Con el Domingo de Ramos comenzó ayer la Semana Santa para los católicos. En la Iglesia Catedral celebraron tres misas, a las 8.30, 10.30 y 20, con la tradicional bendición de laureles, olivos y hojas varias que representan las ramas de palma con las que una multitud recibió y esparció frente a Cristo, mientras él entraba en Jerusalén.
Por esto al ingreso y en las inmediaciones se pudo ver vendedores ambulantes que ofrecían estos ramitos para su posterior bendición.
El arzobispo de Resistencia, monseñor Ramón Dus, se expresó en relación a la crítica situación económica y social del país, con índices de pobreza y desempleo en aumento, y en consonancia con la conmemoración por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia en el país, Dus aseguró que «una cultura democrática genuina acepta y defiende la pluralidad de opciones entre todos».
Por qué se conmemora
El Domingo de Ramos, también conocido en algunas denominaciones como el sexto domingo de Cuaresma, evoca el momento histórico cuando Jesús de Nazaret entró a Jerusalén montado en un burro. Fue recibido por una multitud que le rindió honores extendiendo mantos y ramos de olivos en su camino.
Los ramos de olivo, símbolos de paz, victoria y prosperidad, eran un gesto de reconocimiento a Jesús como el Mesías y el hijo de Dios.
Esta celebración no solo honra esa entrada triunfal, sino que también marca el comienzo de los eventos que conducen a la crucifixión y resurrección de Cristo.
En la actualidad, la celebración del Domingo de Ramos sigue siendo un pilar de la fe cristiana. En muchas iglesias alrededor del mundo, incluyendo las tradiciones católica, ortodoxa, luterana y anglicana, se realiza la bendición y distribución de palmas o rama de olivo, dependiendo de la flora de la zona. Son un recordatorio tangible de la fe y la esperanza en la redención y la victoria sobre el sufrimiento.
Además, este ritual anual sirve como un medio de preparación espiritual para los días que siguen, especialmente el Triduo Pascual –los días santos de Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo– que culminan en la celebración de la Resurrección en el Domingo de Pascua.
Además, el Domingo de Ramos tiene un impacto cultural significativo. En diversas comunidades, se organizan procesiones y eventos especiales para conmemorar esta fecha.
Las ceremonias del Domingo de Ramos no solo atraen a los fieles regulares, sino también a aquellos que quizás no participan activamente en la vida eclesial durante el resto del año, demostrando su amplio alcance y su capacidad para unir a la comunidad en una expresión compartida de fe.