro de San Telmo aparecían grupos de desconocidos para lanzar pastillas de gamexane y contaminar la sala. «Estábamos en escena, parábamos, tapábamos la zona con trapos húmedos y con miedo seguíamos».Lidia Catalano, en mayo de 2011, en el bar El Greco de Caballito.
La Asociación Argentina de Actores recordó que tuvo una destacada participación en nuestro cine nacional, trabajando en films como La historia oficial, Camila, Yo nena, yo princesa, Esperando la carroza, No toquen a la nena, Señora de nadie, El caso María Soledad, Hermanas, Tiempo de revancha, Yo, la peor de todas, Flop y La parte del león.
Además, fue elegida por Alan Parker para participar en el filme Evita, interpretando a la madre de Eva Duarte. Su último trabajo fue en el cortometraje Abrazo ceñido, con Julián Bellegia.
Para el casting con Parker (1996), todas las actrices que se presentaron llevaron canciones norteamericanas. Lidia llevó un aria de ópera. “Cuando le di la partitura al chico del piano, me miró con cara de ¿y esto? ‘No te preocupes’, le dije. Y le avisé a Alan Parker que me iba a acompañar a mí misma así que toqué los acordes y canté. Pero mi personaje no cantó nunca. Fue una experiencia maravillosa. Imaginate llegar a la prueba de vestuario e ir al lado de la encargada de eso por hangares llenos de vestidos y sombreros, me elegí uno con una pluma. Y Parker hablaba castellano, conocía a autores argentinos, era un hombre culto».
En televisión, detalló la entidad a la que se afilió en 1976, participó en Aprender a volar, Ciega a citas, Chiquititas, Verdad Consecuencia, Nueve lunas, Alma pirata, Gladiadores de Pompeya, Variaciones Walsh, El elegido, Un año para recordar, Lo que el tiempo nos dejó, Jesús el heredero, Tiempo final, Chabonas, Zona de riesgo, El secreto de los Rossi y otras ficciones.Lidia Catalano, en una entrevista con Clarín en 2008.
En teatro, también tuvo una larga trayectoria con obras como Solo 80, Casa Matriz, El bochicho, La coronela, El libro de Ruth, Paternoster, Jettatore…!, Rita la salvaje, Sacco y Vanzetti, La ópera de dos centavos, Nuestra América y Seis personajes en busca de un autor.
El recuerdo del desmayo que se volvió viral
Protagonizó uno de los desmayos más memorables del cine argentino. Un desplome que incluye un golpe seco de nuca contra la vereda. Un síncope de antología. Buscando a mamá Cora, en Esperando la carroza, a su personaje le da «un soponcio» tan grotesco que su cara es ya meme eterno de la idiosincrasia nacional.
En una charla con Clarín de 2022, compartió sus recuerdos de aquella icónica escena. «Fue el propio Alejandro Doria el que me pidió que me desmayara y yo le exigí dos o tres colchones en el suelo para poder tirarme con todo«, explicaba y sumaba un dato de color de cómo aquella película quedó para siempre en el imaginario argentino. «A veces vengo de la verdulería con las bolsas y de un auto sale el grito ‘¡Emilia!’ (su personaje). Es lo más maravilloso que puede pasarme».Lidia Catalano en «Esperando la carroza», un papel que quedó en la galería de los mejores trabajos cinematográficos.
Recordó con gesto de reidora eximia que en aquel rodaje sus manos no descansaban: «No había reflectores, todo se hacía con el rebote del sol en el telgopor, así que cuando venía una nube a Doria le daba un ataque. Para compensar, en esos recesos, yo pedía a la producción: ‘¡Harina, manteca!’, y las actrices nos poníamos a hacer scones para calmarlo y acompañar con mate cocido. Fue una filmación inolvidable. En la casa de Versalles, donde se filmó, había un loro que se había aprendido todos los diálogos de China (Zorrilla) y le copiaba el tono. China nos decía ‘¡pero me va a arruinar la carrera este loro!'».
«Cambiate el apellido», escuchaba la actriz frecuentemente como consejo. Ella no hacía caso porque sentía «fantástica» la sonoridad de «Catalano». Más que el sonido, lo importante era no dejar en el olvido la historia de ese clan familiar que había llegado desde Controne, Salerno, Italia.
Clarín