Según un informe de la consultora Scentia, las ventas en supermercados y autoservicios registraron en febrero una caída del 9,8%, acumulando así quince meses consecutivos de retracción.
En diálogo con LA VOZ DEL CHACO, Miguel Simons, se refirió a la difícil situación que atraviesa el sector, marcada por una fuerte caída en las ventas y una crisis de rentabilidad.
«La situación sigue siendo muy mala para los supermercados de proximidad y los autoservicios. Hay baja rentabilidad, alto endeudamiento y problemas para afrontar los pagos de impuestos y servicios básicos como luz y agua», afirmó Simons.
En ese sentido, advirtió: «Si hoy la empresa proveedora de energía decidiera cortar el servicio a los comercios con facturas impagas, el 70% de los negocios se quedaría sin luz».
Consultado sobre la rentabilidad del sector, fue categórico: «Hoy no hay nadie con dinero que quiera invertir en supermercados», sostuvo.
Asimismo, explicó que las grandes cadenas continúan expandiéndose, pero más por una estrategia de mercado que por rentabilidad. «Carrefour, por ejemplo, busca abrir más bocas de expendio, no solo en formato exprés, sino también mayoristas, para cubrir zonas y evitar que crezca la competencia», detalló.
En cuanto a la caída del consumo, Simons resaltó un cambio en los hábitos de compra: «La gente no mira marcas, mira precios solamente». Según explicó, los supermercados mayoristas y las grandes cadenas captan el poco poder adquisitivo disponible, en detrimento de los pequeños y medianos comercios.
Otro factor que afecta al sector es el costo de la energía. «Muchos supermercados de proximidad dejaron de vender frutas, verduras y carnes porque los costos de refrigeración son demasiado altos y no les resulta rentable», señaló.
Sobre la inflación, reconoció que la caída del índice oficial es real, pero advirtió que los precios de los alimentos se mantienen altos por varios factores. «Primero, porque el poder adquisitivo de la gente es bajo, y segundo, porque los precios fueron inflados de tal manera que hoy pueden aguantar hasta 2026 con aumentos menores», explicó.
Además, cuestionó la falta de impacto de algunas medidas del Gobierno: «Se eliminaron impuestos, bajaron aranceles y se redujo la inflación, pero los precios no bajaron. En la industria automotriz, por ejemplo, sacaron impuestos, pero un auto que costaba $38 millones ahora vale $34 millones. ¿Y quién tiene $34 millones?».
Simons advirtió sobre la crisis que enfrentan los comerciantes para pagar salarios: «Si se aplicara estrictamente la escala salarial, un empleado de comercio debería ganar $1.050.000 en mano, y con cargas sociales, el costo total sería de $1.400.000 por trabajador. ¿Cuántos comercios pueden pagar eso?».
«La relación costo-beneficio se quebró. El pequeño y mediano empresario no puede sostenerse», explicó.
«La importación no resolverá
la inflación ni los precios»
Respecto a la decisión del Gobierno de aumentar la apertura de importaciones, Simons consideró que no tendrá un impacto positivo en el sector supermercadista:
«Ya vivimos esta historia. La importación no va a bajar los precios. Puede que abarate productos muy específicos, como la aceituna rellena con salmón, pero no lo hará con bienes esenciales como arroz, fideos o azúcar, porque nadie los importaría. Si se trae fideos de Italia, serán más caros que la miel».
Recordó además experiencias previas fallidas: «Cuando se abrieron las importaciones, Nestlé tuvo que tirar toneladas de galletitas y lácteos importados de Brasil que no funcionaron en el mercado argentino. Los precios no eran atractivos y terminó en un fracaso.»
Para el empresario, la solución pasa por otro lado: «Desde el primer día de Gobierno se debería haber incentivado a las pymes y pequeñas industrias. Son más fáciles de manejar y generan más empleo proporcionalmente que los grandes supermercados. Necesitamos que las industrias locales crezcan porque son las que toman mano de obra calificada».
«Hoy la gente solo mira precios»
Sobre los hábitos de consumo, Simons aseguró que las marcas han dejado de ser un factor decisivo: «La gente ya no distingue entre primeras, segundas o terceras marcas. Solo mira precios. Si la leche Verónica está barata, llevan Verónica. Si la azúcar Dominó es más económica, compran Dominó. Lo mismo con cualquier otro producto».
Finalmente, hizo una crítica a la falta de políticas para generar empleo genuino: «Vengo de viajar y veo a muchos jóvenes trabajando en estaciones de servicio, sirviendo café y hamburguesas.
Está bien que trabajen, pero ¿qué futuro les espera? Necesitamos industrias que generen trabajo calificado. No empresas que vengan solo a abrir locales en los barrios más ricos del país».