Especialistas indicaron que, actualmente, el censo determinó un promedio de 90 ejemplares encontrados en el Bosque Atlántico del Alto Paraná, mientras que en 2018 el número alcanzaba los 105. La caza y la deforestación son las principales amenazas de la especie.
Un nuevo relevamiento de yaguaretés en 560.000 hectáreas del Bosque Atlántico del Alto Paraná, compartido por Argentina y Brasil, mostró una disminución poblacional de la especie que no se registraba desde el 2005, informó la Subcomisión Selva Paranaense para la Conservación del Yaguareté, en el marco del Día Internacional del Yaguareté, celebrado este 29 de noviembre.
El censo, que se realiza cada dos años, indicó para el período entre 2020 y 2021 un total estimado entre 76 y 106 yaguaretés, con una media de 90, que habitan el Bosque Atlántico del Alto Paraná, mientras que el total registrado en 2018 fue un rango entre 84 y 125, con una media de 105.
«No se registraba una disminución desde el 2005», advirtieron desde las entidades que llevaron adelante el censo poblacional de yaguaretés.
El director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, Manuel Jaramillo, afirmó en diálogo con Télam que «los datos de este año muestran que la población de yaguaretés redujo mucho su tasa de crecimiento. Esto probablemente tenga que ver con que la presencia de estos animales llegó a un umbral en el que comienza a sufrir nuevas amenazas».
El estudio se realizó a través de la cooperación internacional entre Fundación Vida Silvestre Argentina, y los equipos de la Organización Mundial de Conservación (WWF) de Brasil y Paraguay, junto a investigadores de Projeto Onças do Iguaçu (Instituto Pro-carnívoros), Proyecto Yaguareté (CeIBA-UNAM-CONICET), y la Universidad Nacional de Asunción, en Paraguay.
Asimismo, el monitoreo poblacional abarcó a 564.424 hectáreas de Argentina y Brasil, donde se colocaron 215 estaciones de muestreo provistas con cámaras trampas entre el Parque Nacional do Iguaçu en Brasil y todo el bloque centro-norte de la provincia de Misiones, en Argentina.
El primer relevamiento poblacional en la región se realizó en 1995 por el equipo del investigador brasileño Peter Crawshaw, y se estimó que 400 yaguaretés habitaban el Bosque Atlántico del Alto Paraná.
Sin embargo, en 2005 se registró una reducción del 90% de la población dado que se observaron entre 30 y 54 individuos viviendo en la región.
«Allí se comenzó un trabajo coordinado entre organismos públicos y organizaciones conservacionistas que permitió que la población supere el centenar de ejemplares en el último censo de 2018», indicó Jaramillo.
La estimación del número de yaguaretés del nuevo censo de 2020 y 2021 es «levemente inferior a la obtenida en el año 2018, y muy similar a la del 2016», indicó Agustín Paviolo, investigador del Conicet y coordinador del Proyecto Yaguareté, lo que implica que «luego de la recuperación poblacional sostenida que veníamos observando entre el 2005 y el 2018, encontramos que esa tendencia creciente parece haberse detenido», agregó.
Entre las principales razones que amenazan a la especie se encuentran la caza del yaguareté y de sus presas, la deforestación y fragmentación del bosque, además de los atropellamientos en rutas y caminos.
«El yaguareté es una especie amenazada especialmente por la pérdida de su hábitat natural, antes estaba presente en pastizales y humedales pero ahora solo tiene refugio en bosques que también está perdiendo», advirtió Jaramillo.
«En la región chaqueña es donde está más amenazado -continuó- y en las yungas donde hay mejores perspectivas para la especie, mientras que en Misiones hay una situación intermedia».
En este sentido, apuntó que «aunque para afirmarlo es necesario un estudio científico y de rastreo de ejemplares, es probable que la sequía de los últimos dos años haya condicionado la tasa de crecimiento de la población ya que la falta de agua afecta el crecimiento de la vegetación que alimenta los herbívoros que forman parte de su dieta».
«Esto podría llevarlos a modificar su territorialidad y generar conflictos mortales entre los machos por los espacios de caza», agregó.
La conservación exitosa del yaguareté es fundamental para mantener los bosques, las reservas de carbono, la biodiversidad, la disponibilidad de agua y el patrimonio natural y cultural, indicaron desde Fundación Vida Silvestre.
«El yaguareté es, en su ecosistema, el tope de la cadena alimenticia, es el responsable de controlar al resto de las especies dando cuenta de ejemplares viejos o enfermos, y evitando que la población de herbívoros crezca en forma desmedida y afecte la vegetación; la presencia del yaguareté es el indicador de un ecosistema saludable», ponderó Jaramillo.
Sobre las acciones que se están llevando adelante para preservar la especie, el ambientalista detalló que «estamos trabajando en la instalación de cartelería en las rutas advirtiendo el riesgo de atropellamientos, dialogando con las comunidades ganaderas para construir estrategias que disuadan a los yaguaretés de acercarse al ganado como alambrados eléctricos o alertas sonoras y lumínicas que los asusten, y también junto a los guardaparques para fortalecer prevención y controles de caza furtiva».
Desde el equipo a cargo del censo indicaron que el objetivo es que los esfuerzos de conservación de la especie se realicen de manera trinacional en todo el Bosque Atlántico.
Con tal motivo se sumó a Paraguay en la realización de los monitoreos periódicos del felino en las 64.000 hectáreas de ese país donde existen dos remanentes del Bosque Atlántico del Alto Paraná que mantienen una población de 12 individuos de yaguaretés: la Reserva Natural del Bosque Mbaracayú y la Reserva Natural Morombí.
«Los datos del próximo relevamiento que haremos en el año 2022 van a ser muy importantes porque nos mostrarán si la leve disminución observada en el 2020-2021 se consolida como tendencia y si la población comienza a declinar nuevamente», destacó Paviolo.
«El yaguareté es junto al puma los dos felinos más grandes de Sudamérica, que sobrevivieron desde antes de las glaciaciones superando todos los cambios climáticos. Es un símbolo cultural de los pueblos originarios, una parte de la identidad misionera y un importante atractivo turístico», concluyó Jaramillo.
Fuente: Télam