Por Facundo Sagardoy
En una ceremonia conmovedora llevada adelante en la Legislatura de Corrientes, el artista visual y fundador del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes Ñande MAC, Luis Niveiro, recibió a fines de agosto el premio al Mérito Civil otorgado por el Supremo Consejo Federal del Grado 33 para la República Argentina.
En su discurso, reflexionó sobre la importancia de asumir riesgos para construir la historia, subrayando que la libertad debe ser una construcción basada en la curiosidad, el conocimiento y la responsabilidad.
Frente a un recinto colmado, Niveiro enfatizó el papel fundamental de los museos como espacios democratizadores y recordó que el arte es una necesidad social, capaz de transformar a las personas y a las comunidades a través de la verdad y la belleza.
«Sin riesgo no hay historia», afirmó el filántropo, recordando cómo un grupo de amigos decidió emprender un proyecto que hoy comienza a hacer historia: el Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes.
Entrevistado por LA VOZ DEL CHACO, el artista y filántropo reflexionó sobre su visión del arte, la cultura, la educación y que con esta perspectiva adhiere a un proceso de transformación social con escasos precedentes en el litoral argentino.
Así transcurrió parte del diálogo.
-Luis, en tu discurso mencionaste que «sin riesgo, no hay historia». ¿Qué significa esta frase para usted y cómo la relaciona con el proyecto de Ñande MAC?
-Claro, lo que quiero decir es que la historia, tanto personal como colectiva, se construye a partir de decisiones y apuestas que implican un riesgo.
Un grupo de amigos, ciudadanos correntinos, decidimos embarcarnos en un proyecto que hoy está comenzando a hacer historia: el Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes, Ñande MAC.
La libertad no es solo un concepto abstracto, es algo que se ejerce a través de acciones concretas. Nosotros ejercemos nuestra libertad al crear, al hacer, y especialmente al hacer para los demás.
Pero esto no significa hacer sin responsabilidad; nuestra libertad siempre está acompañada de un sentido de protección y de compromiso con lo que estamos construyendo.
-En ese mismo sentido, se refería a que la libertad se construye a partir de la curiosidad y el conocimiento. ¿Cómo se relaciona eso con tu visión del arte y del museo?
-Para mí, la libertad no es algo que simplemente existe. Se construye, y uno de los pilares de esa construcción es la curiosidad. La curiosidad es lo que nos lleva al conocimiento, y este, a su vez, nos hace más libres. Pero el camino hacia el conocimiento no es fácil.
Cometemos errores, dudamos, pero es parte del proceso. Lo importante es que cada vez que caemos, tenemos que levantarnos con más fuerza, aprendiendo y mejorando. En ese proceso de hacer, algo cambia dentro de nosotros, sobre todo cuando hacemos algo por los demás.
El museo es, en gran parte, el resultado de esa curiosidad y del deseo de compartir lo que aprendemos y descubrimos con la comunidad.
-Durante su discurso, mencionó que cuando se aprobó la ley para la creación del museo, dijo que necesitaban «un millón de soñadores». ¿Qué quería usted expresar con esa frase?
-Lo que quise decir es que ningún proyecto de esta magnitud puede llevarse adelante por una sola persona o un pequeño grupo. Ya habíamos materializado un sueño cuando logramos que se aprobara la ley para la creación del museo, pero sabíamos que no era suficiente.
Los proyectos no se terminan nunca. Siempre hay algo más por hacer, algo más por construir. Por eso digo que necesitamos soñadores, personas que se sumen al proyecto y lo hagan crecer. Vivir es una oportunidad y tenemos que aprovecharla. No basta con opinar sobre lo que queremos que cambie en el mundo; hay que hacer, hay que concretar.
La educación pública y el proceso de construcción del museo
-Este proyecto del museo está muy ligado a su experiencia personal y su gratitud por la educación pública. ¿Podría hablar un poco más de esa relación?
-La educación fue y sigue siendo fundamental en mi vida. Fui educado en un sistema público, laico y gratuito, y estoy muy agradecido por ello. Ese sistema me enseñó no solo conocimientos, sino también valores como la tolerancia, el diálogo, la libertad y el pensamiento crítico.
El museo es, de alguna manera, un tributo a todo lo que he recibido de la educación pública. Cuando un grupo de amigos y yo comenzamos a trabajar en este proyecto, lo hicimos con el mismo enfoque: paso a paso, ladrillo a ladrillo.
Primero donamos 50 obras de arte al Estado provincial en 2017. Luego, en 2018, nos organizamos formalmente como Asociación Civil Ñande MAC. En 2019, presentamos un proyecto de ley para formalizar la creación del museo, y fue aprobado en tiempo récord. El Poder Ejecutivo lo convirtió en ley y así nació el museo.
En 2020 y 2021 trabajamos en conseguir un espacio físico, y finalmente, en 2022, se designó un edificio que está siendo reciclado. Creemos que para 2025 colocaremos el último ladrillo.
-Ha hablado mucho sobre la educación. En su opinión, ¿qué es lo más importante que necesita el ser humano en su proceso educativo?
