Miguel Simons describió un panorama sombrío para el sector supermercadista de la provincia. Con una combinación de caída del consumo, inflación persistente y costos operativos desbordados, los pequeños y medianos supermercados están luchando por sobrevivir.
«La situación es crítica no solo en cuanto a las ventas, sino en todo lo relacionado con la estructura de costos que enfrentamos día a día», afirmó Simons en una extensa entrevista, donde abordó los múltiples problemas que aquejan a los comerciantes locales.
En agosto, el consumo en supermercados y autoservicios de la provincia cayó un 17,2%, marcando la mayor retracción interanual de los últimos años, según datos de la consultora Scentia. Este dato no es casualidad, según Simons, quien enfatiza que esta disminución refleja una tendencia nacional.
En diálogo con LA VOZ DEL CHACO, Simons aseguró que «la gente ha dejado de comprar productos de primera necesidad. Esto no es solo un síntoma de una crisis coyuntural, sino de una crisis estructural que afecta tanto a los consumidores como a los comerciantes».
Asimismo, resaltó que la situación es especialmente dramática en los supermercados de proximidad, donde el impacto de la caída en el consumo se siente con mayor intensidad. «Las ventas no solo han disminuido, sino que la rentabilidad es casi nula debido a los altos costos que enfrentamos en términos de servicios, impuestos y cargas sociales», aseguró.
El incremento desmedido de los costos operativos
Uno de los aspectos más alarmantes, según Simons, es el desmesurado aumento de los costos operativos, particularmente en lo que respecta a los servicios públicos. «El costo de la electricidad ha escalado de una forma inaudita.
Antes pagábamos entre $40 mil y $50 mil de luz por mes, ahora esa cifra ha ascendido a $300 mil. Este tipo de incremento es inviable para cualquier comercio», indicó.
Este aumento en los costos no se ha visto reflejado en una mejora de las ventas, lo que ha generado un contexto de asfixia económica para los comerciantes locales.
«Es imposible trasladar estos costos al precio final de los productos, ya que si lo hacemos, simplemente dejamos de vender. El consumidor no tiene la capacidad económica para absorber este tipo de aumentos. Nos encontramos en una encrucijada donde, o ajustamos nuestras ganancias al mínimo, o simplemente cerramos», detalló.
Además, ejemplificó la situación con un dato preocupante: «En el Chaco, ya hay manifestaciones donde la gente tiene que elegir entre pagar la factura de luz o comprar comida. Eso refleja hasta qué punto los costos de vida se han disparado».
El desafío de mantener el empleo y la rentabilidad
El incremento en los costos no solo afecta a los servicios, sino que también impacta en la posibilidad de los supermercados de mantener a su personal. Según Simons, pagar los salarios se ha vuelto un desafío mayúsculo. «Para pagar el sueldo de un empleado hoy en día, un comerciante debe generar $1 millón mensuales. Esto es imposible bajo las condiciones actuales», afirmó.
A esta situación se le suma la carga impositiva que enfrentan los comercios, lo cual limita aún más su rentabilidad. «Tenemos que enfrentar impuestos sobre todo: IVA, Ingresos Brutos, Fondo de Salud Pública, impuesto al cheque. La lista es interminable y cada vez más insostenible», explicó.
«Lo más grave es que estos impuestos se acumulan en distintas etapas del proceso de venta, desde el momento en que compramos la mercadería hasta que el cliente paga con tarjeta. El sistema impositivo se ha vuelto completamente distorsivo», agregó.
Simons ilustró el problema mencionando que una simple botella de aceite puede ser gravada varias veces antes de llegar al consumidor final. «Cuando compramos la botella, el proveedor nos retiene ingresos brutos. Luego, cuando vendemos el producto con tarjeta de crédito, nos vuelven a retener ingresos brutos. Y si depositamos el dinero en el banco, nos cobran nuevamente. Este sistema está diseñado para asfixiar al pequeño comerciante», denunció.
«Una situación irreversible»
En otro punto, el vicepresidente de la Cámara de Supermercados fue tajante al afirmar que la crisis del sector es irreversible. «Lo que estamos viviendo es el resultado de políticas económicas y comerciales fallidas.
Hace años, las reglas del juego eran diferentes: para comprar en mayoristas uno debía demostrar que era un comerciante minorista, y eso mantenía un equilibrio. Hoy cualquiera puede comprar en mayoristas, y eso ha destruido a los pequeños comercios», afirmó.
Asimismo, criticó las reformas laborales que se han implementado en los últimos años, argumentando que no han logrado mejorar la situación de los empresarios ni de los empleados. «Las leyes laborales actuales son una gota de agua en el mar.
No resuelven los problemas estructurales que tenemos en el sector. Además, contratar nuevos empleados es cada vez más riesgoso, no solo por los costos, sino por la inseguridad jurídica que enfrentamos los empleadores», sostuvo.
El futuro del supermercadismo
Al referirse al futuro del sector, Simons fue claro: «El supermercadismo tal como lo conocemos está en vías de extinción.
Las grandes cadenas y los mayoristas seguirán dominando el mercado, y los supermercados de proximidad serán reemplazados por tiendas de conveniencia, como ya sucede en otros países. Lo que estamos viendo no es una crisis pasajera, es una transformación irreversible».
Por otro lado, concluyó su análisis con una advertencia para el futuro cercano: «Si no se toman medidas urgentes, el cierre masivo de comercios será una realidad en pocos años. El pequeño comerciante no tiene más margen para resistir».
Competencia desleal de las grandes cadenas y mayoristas
Otro de los grandes desafíos para los supermercados chaqueños es la competencia desleal que enfrentan frente a las grandes cadenas de supermercados y los mayoristas, que gozan de condiciones mucho más favorables.
«Las grandes cadenas pueden ofrecer precios más competitivos y mejores planes de financiación, algo que para nosotros es imposible de igualar», explicó Simons.
«En Resistencia, los supermercados pymes y de proximidad están desapareciendo. Los pocos que quedan están en una situación crítica», añadió.
Simons destacó que las grandes cadenas no solo cuentan con precios más bajos, sino que también tienen mejores acuerdos en términos de comisiones por el uso de tarjetas de crédito. «Nosotros pagamos comisiones tres veces más altas que las grandes cadenas. Este es otro de los factores que nos están dejando fuera de competencia», lamentó.
La situación no es mejor en el interior de la provincia, aunque los supermercados pequeños allí aún logran subsistir gracias a la distancia que los separa de las grandes cadenas.
«En el interior, los supermercados de proximidad siguen en pie, aunque ya han cerrado varios comercios en localidades más alejadas. Pero no sabemos hasta cuándo podrán aguantar», agregó.