«Pocos saben que nuestra localidad tuvo el primer alumbrado público eléctrico en 1882, aunque tenemos una pulseada con la ciudad de La Plata, por quien trajo la primera luz a la Argentina», dijo a Télam el intendente de Las Palmas, Víctor Armella.
«Esta localidad fue la primera en todo el Chaco y en todo el país en tener energía eléctrica, con una diferencia de meses en relación a la ciudad de La Plata», confirma el guía del Museo de Sitio Ex-Ingenio Las Palmas, Gustavo Acosta Colodrero.
Es que la historiografía oficial reservó ese lugar de pionera a La Plata, cuyo carácter de urbe cuidadosamente planificada desde su fundación en 1882 incluyó también el servicio de iluminación artificial alimentado a electricidad a partir de 1885, que a la ciudad de Buenos Aires le llevaría más tiempo implementar en reemplazo del existente, alimentado a gas.
«Parece que el mismo buque trae dos grupos electrógenos: uno viene al Chaco, que tardó más en llegar porque tuvo que remontar el Paraná, y el otro fue para La Plata. Pero acá se adelantaron en instalar los equipos que venían todos desarmados, porque había varios ingenieros venidos de Europa que enseguida lo pusieron para la fábrica inicialmente, y de ahí lo expandieron a todo el pueblo», agregó Acosta.
Declarado patrimonio cultural del Chaco en 2006, el conjunto conformado por las instalaciones de la fábrica Ingenio Azucarero Las Palmas del Chaco Austral, más la denominada Casa Grande donde vivían sus propietarios y los edificios anexos, está en pleno proceso de restauración y puesta en valor mientras en paralelo tiene lugar el proceso aprobación del proyecto de ley que convierte en parque nacional unas 5.600 hectáreas de humedales que también pertenecían a este ingenio y que se encuentran 15 kilómetros al este, muy próximas a la ribera del río Paraguay y la frontera con Paraguay.
El ingenio fue fundado en 1882 por los hermanos e inmigrantes irlandeses Ricardo y Carlos Hardy, esto es, dos años antes de que empezara oficialmente la denominada «Campaña del desierto verde» para extender la soberanía del naciente Estado nación sobre estos territorios ubicados más allá de la frontera con el indio y someter a los pueblos originarios sobrevivientes, obligándolos a incorporarse como mano de obra barata y forzada a diferentes procesos productivos, fundamentalmente forestales, azucareros y algodoneros mediante el sistema de reducciones estatales.
«Cuando finaliza la Guerra de la Triple Alianza y el Estado argentino se propone implantar su soberanía sobre estas tierras, emite un decreto para facilitar a empresarios y colonos tierras para que vengan, colonicen, produzcan lo que sea producible», contó Acosta.
Entre los que llegan tentados por esta posibilidad se cuentan los hermanos irlandeses «que hacen un primer tanteo del cultivo de la caña de azúcar en Isla del Cerrito», distante 25 kilómetros lineales de Las Palmas donde «es excelente la producción, pero una gran inundación arruina la cosecha».
«Pero ellos venían con la primera tecnología y trasladaron la explotación para esta zona sabiendo que en este lado del monte había zonas altas con agua dulce», contó y agregó: «Así se instalaron en acá fundando la primera de lo que después fue la provincia de Chaco, que en ese momento era territorio nacional».
Según explicó este historiador, el Estado le concesionó 121 mil hectáreas para la producción y procesamiento industrial de la caña de azúcar, que ocupaban gran parte de lo que hoy es del departamento chaqueño de Bermejo.
El ingenio – que llegó a tener 4 mil personas trabajando bajo su órbita y a exportar azúcar a Estados Unidos- pasó por diferentes etapas hasta su cierre y desguace definitivo; de lo cual pasó a la historia como «el primer y único ingenio que tuvo Chaco», donde además de azúcar se producía papel madera, miel de caña, alcohol etílico y de quemar.
«Las Palmas del Chaco Austral SA» fue estatizado en 1969 hasta que en 1991 y en plena ola privatizadora, el entonces presidente Carlos Menem dispuso su cierre definitivo. Con posterioridad, en 1993, se rematan todos sus bienes, excepto el complejo Casa Grande y el predio que ocupa el futuro parque nacional Laguna El Palmar, ya reservados con esas finalidades.
«La maquinaria más importante de la molienda de azúcar, la compró una sociedad paraguaya como chatarra y la pusieron a funcionar de nuevo en las afueras de Asunción», contó Acosta. El fatídico impacto para la población del desmantelamiento de esta industria que -como La Forestal y Ledesma, habían forzado la incorporación de estos territorios al sistema económico capitalista industrial- está contado en el documental «Las Palmas: Chaco», de Alejandro Fernández Mouján.
Fuente: Télam