Las recientes lluvias registradas en la provincia del Chaco entre el viernes y el sábado trajeron alivio tras meses de sequía. “Llovió prácticamente en toda la provincia, salvo en el sector más oeste al norte, en la parte del Impenetrable, donde ya había llovido la semana anterior”, explicó el ingeniero Hugo Rohrmann, especialista en recursos hídricos en contacto con La Voz del Chaco.
El experto explicó que estas precipitaciones fueron el resultado del fin de un bloqueo atmosférico que afectó a Chaco y Formosa durante febrero y la primera mitad de marzo. “Este fenómeno impidió la entrada de humedad y favoreció lluvias en otras zonas como Tucumán, Córdoba y Bahía Blanca”, detalló Rohrmann.
Un respiro tras la sequía
La falta de lluvias durante los últimos meses afectó gravemente al sector agropecuario. “Se habla de un 80% de pérdidas en la producción”, sostuvo el ingeniero, señalando la importancia del agua no solo para el consumo humano, sino también para la economía regional. “El día mundial del agua nos recuerda su valor y la necesidad de preservarla”, agregó.
Urbanización y
riesgo hídrico
Uno de los problemas centrales que surgen tras episodios climáticos extremos es la planificación urbana deficiente. “Construimos en zonas de riesgo hídrico sin considerar el impacto de crecidas o lluvias intensas”, advirtió Rohrmann, citando casos como Bahía Blanca, Santa Fe y Porto Alegre, donde se registraron graves inundaciones en los últimos años.
La población urbana creció exponencialmente en las últimas décadas, lo que incrementa la vulnerabilidad ante eventos climáticos. “Argentina pasó de tener un 50% de población rural a más del 90% en zonas urbanas. Sin una planificación adecuada, el impacto de las lluvias seguirá en aumento”, explicó el especialista.
El rol del Estado
Según Rohrmann, la falta de regulaciones y el descontrol en la urbanización han llevado a que la infraestructura existente sea insuficiente. “Existen mapas de riesgo hídrico, pero el crecimiento urbano no siempre respeta esas zonas de peligro”, indicó. Además, señaló la falta de intervención por parte de los gobiernos locales para evitar que comunidades se asienten en áreas inundables.
El ingeniero también enfatizó la necesidad de equilibrar la inversión en obras con medidas preventivas. “Las obras son fundamentales, pero deben ir acompañadas de políticas de gestión del riesgo”, indicó. Recordó el caso del dique regulador de Barranqueras, que colapsó tras la primera crecida en 1982, dejando expuesta la falta de previsión en la provincia.
¿Cambio o variabilidad ?
Consultado sobre el impacto del cambio climático en estos fenómenos, Rohrmann manifestó una postura cautelosa. “Prefiero hablar de variabilidad climática”, afirmó, explicando que los registros históricos muestran ciclos de sequías y lluvias intensas en la región. “Por ejemplo, en Sáenz Peña tenemos registros de 1000 mm anuales en promedio, pero ha habido años con solo 400 mm y otros con 1800 mm”, señaló, subrayando la naturaleza cíclica del clima chaqueño.
Sin embargo, reconoció que el crecimiento demográfico y la urbanización descontrolada han aumentado el impacto de estos eventos. “Hace 50 años, una lluvia como la de Bahía Blanca en 1975 no causó el desastre que vimos recientemente. La diferencia está en la cantidad de gente y la falta de planificación urbana”, explicó.
Soluciones a largo plazo
Para el ingeniero, el camino a seguir debe incluir una mejor planificación territorial, la construcción de infraestructura adecuada y una política de preservación del agua. “Debemos aprender a manejar el agua de forma más eficiente, tanto en periodos de sequía como de inundaciones”, concluyó.
El impacto de las lluvias recientes en el Chaco es un recordatorio de la importancia de la gestión del agua y la necesidad de medidas preventivas. La historia ha demostrado que estos eventos no son nuevos, pero la respuesta que se les dé determinará su impacto en la población y en la economía de la región.