Patricia Lezcano, directora del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi), analizó los datos obtenidos en el relevamiento realizado en los comercios barriales del Gran Resistencia y Sáenz Peña.
En diálogo con La Voz del Chaco, advirtió sobre el impacto del aumento de precios en el poder de compra de las familias chaqueñas y la dificultad creciente para acceder a una alimentación adecuada.
Según el último informe del ISEPCi, una familia tipo en Chaco necesitó en enero de 2025 un ingreso de casi $900.000 para no caer bajo la línea de pobreza. Este cálculo se basó en los datos del Índice Barrial de Precios (IBP), que reveló un incremento del 1,08 % en la Canasta Básica Total (CBT) y en la Canasta Básica Alimentaria (CBA). «Los datos que estamos presentando reflejan la realidad de una familia de cuatro integrantes: dos adultos y dos niños. En enero, este hogar requirió $896.023 para cubrir alimentos y otros bienes y servicios esenciales», explicó Lezcano.
El relevamiento en comercios de cercanía permitió constatar que la Canasta Básica Alimentaria alcanzó los $392.992. «Hablamos de los 57 productos esenciales que una familia necesita para alimentarse durante un mes», detalló. Para realizar este estudio, los encuestadores recorrieron almacenes, verdulerías y carnicerías de distintos barrios de Resistencia y Presidencia Roque Sáenz Peña. «Tomamos en cuenta los productos más accesibles, es decir, los de menor precio disponibles en los comercios», aclaró.
Alza en frutas y
verduras, caída
en carnes
En cuanto a la variación de precios en distintos rubros, Lezcano informó que «el rubro almacén tuvo un aumento del 2,36 %, mientras que en frutas y verduras el incremento fue del 12,43 %. En contraste, el precio de las carnes mostró una variación negativa del 6,81 %». Sin embargo, la baja en este último rubro no se traduce en un mayor acceso al producto. «El mes pasado, el precio de la carne tuvo un salto del 20 % en diciembre. La gente ha reducido drásticamente su consumo: ya no compra por kilo, sino por el dinero que tenga disponible, y además ha dejado de comprar diariamente», explicó la directora del ISEPCi.
El informe también confirma que el poder adquisitivo de las familias se encuentra fuertemente deteriorado. «Lo vemos reflejado en la comparación mensual con ingresos como el salario mínimo, las jubilaciones, las asignaciones sociales y los sueldos de los trabajadores registrados e informales. En todos los casos, los ingresos están muy por debajo de lo que se necesita para cubrir la canasta básica», advirtió.
Comercios en
crisis y cambios
en los hábitos
de consumo
La caída del poder de compra ha repercutido en la dinámica de los comercios barriales, donde la venta ha disminuido significativamente. «Los negocios de cercanía están en una situación complicada porque no tienen la capacidad de stockearse con mercadería variada. Solo reponen lo que se vende con más frecuencia, porque muchos productos quedan sin salida o tienen un costo de mantenimiento elevado, como los que requieren refrigeración», describió Lezcano.
Sobre los cambios en el consumo, señaló que «antes las familias compraban carne de vaca con mayor regularidad, pero ahora optan por pollo o directamente eliminan las proteínas animales de su dieta». Incluso, el pollo, que solía ser la opción más accesible, ha registrado aumentos sostenidos. «Cada vez es más difícil acceder a una dieta variada y nutritiva», afirmó.
Malnutrición
en aumento
La precarización de la alimentación tiene consecuencias directas en la salud. «Hemos registrado que cuatro de cada diez niños presentan malnutrición, con una tendencia al sobrepeso y la obesidad. Esto se debe a que las familias priorizan alimentos ricos en hidratos de carbono, grasas y azúcares, que aportan sensación de saciedad momentánea pero carecen de los nutrientes esenciales», alertó la especialista.
La falta de acceso a frutas, verduras, lácteos y proteínas está generando problemas de salud cada vez más tempranos. «Hoy vemos en niños y adolescentes enfermedades que antes eran más comunes en adultos, como diabetes e hipertensión. Esto está directamente relacionado con la calidad de la alimentación y la imposibilidad de acceder a una dieta equilibrada», concluyó Lezcano.