Frente a la ola de calor histórica que afecta a casi todo el país, especialistas en meteorología aseguran que fenómenos como este serán cada vez más frecuentes e intensos por la influencia del cambio climático y advierten sobre la necesidad de cambiar hábitos de vida y adaptar los servicios para mitigar el impacto.
«En nuestro país, esta ola de calor es la más extrema en cuanto a intensidad», indicó a Télam Matilde Rusticucci, doctora en Ciencias de la Atmósfera, investigadora principal del Conicet y profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Sobre las causas de las temperaturas extremadamente elevadas que esta semana afectaron desde el norte de la Patagonia hasta Jujuy, con marcas térmicas que superaron los 40 grados en diez provincias, la investigadora afirmó que se debe a una conjunción de elementos, como el cambio climático ocasionado por actividades humanas y el fenómeno natural de la Niña, que en los últimos dos años generó en el país precipitaciones por debajo de lo normal.
«La Niña altera toda la circulación del hemisferio y hace que se pueda asentar la masa de aire cálida más tiempo, produciendo estas olas de calor tan intensas», detalló Rusticucci, quien trabajó en el Cuarto y Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas
Esta semana más de 50 ciudades de Argentina superaron los 40 grados y se batieron múltiples récords de temperaturas máximas que, junto a las mínimas elevadas y la cantidad de días consecutivos con calor, tuvieron a casi todo el país bajo alertas rojas y naranjas.
El viernes la Ciudad de Buenos Aires marcó a las 15.45 horas la temperatura más alta de los últimos 64 años, tras alcanzar los 41,5 grados, superando los 41,1 informados el martes pasado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
También ayer, la ciudad de Mar del Plata experimentó el día más caluroso de su historia con 41,9 grados y en la localidad bonaerense de Punta Indio (43,1) se rompió un nuevo récord.
En tanto, el jueves, la localidad rionegrina de Río Colorado alcanzó una temperatura máxima histórica de 43,4 grados y el martes en Córdoba se registró el récord de 42,5.
Para Carolina Vera, doctora en Ciencias de la Atmósfera, investigadora principal del Conicet y jefa de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, las olas de calor extremas como la que estamos experimentando «ya son más frecuentes» porque «el calentamiento global es de 1,1 grados por encima de los valores normales que se establecen al inicio de la era industrial, a fines del siglo XIX».
En diálogo con Télam, Vera aseguró que «las olas de calor son cinco veces más frecuentes ahora que hace 50 años» y que si el calentamiento global continúa, «en un mundo con un aumento de un grado y medio van a ser ocho veces más frecuentes».
«De ahí es la urgencia de encarar acciones para mitigar el cambio climático, pero a la vez nos tenemos que adaptar a que este tipo de olas de calor son más frecuentes y ponen en riesgo la salud y también nuestros sistemas de servicios, como el energético o la disponibilidad de agua», alertó la investigadora, quien participó del último informe del IPCC y en 2019 recibió el premio Cleveland Abbe que entrega la Asociación Meteorológica de Estados Unidos.
Asimismo, remarcó que «la comunidad científica de Argentina desde hace décadas viene trabajando en cuestiones de cambio climático, ya sea en investigaciones financiadas por el Conicet o por otras líneas del Ministerio, pero en esta gestión se ha intensificado el apoyo».
Entre las medidas que implementó la cartera de Ciencia, la funcionaria destacó la promoción de investigaciones que faciliten la transición energética, la convocatoria de proyectos ImpaCT.AR, y la colaboración con el Gabinete Nacional de Cambio Climático (Gncc) y el Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (Sinagir).
«La comunidad científica de Argentina está al servicio de acelerar el conocimiento para tratar de solucionar estos problemas que ya son una realidad», destacó Vera.
Las investigadoras consultadas por Télam coincidieron en que ante olas de calor más frecuentes y extremas hay que empezar a cambiar hábitos de vida.
«Sobre todo porque hay regiones de nuestro país donde no está la población acostumbrada a tener estas altas temperaturas», indicó Vera y agregó: «Cualquier persona que viva en el norte sabe cómo comportarse pero en el centro del país hay que tomar precauciones con la salud».
En la misma línea, Rusticucci señaló que desde el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA realizaron estudios del impacto de las olas de calor y observaron que después de una determinada temperatura, dependiendo de cada lugar, «se dispara la mortalidad».
En la Ciudad de Buenos Aires el umbral es arriba de 33°C y «en una ola de calor puede morir el doble de personas en un día de los que mueren en promedio», aseguró.
Leandro Díaz, climatólogo en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (Cima) del Conicet y la UBA, dijo, por su parte, a Télam que estos eventos extremos son «muy nocivos para los sectores más vulnerables de la sociedad» y remarcó la necesidad de «empezar a adaptarse».
«Prevemos que estas cosas cada vez van a ser peores», apuntó el científico y destacó que mover los horarios, cancelar actividades y tener «más espacios verdes» en las ciudades ayudaría a moderar el impacto.
«Eventos como olas de calor están incrementándose en Argentina y en casi todo el mundo; no es un fenómeno especial de nuestro país», agregó.
Sudamérica, un horno
La ola de calor de esta semana impactó a toda la región central de Sudamérica, principalmente a la Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil, donde también se registraron récords de temperatura.
Para Díaz es una incógnita qué tanto puede agravarse la situación a futuro y aseguró que dependerá «de qué acciones se tomen o no al respecto».
Algo similar planteó Rusticucci, para quien «cuanto más se demoren en tomar las medidas contra el cambio climático, los impactos van a ser cada vez más extremos».
«Estamos a tiempo de empezar a revertirlo, de dejar de emitir los gases del efecto invernadero y retrasar los cambios», aseguró la especialista y advirtió que «las soluciones y la tecnología están, esto es cuestión de tomar decisiones políticas y no es algo nuestro solo, la responsabilidad es de todo el planeta».
«Pero cada uno tiene su responsabilidad, todos podemos cuidar del agua, la electricidad, el consumo de combustible y poner nuestro granito de arena», concluyó.