La FIFA oficializó la elección del país árabe como sede del torneo, pero el proceso de selección y los cuestionamientos sobre derechos humanos generan polémica.
Este miércoles, la FIFA confirmó que Arabia Saudita será la sede del Mundial 2034, una decisión que, aunque esperada, no estuvo exenta de controversias. Desde el inicio del proceso, el país árabe fue el único candidato firme tras la retirada de Australia, consolidando su candidatura prácticamente sin competencia.
Sin embargo, este escenario ha generado críticas por la falta de transparencia en la selección y la ausencia de una evaluación más rigurosa de las condiciones sociales y laborales en la región.
Una de las voces más críticas fue la de Lise Klaveness, presidenta de la Federación Noruega de Fútbol, quien cuestionó duramente el proceso en un comunicado oficial. “La falta de previsibilidad y procesos abiertos desafían la confianza en la FIFA como el custodio global del fútbol”, expresó.
Además, denunció la carencia de integración de los derechos humanos en las directrices del proceso de selección: “Las propias normas de la FIFA sobre derechos humanos y diligencia debida no han sido adecuadamente incorporadas, lo que aumenta el riesgo de violaciones graves”.
El Mundial 2034 se perfila como otro torneo que no solo será un evento deportivo global, sino también un escenario de debates sobre derechos humanos, transparencia y gobernanza en el fútbol.
Mientras el gobierno saudí busca proyectar una imagen de modernización y apertura, las organizaciones internacionales y las federaciones críticas seguirán de cerca cada paso de los preparativos para garantizar que las promesas realizadas no queden en palabras.
El antecedente de Qatar y los compromisos de Arabia Saudita
Los cuestionamientos hacia la elección de Arabia Saudita remiten inevitablemente al antecedente del Mundial 2022 en Qatar. En ese caso, organizaciones internacionales denunciaron la muerte de miles de trabajadores inmigrantes durante la construcción de los estadios, una cifra nunca reconocida oficialmente.
En esta ocasión, Arabia Saudita ha prometido seguir las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para garantizar condiciones laborales más justas. No obstante, informes recientes del sindicato global Building and Wood Workers International han señalado la persistencia de abusos laborales en el país.
A pesar de que la FIFA calificó la candidatura saudí como “un riesgo elevado” en términos de derechos humanos, también destacó que el torneo podría representar una oportunidad para generar impactos positivos en este ámbito. Activistas y analistas han señalado que esta postura refleja un intento de encubrir problemas estructurales.
Un informe encomendado por la FIFA a una consultora vinculada al gobierno saudí aseguró que los proyectos relacionados con el torneo serían supervisados por agencias estatales, lo que ha generado dudas sobre la imparcialidad y eficacia de estas evaluaciones.
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