-Para mí, el ser humano necesita varios estímulos importantes para aprender: curiosidad, pensamiento crítico, creatividad, trabajo en equipo, comunicación, amor por lo que hacemos, pasión, empatía y confianza en el grupo. La educación no es simplemente acumular conocimientos, sino aprender a pensar por uno mismo. Un país no es rico por los recursos naturales que tiene, como el petróleo o la tierra fértil, sino por su educación. Un pueblo educado es un pueblo rico.
Las artes, la música, la educación física y las matemáticas son fundamentales porque desarrollan nuestra imaginación, que es más poderosa que el conocimiento en sí mismo. La imaginación es infinita, mientras que el conocimiento es limitado. Como decía Einstein, la lógica te lleva de un punto A a un punto B, pero la imaginación te lleva a cualquier parte.
La educación también está relacionada con el hacer, con la voluntad de actuar. Si educamos para cooperar y ser solidarios, lograremos la paz. Pero si educamos solo para competir, estamos educando para la guerra. María Montessori lo decía muy claro.
Un espacio de reflexión
La gratitud, madre de todas las virtudes -¿Cómo usted ve el papel de los museos en la sociedad actual?
-El museo contemporáneo ha dejado de ser solo un lugar para exhibir arte. Se ha convertido en un espacio democratizador, donde la gente puede pensar, reflexionar y disentir. Es un instrumento de justicia social y tiene un papel muy importante en la memoria de la humanidad.
Los museos a veces no nos representan, y eso debe cambiar. No siempre cuentan la historia completa, muchas veces solo narran la historia de los vencedores.
El arte nos entrega belleza, pero también nos confronta con la verdad. Un museo debe ser un espacio donde se escucha y se es escuchado, donde se promueven el desequilibrio y el desafío a lo racional. Es un lugar donde las emociones tienen un papel central, porque las emociones son clave para el aprendizaje y la consolidación de la memoria. Además, el museo es una ventana abierta tanto a lo duradero como a lo efímero, a la belleza y al espanto.
-En su discurso hizo una reflexión muy especial sobre el papel del arte en la vida del ser humano. ¿Por qué cree que el arte es tan importante?
-El arte es una necesidad social. No podemos verlo como un lujo dentro del concepto de cultura. Durante la pandemia, nos dimos cuenta de cuánto necesitamos el arte. Nos ayuda a entender el mundo y a nosotros mismos, y modifica a las personas.
Si el arte cambia a las personas, los museos también tienen el poder de cambiar a la comunidad. El arte estimula la capacidad de asombro y la curiosidad, es una forma de vivir, no solo de existir. Además, el arte debe estar vinculado a la ética y la política para que la dignidad del ser humano no se degrade.
Bertolt Brecht lo decía muy bien: «El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma».
-Hablaste también sobre el rol de los artistas en la sociedad. ¿Qué crees que los artistas pueden aportar a la sociedad contemporánea?
-A mi entender, los artistas deben estar en el centro de la sociedad. Los artistas hacemos o tratamos de hacer visible lo invisible. Es importante tener presente que el artista incursiona en territorios límites, donde otros no se atreven. El artista muchas veces incomoda, y así debe ser. Además, hay que reconocer que en todas sus actividades hay generosidad.
En este siglo XXI, necesitamos nuevos rituales. En los momentos de espera o de transición, se generan grandes acontecimientos, y los artistas intuyen esos momentos del porvenir, adelantándose al tiempo. La creatividad de los artistas va a pasar a ser, o ya es, una nueva experiencia con la tecnología; vamos a ser otra persona, vamos a definir otro concepto del mundo y de la humanidad. Nos invitará a razonar más y distinto, sin perder la emocionalidad como seres que somos.
La gratitud, madre de todas las virtudes
-Para cerrar, nos gustaría que profundizara en su concepto sobre la donación, algo que mencionó varias veces en su discurso.
-En la vida, todo es temporal. Somos dueños de las cosas materiales temporalmente. Liberarnos de las cosas es importante porque permite que entren otras nuevas. Con respecto a desprendernos de algo, debemos confiar en que, si algo desaparece de nuestras vidas, igualmente podemos ser felices.
Para donar, es esencial estar bien predispuestos y desear hacerlo; de lo contrario, podemos caer en el efecto rebote. Todo lo que acumulamos en algún momento fue esfuerzo, tiempo y dinero. Es una reflexión. Donar no es decir adiós, es decir gracias, como señaló Melanie Melhem. El acto de donar no es regalar, sino compartir.
-Finalmente, mencionó la gratitud como una de las mayores virtudes. ¿Cómo entiende la relación entre la gratitud y la libertad?
-Según Cicerón, la gratitud es la madre de todas las virtudes. Es la mayor de todas las virtudes, si no la mayor de todas las verdades. Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables; cuando se separan, el hombre deja de existir.
En estas épocas, hay personas que no piensan como las demás, es decir, que no piensan como los que no piensan, según Marguerite Yourcenar. No hay libertad sin necesidad de pensamiento, como no hay belleza sin el pensamiento de la belleza. Y para terminar, para mí, después de la vida, lo más importante, a mi humilde entender, es la libertad.