Debido al uso de agrotóxicos, miles de insectos han muerto complicando el desarrollo productivo de los trabajadores del sector apícola de la provincia. Hasta el momento el perjuicio sufrido asciende a los 5 millones de pesos.
Según el testimonio de dos productores apícolas chaqueños de Juan José Castelli, el mal uso de agrotóxicos de plantaciones vecinas, produjo recientemente la muerte de miles de abejas y cuantiosos daños económicos por la pérdida en colmenas, producción e inversión.
Este caso testigo desnuda una verdadera crisis global sin precedentes: las abejas polinizan el 77% de las plantas que producen los recursos alimentarios de todo el planeta, pero su población se está reduciendo drásticamente.
El desastre ambiental fue oportunamente denunciado el 14 de marzo de 2021 en el Paraje el 44, distante a 15 kilómetros de la ciudad, cuando fueron fumigadas 290 colmenas pertenecientes a los apicultores Eduardo Alberto Riquel y Leo Muller, causándoles pérdidas totales que rondan los 5 millones de pesos.
“Cada colmena tiene un costo aproximado de $6500 multiplicado por 290 colmenas la pérdida es de $ 1.885.000. Si a esto le sumamos la cosecha anual aproximada que serían 30 kilogramos por colmenas a $300,00 el kilo, por colmena el lucro cesante es de $9.000. A razón de 290 colmenas, el monto aproximado de la pérdida por producción rondaría los $ 2.610.000; lo que hace un monto total de $4.495.000”, detalló Riquel.
Los damnificados denunciaron que las autoridades “no han tomado ningún tipo de medidas, ni realizado controles y mucho menos disponer multas, por los daños y perjuicios ocasionados”. Riquel perdió 220 colmenas y Muller 70, quedando imposibilitados para producir, generar ingresos y trabajar desde hace 6 meses.
El productor apícola y presidente de la asociación posteo un reclamo en redes sociales diciendo “Si nos siguen matando abejas de esta manera ¿cuánto tiempo de vida le quedara al Hombre?. Toda una vida de trabajo, esfuerzos y sacrificio fueron matados literalmente por irresponsables y nadie nos cuida ni nos protege, estamos desamparados y desprotegidos, hemos perdido todo”.
UN PANORAMA COMPLICADO
Los agroquímicos se venden en la Argentina como sinónimo de progreso económico, pero algunas denuncias que salieron a luz dejaron ver la otra cara de la moneda: enfermedades varias y malformaciones, autismo, infertilidad, niños que mueren al nacer; con trastornos cognitivos, con abdomen o paladar abierto, son algunos de los daños que producen en poblaciones linderas a los campos fumigados.
Pero el daño ambiental por el descontrolado manejo de agrotóxicos tiene otras formas de afectación, además de perjudicar la salud de los pobladores rurales: en un año se perdieron el 34% de las colmenas en la Argentina. Si bien la tendencia es global y amenaza los ecosistemas, aquí es donde se producen uno de los peores registros.
El cóctel de pesticidas, malas prácticas agrícolas y cambio climático resulta explosivo: Argentina es el quinto país de América Latina con mayor tasa de mortandad de estos insectos clave para el ecosistema, con servicios esenciales como la polinización de los alimentos.
Recientemente la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas (Solatina) encuestó a miles de productores de diez países. Los indicadores dieron datos alarmantes: mientras países como Perú y Ecuador exhiben pérdidas anuales del 12,6% de sus colmenas, aquí se perdió un 34%, con un deterioro mayor cada año. Chile tiene el peor registro: 56% de muertes anuales.
El próximo paso es el establecimiento de las posibles causas, y la elaboración de acciones para revertir esta situación, en un país donde hay casi tres millones de colmenas. Pero no es nada fácil cuando el propio gobierno que debe llevar adelante políticas de promoción y control es el que incentiva el uso de los mayores enemigos de las abejas: los agrotóxicos.
“La pérdida es mayor a la que esperaba”, se sincera Lucas Landi, investigador de la cátedra de Apicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA y del Programa Nacional Apícola del INTA, que forma parte del Grupo de Monitoreo de Solatina. En una entrevista explicó que “el grueso de la población no percibe la importancia que tiene esto. Que las abejas no puedan vivir en un medio ambiente habla del deterioro en la salud de ese ecosistema. Esto puede relacionarse con los agroquímicos pero va mucho más allá. Hay que mirarlo desde un aspecto global, entre el cambio climático, el uso de las tierras para monocultivo y el desplazamiento de la frontera agrícola. Por eso es tan importante diversificar la producción, dejando hábitats naturales donde puedan vivir polinizadores, pues de ahí proviene nuestro alimento”.
Roberto Imberti, miembro de la Sociedad Argentina de Apicultores, hace foco en “el glifosato, que deja sin comida a las abejas, porque mata toda la flora de interés apícola, y después otros agroquímicos como el neonicotinoide, que produce serios disturbios a la abeja, la desorienta y no puede volver a la colmena, o directamente la mata. Tratamos de concientizar a los productores, pero no es sencillo”.
La importancia de las abejas no radica solo en la producción de la miel y sus derivados sino en la polinización, vital para la producción de alimentos. Siete de cada diez son polinizados por la abeja: almendras, manzanas, ciruelos, duraznos. “Recorre todas las flores buscando néctar, y como su cuerpo es peludo, arrastra polen y poliniza las flores. Acá es fundamental sobre todo para los frutales de los valles del sur”, ejemplificó.
Si bien los productores rurales están acostumbrados a emplear fitosanitarios, también es bueno saber que existen alternativas como la producción agroecológica. La ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional del Nordeste María Angélica Kess destacó que está utilizando preparados naturales que fortalecen las plantas, en lugar de agroquímicos. Para ello se realizan mezclas con residuos orgánicos. Este modelo de producción orgánica funciona en algunos países, como la India, finalizó la especialista.