Luego del lanzamiento del picosatélite «Don José», repasamos algunos de los principales hitos patrios en la exploración del espacio. Entre el Mono Juan, el ARSAT y el ratón Belisario.
(Publicado por Yair Cybel en https://elgritodelsur.com.ar/)
Se llama «San Martín Al Espacio» y nació en Mar del Plata pero su salto al estrellato lo tuvo en el mítico Cabo Cañaveral, en Estados Unidos. De apenas un kilo y medio de peso y proveniente de la escuela pública argentina, este picosatélite es el primero de su tipo fabricado en Latinoamérica en entrar en órbita. ¿Su objetivo? Brindar conectividad para desarrollos vinculados a internet de las cosas, además de conexión para explotaciones agropecuarias, mineras y petroleras.
Pero éste no es el primer avance argentino en materia espacial. Mientras las principales potencias del mundo se disputan el espacio exterior, Elon Musk anuncia que en menos de una década iniciarán los viajes humanos a Marte y el turismo espacial comienza a instalarse como tendencia entre los multimillonarios, nuestro país intenta acercar esfuerzos para sumarse a la exploración de un mundo casi desconocido. Pero veamos cuál es la historia de Argentina en el espacio y el mítico rol del ratón cordobés Belisario.
Tal vez el caso más resonante y recordado de exploración espacial sea el lanzamiento del ARSAT. Este satélite de telecomunicaciones fue construido por la empresa INVAP y es operado por la estatal ARSAT. Se lanzó el 16 de octubre de 2014 desde Guyana Francesa y se encuentra a unos 36 mil kilómetros de la corteza terrestre, ubicado en una zona proyectada sobre la región de Caquetá, en Colombia. El desarrollo del ARSAT fue un hito a nivel internacional, ubicando a Argentina dentro del selecto grupo de tan solo ocho países que desarrollan y producen sus propios satélites geoestacionarios. Dato de vital importancia: el 50% de las piezas que componen el ARSAT fueron desarrollados en Argentina.
Menos conocido fue el Nahuel 1, satélite de bandera argentina pero construido de conjunto entre empresas alemanas y francesas. Lanzado en 1997, funcionó prestando servicios de comunicaciones a nuestro país y al vecino Uruguay, a través de su empresa estatal Antel.
Pero nada de esto se entendería si no hablásemos del Plan Nacional Espacial, el programa que encuadra todo el desarrollo satelital de nuestro país. Si bien con el gobierno de Juan Domingo Perón comienzan las primeras experimentaciones, recién en 1960 se crea en Argentina la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE).
Y es aquí donde llega el cordobés Belisario. Tres años después del lanzamiento del satélite soviético Sputnik y apenas nueve antes de que los estadounidenses desembarcaran en la luna, las fuerzas armadas nacionales comenzaron a gestionar esta agencia espacial que realizó más de 150 lanzamientos e incluso uno tripulado: en 1967, el ratón Belisario permaneció 30 minutos en el espacio dentro del cohete Yarará y se convirtió en el primer ser vivo de origen argentino y el cuarto en el mundo en abandonar la atmósfera y regresar sano y salvo a la superficie terrestre.
Pero Belisario no fue elegido al azar. En el proceso de selección, nuestro primer ratón astronauta superó a Alejo, Aurelio, Anastasio, Braulio, Benito, Celedonio, Cipriano y Coco, todos roedores de la raza Wistar. El viaje no fue del todo ameno para Belisario -de origen cordobés-: los científicos que siguieron el trayecto lo notaron muy nervioso y al volver a la órbita terrestre, luego de apenas media hora en el espacio exterior, había perdido ocho gramos de peso.
A Belisario le siguió su compañera rata Dalila, que voló a bordo del Orion II. Vale rescatar esta interesante crónica de 1969 que cuenta alguna de las particularidades del caso, entre las que destaca que «la rata Dalila emprendió su aventura en condiciones insólitas para las de su raza: una dosis de anestesia compuesta por diazepan y pentobarbital —fórmula desarrollada por el cuerpo biológico del IIAE— le proporcionó un acentuado estado de tranquilidad». Los científicos argumentaban que temían que, en medio de los nervios, Dalila se comiera parte de los equipos transmisores.
Pero, nobleza obliga, no podemos hablar de desarrollo aeroespacial argentino sin mencionar al Mono Juan. Opacado por el pionero Belisario, Juan fue sin embargo una pieza fundamental en el desarrollo soberano de esta actividad. El 23 de diciembre de 1969, este mono caí, oriundo de Misiones y de apenas un kilo y medio de peso, atravesó la atmósfera y regresó a la tierra. Dato no menor es que de los 20 monos que distintas potencias habían enviado al espacio, solo la mitad había regresado con vida.
Otro hito argentino es que nuestro país fue el tercero en enviar un cohete al espacio desde el continente antártico. Y posiblemente el desarrollo militar más ambicioso haya sido el Cóndor II, un misil diseñado de conjunto con Alemania, Irak y Egipto que permitía llevar una carga de hasta 1000 kilogramos. Presión yanqui mediante, el gobierno de Carlos Menem debió desmantelar el prototipo y destruyó los planos del mismo.
Pero eso ya es harina de otro costal. Desde aquí reivindicamos a Belisario, a Dalila, al Mono Juan, al picosatélite San Martín y esperamos prontamente la convocatoria para enviar a la primera o primer ser humano argentino al espacio exterior. En el mientras tanto, les recomendamos este documental para conocer más sobre la historia del Mono Juan.