Luego de que el cuerpo del Papa argentino fuera alojado en la sencilla tumba ubicada en la basílica de Santa María la Mayor, tal como lo pidió el propio Jorge Bergoglio, en los pasillos marmóreos del Vaticano, comenzaron las conversaciones para darle inicio al análisis que derivará en la elección del próximo sucesor de Pedro.
Son 135 los cardenales con derecho a voto, todos menores de 80 años, procedentes de 71 países, quienes tendrán a su cargo la pesada tarea de elegir al nuevo. Un mosaico global que revela no solo la universalidad de la Iglesia Católica, sino también su encrucijada.
Los medios europeos advirtieron que se nota algo en el ambiente que recuerda a la víspera de una tormenta. No una tormenta meteorológica, sino espiritual, institucional, profética. Porque, a diferencia de la última transición, esta vez no habrá renuncia ni pontífice vivo en Castel Gandolfo.
Solo el cuerpo de un hombre que quiso ser llamado «el obispo de Roma», expuesto sin catafalco, sin báculo, en una caja de madera forrada en zinc. Solo su testamento, que pide ser enterrado «sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus».
La capilla Sixtina espera a los cardenales. Las normas establecen que el cónclave no debe convocarse durante los Novediales -el período de nueve días de misas por el alma del Papa fallecido, que empieza a contarse desde el entierro- ni extenderse más allá del vigésimo día tras su muerte.
En este caso, con el funeral de este 26 de abril, los Novediales concluirán el 4 de mayo, y el cónclave podrá comenzar entre el 5 y el 10 de mayo, fecha límite marcada por la normativa vaticana.
POR EL «UNIFICADOR»
Algunos de los cardenales que participarán en el cónclave en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Francisco aseguraron que afrontan esta misión con «aprensión», «responsabilidad» y «esperanza», al tiempo que comenzaron a esbozar el perfil del futuro papa: un «unificador».
Los 12 años de Pontificado del primer Papa latinoamericano estuvieron marcados por las reformas y un estilo sencillo, lo que le valió la dura oposición de los sectores más conservadores de la Iglesia, con su predecesor Benedicto XVI como insignia.
Ya el viernes, los cardenales -electores y no electores (aquellos de más de 80 años)- se congregaron en el Vaticano para una cuarta reunión informal desde el deceso del Santo Padre el pasado lunes 21.
Estas «congregaciones» de los llamados príncipes de la Iglesia, que continuarán en los próximos días, les permiten confrontar puntos de vista sobre las prioridades del próximo pontificado.
Alrededor del 80 por ciento de los 135 cardenales electores fue nombrado por Francisco, quien dio prioridad a los países del Sur global y de regiones aisladas.
Los otros cónclaves
El funeral, oficiado por el cardenal Giovanni Battista Re, se convirtió también en una cumbre política incómoda en la que coincidieron Donald Trump con Volodímir Zelenski -que no se veían desde el turbulento encuentro en la Casa Blanca-, y con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, en plena negociación por el caos arancelario entre Europa y Estados Unidos.
Hubo ocasión incluso para que Zelenski y Trump se reunieran brevemente en el interior de la Basílica de San Pedro, antes del funeral, prometiendo encontrarse de nuevo por la tarde para tratar de avanzar en un acuerdo de paz en el conflicto bélico con Rusia.
Tras el encuentro, el Presidente de Ucrania afirmó que habló de una tregua «total e incondicional» durante su reunión «simbólica» con Trump, que presiona para que cesen las hostilidades entre Kiev y Moscú.
MILEI Y GIORGIA
Javier Milei y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, tuvieron un almuerzo de trabajo después del funeral. Ambos se ubicaron en primera fila durante la ceremonia de despedida del Sumo Pontífice.
Cuando Milei vio a Meloni, inmediatamente el Presidente abrazó a la primera ministra e intercambiaron pocas palabras. Luego, ambos ocuparon sus lugares para seguir con atención la ceremonia presidida por el cardenal Giovanni Battista Re.
En diciembre del año pasado, la italiana concedió la ciudadanía italiana a Milei, habiendo ya expresado en numerosas ocasiones su afinidad ideológica con el mandatario argentino.