Con la pandemia, el home office se impuso y los espacios de trabajo colaborativos quedaron en una pausa obligada. Hoy regresan tímidamente de la mano de la tentativa «nueva normalidad».
La pandemia de coronavirus nos llevó del tiempo de los espacios colaborativos al home office. La modalidad que la era millennial llevó a su auge vio caer sus números por la larga cuarentena que vivió el país durante 2020. Al igual que muchas empresas, los coworkings tuvieron que reinventarse para ofrecer soluciones que brinden confianza a sus clientes y la estabilidad necesaria en épocas de futuros inciertos. El abanico de opciones se abrió.
«Nuestro enfoque principal ha sido siempre el mismo, ofrecer un espacio cómodo y seguro donde cada equipo pueda hacer su mejor trabajo. Ahora los elementos que van a la ‘seguridad’ se han modificado y pasan por todas las buenas prácticas del momento – la exigencia del uso del tapaboca dentro del espacio, limpieza y desinfección de elementos de contacto de forma constante y visible, tener el espacio disponible para poder mantener una distancia profesional», comenta Martin Frankel, socio gerente de Área Tres.
En el caso de We Work, la experiencia en China fue la clave para estar preparados; la empresa tiene más de 100 edificios en el epicentro de la pandemia. «Armamos un plan de bioseguridad en el que destinamos millones de dólares para su implementación en toda la cartera global a principios de abril 2020, y que está dividido en tres pilares: el distanciamiento profesional, limpieza y sanitización, y señalización conductual», Tomás Calusio, director de WeWork Argentina.
Después de un año de incertidumbre, un espacio tranquilo y seguro para trabajar fue la clave. «Volver a abrir fue un proceso que tuvimos que llevar adelante muy despacio y con mucho cuidado. Comenzamos reconfigurando las oficinas privadas, donde pusimos el foco durante la cuarentena. Además, fuimos sumando más espacios compartidos que cumplieran con los protocolos y habilitando reuniones con muy pocas personas», señala Rodrigo Attanasio, director de Quilmes Cowork.
Así como los espacios de coworking tuvieron que reinventar parte de su negocio para volver a encantar al mercado, otros se sumaron a la ola, entre ellos, los hoteles. Recoleta Grand Hotel añadió a su cartera, espacios de oficina. «Notamos la necesidad en nuestros clientes de espacios más pequeños para reuniones. La pandemia aceleró el proyecto, y al estar el hotel cerrado, permitió la construcción de espacios que fueron oportunamente pensados como espacios de oficina para ofrecer a huéspedes y/o alquiler para empresas y emprendedores», indica por su parte Ian Valerio, gerente general de Recoleta Grand Hotel.
El equilibrio necesario
Las empresas decidieron cambiar, como es el caso de Batres Genealogy Services. «El espacio estanco ya no era viable, y decimos optar por uno que nos dé la flexibilidad de combinar días de home office con reuniones en un lugar moderno y dinámico y con las mismas prestaciones con las que contábamos en nuestro antigua lugar», apunta María Gabriela Batres, fundadora y CEO de la empresa, y agrega: «Creemos que una de las ventajas que tenemos como empresa es adaptarnos a los cambios, y entendemos que este es el nuevo formato de trabajo que viene a partir de la pandemia. Una combinación más natural entre la vida personal, el trabajo en casa y el trabajo en oficina, evitando largos viajes diarios».
Desde WeWork implementaron de tres a cinco eventos virtuales semanales, que iban desde clases de cocina, baile, charlas de marketing digital, finanzas, entre otros, buscando seguir conectados unos con otros.
«Creamos diferentes espacios virtuales para potenciar el networking entre empresas que forman parte de nuestra comunidad tanto a nivel local como regional», detalla en tanto Calusio.