-Yaco, ¿qué te inspiró a escribir «On My Knees» y cómo fue el proceso creativo detrás de este proyecto?
Yaco: El nombre «On My Knees» salió un poco por la canción Like a Prayer de Madonna, por la posición misma de pedir, suplicar, rezar. La Magdalena es un personaje que se desprende de la obra «Crucifixión», de la cual fui parte durante el 22/23, una obra conformada por actrices y directores de La Rioja. Un obrón con el que tengo un amor profundo, sobre todo por mis compañeras de elenco.
Quería que la Magdalena siguiera contando un poco de ese universo, de las mujeres en la Iglesia, sus roles, creencias y diferencias. En este caso, ella cae por primera vez en terapia y, bueno, entre hablar sobre sus amigas, se filtra su propia vida, de dónde viene y ese oficio de «puta» tan controversial aún en estos tiempos.
El texto surge de contar la vida de sus amigas: Piedad, Graciela y Gilda. Pensé en esto como una mujer de cincuenta y tantos que va por primera vez a terapia, a revelarse, a contar de sí, dejándose ver de a poco. Las amigas la alientan a ir, con el clásico «che, ¿pensaste en hablar con algún profesional?», a poder curarse en el habla, a poner en palabras ahí, entre el público y este terapeuta que a veces interviene y a veces no. También surge a partir de la ira, no voy a mentirles, jajaja, esto de la hipocresía en la religión, el encubrimiento, lo no dicho y los secretos, esas bronquitas que quedan y encuentran su salida en el sentarse. Y como soy medio de la vieja escuela, lo pasé a tinta y papel. Derecho.
Fuimos puliendo en ensayos, encontrándole la dinámica, los momentos. También el contacto directo con el público, más cercano, permite cierto clima íntimo. Quien especta termina medio sumergido en ese vaivén que hace el personaje.
Y el proceso creativo, personalmente, un poco en el eco de mis maestras del hacer escénico, es siempre abierto. Creo que, al ser vivo, un hacer vivo, la obra crece y se transforma en cada ensayo, en cada función. Me permito mucho jugar con el texto. La improvisación me encanta, y Hernaldo me deja jugar muchísimo.
Hernaldo, como director de la obra, ¿qué retos enfrentaste al trabajar con un monólogo tan intenso y cargado de simbolismo?
El texto ya era un texto trabajado por Yaco. Lo que hice fue trabajar algunas líneas de intensidad desde la primera lectura. El texto me tomó por sorpresa una vez que lo vi en escena. Nos citamos con Yaco, él me comentó que quería que viera un trabajo suyo, pero nunca supe que era la obra en sí. Pensaba que se trataba de un texto escrito. Mi sorpresa fue que, cuando Yaco salió del baño de mi casa, ya no era Yaco, sino la Magda. Desde ahí comenzó esta aventura. Le hice preguntas y me enamoré del personaje. Hubo unas tareas guiadas a la distancia que luego se convirtieron en nuestro trabajo escénico, con tres líneas puntualmente marcadas para Yaco: aplastá al público con verborrea, subilos a la cima de sus interiores densos y oscuros, y después tiralos al precipicio.
SOLITARIA, NOSTÁLGICA, EXPLOSIVA
«On My Knees» es un spin-off de «Crucifixión». ¿Cómo evoluciona el personaje de La Magda en esta nueva entrega?
Yaco: Esta vez la Magda está sola, ¡no tiene a sus amigas! «Crucifixión» tiene muchísima carga visual, con santuarios, velas, rosarios, pósters, un cuadro del Papa Francisco y una remera de Messi. La obra está planteada dentro de una iglesia; nació en el espacio Casa Güemes, en La Rioja. Y la Casa Güemes, la sala, está literalmente dentro de una casa. Desde el principio, es una obra que lleva en sí la intimidad de un espacio no convencional.
En «Crucifixión» hay cuatro personas en escena (tres mujeres y un hombre) con un soporte visual cargadísimo: corridas, gritos, delirios, juntas y tan diferentes las cuatro mujeres. En «On My Knees», Magdalena está en un consultorio, frente a un profesional, sola. Ella no tiene cómo escapar en esa confesión, en ese develarse al público que también actúa como psicólogo. La interacción es directa con el espectador, con quien me conecto para actuar.
Es relatar en primera persona toda la historia de ella, con sus amigas lejos, nostálgica y a la vez explosiva. Entonces, es una Magda dispuesta, cercana, un poco desconfiada al principio, pero como habla tanto y se queda sorda de sí misma, se deja ver para ver si se cura un poco.
¿Cómo creen que la obra se conecta con la audiencia?
Yaco: conecta por la familiaridad de su historia, por el estado en que llega y va mostrándose. Los estados de animo por los cuales atraviesa están relacionados con temáticas que actualmente están muy presentes como la importancia de poner en palabras, de buscar ayuda, de sostenernos entre todes y a través de las redes que nos ayudan a salir.
Deseamos que las personas puedan llevarse la versión en primera persona de un personaje que no escatima en detalles, ni emociones.
Deseamos que quienes van, se vayan con ganas de hacer teatro, donde pueda, con quienes pueda, porque así como nos ha salvado a nosotres puede rescatar el corazón de alguien más y de algún modo le contagie a seguir en este caminito, que tanto bien hace.