El Día del Bibliotecario se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el rol fundamental que cumplen estos profesionales en la sociedad y los desafíos que enfrentan en un contexto de rápida evolución tecnológica y social.
En este sentido, el licenciado Salvador Bejarano, subdirector del Departamento de Ciencias de la Información de la Facultad de Humanidades de la Unne, expuso con claridad las dificultades que atraviesa el sector en la Argentina, resaltando la urgencia de definir políticas públicas que impulsen el desarrollo y la modernización de las bibliotecas en todo el país.
Desafíos estructurales y falta de inversión
En diálogo con LA VOZ DEL CHACO, Bejarano explicó que el campo de la bibliotecología en Argentina enfrenta una serie de desafíos que obstaculizan su evolución: «Seguimos encontrándonos en una situación complicada, con muchas necesidades para mejorar las prácticas en las distintas instituciones, pero los presupuestos no están disponibles.
Esto nos pone en desventaja frente a otros países, incluso en Latinoamérica, donde ya se están implementando innovaciones tecnológicas que aquí no tenemos siquiera en vistas de realizar».
El licenciado también subrayó que la falta de inversión no solo afecta la capacidad de implementar nuevas tecnologías, sino que impide una alineación adecuada con los estándares internacionales.
«Es fundamental que las bibliotecas y la Ciencia de la Información en nuestro país puedan desarrollarse acorde a lo que se está haciendo en todo el mundo. Seguimos una línea anglosajona en la disciplina, pero sin los recursos necesarios, ese desarrollo queda limitado», dijo.
Este estancamiento, según Bejarano, no es una novedad, pero ha empeorado con el tiempo. «Si bien antes había reticencia a la inversión, ahora hay menos todavía.
Sin fondos suficientes, es imposible definir una política bibliotecaria que se enfoque en la prestación de servicios de calidad al ciudadano, ya sea en el ámbito educativo o en el acceso a la información pública», dijo.
Políticas públicas ausentes
En otro punto, Bejarano también se refirió a la necesidad de establecer políticas claras que guíen el desarrollo de las bibliotecas en el país. «No se trata solo de una cuestión de falta de fondos, sino de la ausencia de una política de inversión a largo plazo. Es imprescindible que existan líneas de acción y de decisión claras.
Todas las bibliotecas deberían estar interconectadas mediante redes, con un catálogo centralizado, pero también con la autonomía de contar con sus propios catálogos. Esto permitiría un proceso de catalogación cooperativa que opere como un sistema real», comentó.
Sin embargo, para alcanzar ese objetivo, dejó en claro que se necesita una decisión política firme que impulse el desarrollo del sistema bibliotecario. «Si no hay una dirección política que defina cómo debe funcionar el sistema, seguiremos estancados», dijo.
El bibliotecario en la sociedad actual
A la hora de analizar cómo se inserta el bibliotecario en la sociedad actual, Bejarano destacó que, si bien el rol del bibliotecario es visto principalmente como el de un agente de la educación, esa visión es limitada. «La inserción del bibliotecario en la sociedad sigue estando centrada en su función dentro de las bibliotecas escolares. Esto ha llevado a una escolarización de las bibliotecas públicas y especializadas, lo que reduce su verdadero potencial», relató.
Explicó que esta reducción de funciones hace que se pase por alto el rol multifacético que pueden desempeñar las bibliotecas en distintos ámbitos, desde la documentación hasta la preservación cultural.
«Es importante recordar que las bibliotecas no solo cumplen una función educativa. También tienen un rol crucial en la preservación del patrimonio, en la documentación histórica y en la provisión de servicios informativos especializados», relató.
El patrimonio impreso y la digitalización
Otro de los puntos abordados fue el equilibrio entre la preservación del patrimonio impreso y el avance hacia la digitalización. «Las obras impresas no pueden desaparecer. Son un patrimonio que debe ser preservado, pero al mismo tiempo es fundamental avanzar en su digitalización para garantizar su acceso y difusión», indicó.
Bejarano destacó que la digitalización no es solo una cuestión de tecnología, sino también de derechos: «La publicación en papel y la publicación digital son dos mundos diferentes en términos de derechos de autor. Aunque algunas obras impresas continúen existiendo, es crucial encontrar un equilibrio para que puedan ser digitalizadas y divulgadas de manera controlada».
Agregó que la Ifla ha avanzado en la adopción del «préstamo digital controlado», un sistema que permite el acceso digital a ciertos materiales, garantizando al mismo tiempo la preservación de los derechos de autor. «Este tipo de innovaciones son necesarias para adaptarnos a las nuevas generaciones de usuarios, pero nuevamente, la falta de infraestructura nos impide avanzar como deberíamos», comentó.
El estado de los museos y archivos
Finalmente, Bejarano se refirió a la situación de los museos y archivos en la provincia del Chaco, comparándola con la de otras provincias como Salta. « Resistencia y el Chaco son culturalmente muy ricas, pero la situación de nuestros museos y archivos es igual a la de nuestras bibliotecas: están en un estado de abandono en cuanto a políticas públicas y financiación», lamentó.
Asimismo, remarcó que en otras provincias, como Salta, existe una política centrada en la preservación y difusión del patrimonio, con una fuerte inversión en tecnología y en la conservación de los bienes culturales. «En el Chaco, el trabajo en museos y archivos se sigue haciendo a pulmón, al igual que en las bibliotecas. Los profesionales de la información hacen un esfuerzo enorme para cumplir con sus funciones, pero las carencias son inmensas», relató.
Para cerrar, Bejarano reflexionó sobre el compromiso que asumen los profesionales de la información en el país: «Los bibliotecarios y archivistas que eligen esta profesión lo hacen con un sentido de servicio. Se trata de una vocación que va más allá de las retribuciones económicas, que muchas veces no son las merecidas.
Estos profesionales se esfuerzan por ofrecer servicios de calidad, conscientes de que los ciudadanos, que pagan sus impuestos, merecen un acceso a la información y a la cultura de la más alta calidad».
La brecha tecnológica y
la Inteligencia Artificial
Otro aspecto clave en la reflexión de Bejarano fue el impacto de las nuevas tecnologías, particularmente la Inteligencia Artificial (IA), en el campo bibliotecario. «La Inteligencia Artificial es una herramienta muy poderosa, tanto para la gestión institucional como para la prestación de servicios. Sin embargo, la brecha tecnológica es evidente. Muchas bibliotecas ni siquiera cuentan con computadoras adecuadas para operar a nivel básico», relató.
Señaló que, en algunos casos, las bibliotecas tienen equipos instalados, pero esos equipos no están en condiciones de ser utilizados plenamente. «Es común ver bibliotecas con una sola computadora, destinada exclusivamente a tareas administrativas, mientras que el acceso del usuario a la tecnología sigue siendo limitado.
Sin una infraestructura tecnológica adecuada, hablar de evolución es utópico», dijo.
Por otro lado, Bejarano también hizo énfasis en la necesidad de invertir en infraestructura tecnológica para que las bibliotecas puedan ponerse al día con los avances que están ocurriendo en otras partes del mundo.
«El avance tecnológico y la digitalización están sucediendo a una velocidad que nos deja muy atrás. Si no contamos con la infraestructura necesaria, por más capacitados que estén los bibliotecarios, no podremos ofrecer servicios de calidad», explicó.