La semana pasada, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) informó que a partir de una denuncia recibida se realizó un operativo de inspección sobre 7 casos de posibles irregularidades en cultivos de algodón ocurridos en la provincia del Chaco, durante la presente campaña. Las irregularidades denunciadas radican en el uso de una semilla portadora de tecnología no autorizada en Argentina.
Se trata de un nuevo caso de cultivos transgénicos que se siembran en la Argentina sin tener los debidos análisis de riesgo ni la aprobación de las tres instancias que deberían expedirse: el Senasa, la Conabia y la Subsecretaría de Agricultura.
La Argentina, que se ufana de tener una de las legislaciones en materia de biotecnología agrícola más de avanzada en todo el mundo, no puede evitar que se repitan a lo largo de la historia contemporánea casos de cultivos modificados genéticamente que se siembran de manera ilegal. Ya son varios los casos de “fugas” al ambiente de transgénicos que no han sido aprobados.
Ya revisaremos ese listado. Por ahora sabemos a partir de los controles del INASE que a esa larga lista se suma un algodón OGM encontrado en varios campos del Chaco.
“Agentes de la Dirección de Fiscalización y de Oficinas Regionales de INASE, con el consentimiento de los titulares de los lotes a inspeccionar, procedieron al muestreo aleatorio de hojas, a la revisión de documentación, y realizaron pruebas rápidas para determinar la existencia de eventos biotecnológicos no presentes en variedades comerciales, con tecnología QuickStix, arribando al resultado preliminar de 6 posibles irregularidades”, informó ese organismo.
Esto sucedió la semana pasada. Ahora, “como continuidad del proceso, el resultado de los testeos preliminares obtenidos a campo serán sometidos a pruebas en el Laboratorio Central de Análisis de Semillas de INASE con el fin de confirmarlos o rectificarlos. En caso de confirmar los resultados preliminares, el cuerpo legal del INASE procederá a ejecutar las sanciones correspondientes que podrán incluir desde severas multas hasta la supervisión del destino final del material cosechado”, completó la escasa información oficial.
Bichos de Campo consultó a ese organismo sobre la variedad encontrada, pero allí se excusaron diciendo que los análisis definitivos no han concluido todavía y por eso el caso «se maneja bajo reservas».
En 2019, en Chaco, Santiago del Estero y hasta en Salta el mismo INASE había encontrado una variedad prohibida de algodón transgénico, el Bollgard 2 desarrollado por la ex Monsanto, que tampoco había sido habilitada aquí, pero sí en Paraguay y Brasil. En aquel momento hubo una gran destrucción de los lotes de algodón que habían sido cosechados.
En este ocasión, según fuentes del sector, se trataría de otro algodón genéticamente modificado y que contendría la tecnología Liberty Link (resistente al herbicida glufosinato de amonio) y que ya fue aprobado hace varios años en Brasil. Al parecer, esa variedad todavía no habría sido aprobada localmente, a pesar de que en los últimos años la Conabia habilitó la siembra de varias variedades de algodón transgénico (de Basf y Syngenta) resistentes a herbicidas e insectos.
Héctor Linke, de la Asociación de Productores de Algodón, tampoco pudo brindar precisiones: “No sabemos quiénes son los productores inspeccionados ni sabemos nada por parte del INASE”, se lamentó el dirigente, visiblemente preocupado por el asunto.
A primera vista, otro papelón en la historia de los OGM en la Argentina, que comenzó con un desliz de siembra de un tabaco OGM que no estaba permitido y siguió con la siembra ilegal del maíz GA21 a fines de los 90. Más cerca en el tiempo se repitieron los casos de fugas o escapes, con el algodón mencionado, una alfalfa RR resistente al glifosato, que estaba sembrada por todo el país e incluso se ofrecía por Mercado Libre; o una colza transgénica que apareció en Europa y que había sido sembrada a partir de semillas de origen argentino.
Hasta ahora, el caso más resonante ha sido el de la soja RR, el primer transgénico habilitado en 1996, que salió de contrabando de la Argentina e inundó los campos del sur de Brasil, donde estaban prohibidos los transgénicos. Por eso se la bautizó “soja Maradona”. En estos momentos se corre el riesgo inverso, ya que el vecino país ha aprobado nuevas tecnologías en soja que no se han liberado todavía en la Argentina.
Dada la cercanía de los países agrícolas de la región y la permeabilidad de sus fronteras, no sería inadecuado que se pensara un sistema de aprobación uniforme a nivel del Mercosur, para evitar el traspaso de eventos transgénicos de algunas zonas donde sí se los permiten a otras donde se mantienen sin aprobación.