Tiene 12 años y su sueño es recorrer el mundo además de ser famoso. Trabaja con barro y cocina sus obras en el horno ladrillero de su padre.
Jonatan piensa en dinosaurios. No sabe si tiene 12 o 9 años. Se sienta en un tronco y habla. “¿Ahora tengo que decir?”, pregunta. Tiene una remera blanca con un número y un libro a todo color. No sabe de dónde vino su talento ni su obsesión. Sabe que algunas noches, desde hace años, sueña con dinosaurios y cuando se despierta los construye.
Va hacia el bajo de su casa donde queda la poca lluvia que hay por la zona y busca un puñado de barro. Después se sienta en el piso y con sus dos manos le da forma de Tiranosaurio Rex o de Velociraptor o de Brontosaurus. Lo hace de memoria en pocos minutos, como si el sueño todavía se proyectara a través de sus dedos. Los toques finales los hace con las uñas. Tiene uñas larga como de jaguareté, piel cobriza como la tierra del impenetrable, orejas anchas, pelo negro como sus ojos, tonada entre chaqueña y qom mezclada con el español neutro de los dibujitos de Nickelodeon. Y tiene una sonrisa que tampoco sabe de dónde viene, felicidad de ángel con una misión buena.
“Un día fui a Castelli. ¿Verdad papá? Me invitaron por mis dinosaurios. ¿Cierto?”, su padre no tiene la misma forma de alegría sino más bien una esperanza sórdida. “Y también fuimos a otro país, ¿verdad papá? ¿Era otro país?”.
El viaje fue en el 2019 a la ciudad de Resistencia, el premio de un concurso en Castelli en el que lo anotaron y ganó. Castelli es, para Jonatan, como la capital de su país. Pero es apenas la ciudad más grande de la zona con poco menos de treinta mil habitantes y una crisis hídrica histórica: todo a su alrededor es seco. Su intendente se llama Pio Oscar Sander y fue él quien le dio el primer reconocimiento al invitarlo a exponer en su ciudad luego de que Jonatan ganara allí un concurso de arte juvenil. Y pronto el rumor del niño escultor de El Impenetrable se fue expandiendo y Jonatan pudo conocer, como él dice, “otros países”.
-¿Te podrías presentar?
-Hola, soy Jonatan Agustín Paz. Soy del Impenetrable y estamos aquí, en mi país, claramente. Vinimos para hablar de los dinosaurios.
-¿Qué es lo que más te gusta hacer en la vida?
-Lo que más me gusta en la vida es mi trabajo de dinosaurios.
-¿Qué es tu trabajo de dinosaurios?
-Que hago dinosaurios en barro con mis propias manos.
-¿Cómo fue la primera vez que hiciste?
-A los cinco años, cuando estuve en el campo. Yo jugaba con el barro y a mi papá no le gustaba. Cuando hice mis primeros dinosaurios después ahí mi papá se sintió bien. Y después viajamos, primero a Castelli, cuando conocí al presidente de ahí, de Castelli.
-¿El intendente?
-Sí.
-¿Cuándo fue la primera vez que viste un dinosaurio?
-La primera vez que ví un dinosaurio lo ví en la tele de mis amigos. Después un amigo mío de Resistencia puso un video en la computadora. Era un video sobre un niño que conocía dinosaurios. Y a mi me gustaba. El primer dinosaurio que ví fue el Tiranosaurio Rex. También vi el Brontosaurus, el Estegosaurios y el Velociraptor.
-¿Esos nombres cuándo los aprendiste?
-Los escuchaba cuando veíamos la película y así iba aprendiendo. Después tuve unos libros de la escuela que mi papá me leía y me decía los nombres de los dinosaurios hasta que yo sabía. Ahora conozco ya 10 especies.
-¿El primer dinosaurio que hiciste fue copiando un dibujo o acordándote de memoria?
-Acordándome de memoria. El Tiranosaurio fue el primero que hice cuando tenía 5 años.
-¿Y qué es lo que te gusta de los dinosaurios?
-Lo que más me gusta de los dinosaurios es la forma de ellos.
-¿Alguna vez viste un dinosaurio en El Impenetrable?
-No, nunca ví ningún dinosaurio en El Impenetrable, pero sí ví dinosaurios de goma cuando iba viajando.
Donde vive Jonatan es seco y es, desde el nombre, un lugar difícil de alcanzar. La ruta desde Resistencia comienza repleta de árboles que de a poco van desapareciendo, como en las fotos de Volver al Futuro, donde un hecho del pasado corrige el presente. Allí, zona de monte natural, hoy es zona de desmonte. Se ven los árboles tajeados, una suerte de marca de fuego dictando su destino de tronco caído. Solo acercarse al Impenetrable los bosques comienzan a ser menos, aparecen claros de la nada, zonas de siembra seca, soja por crecer.
Hasta hace unas décadas, todo estaba tomado por el cultivo de algodón. La industria daba trabajo y algo parecido a la prosperidad para muchos hombres de la zona. Pero las algodoneras fueron cerrando y poco a poco la zona se desconectó del resto de la provincia. Jonatan vive cerca del último paraje al que se llega por asfalto: Miraflores. Después de allí todo es camino de tierra y un consuelo: los árboles vuelven a reinar.
Desde hace unos años la zona es un Parque Nacional gigantesco, de más de ciento cincuenta mil hectáreas, donde no se puede deforestar y donde los pobladores locales -en su mayoría del pueblo Qom- pueden encontrar nuevas oportunidades de trabajo en el incipiente circuito turístico que está ayudando a armar la fundación Rewilding. Y también están los hornos y los ladrillos. Marcelo Benigno Paz es uno de los ladrilleros de Miraflores. En el fondo de su casa (un descampado en las afueras del paraje con una pequeña construcción central de un ambiente, hecha de ladrillos), Benigno tiene dos hornos y una laguna. Con la tierra y el agua da forma a sus ladrillos y cuando tiene una buena cantidad, los pone al horno, que debe mantenerlo prendido al menos por dos días. Luego los saca y los vende. Pero ahora debe tener cuidado con la extracción porque a menudo, sin que se dé cuenta, en el horno hay también un dinosaurio.
-¿Cómo fue, Benigno, que descubriste a Jonatan por primera vez haciendo esculturas?
-Él primero dibujaba en papeles, cuando tenía cinco años. Después vinimos al campo y acá ya hay barro, por la represa. Y me dijo “papá, dame un poco de barro, quiero dibujar”. Y él dibujaba, pero medio que me molestaba. Yo quería que estudie más. “Yo quiero dibujar en barro”, me decía. “Yo quiero dibujar y hacer trabajos en dinosaurios”, me decía. Y bueno, de ahí yo le dejé que trabaje en artesanías. Son esculturas nuestras, digamos, de los pueblos originarios. Hay muchos escultores de mis comunidades.
-¿Es una tradición de la zona?
-Sí, acá en la zona de Miraflores hay escultores de madera de palo santo, después están los canastos. Mi señora hace artesanías en canastos. Y Jonatan hace en barro. También estudia, y yo me dedico a la ladrillería, a hacer ladrillos.
-¿Vos habías visto dinosaurios antes de Jonatan?
-Ví algunos en museos, digamos. Eso ví en otras localidades. Y después están los dinosaurios en goma, son grandes.
-Si tuvieras que pedir un deseo para el futuro de Jonatan, ¿qué sería?
-Y… deseo que siga trabajando y que siga estudiando en la escuela para llegar a un futuro más alto, para el bien de nosotros y para el bien de él cuando sea más grande.
-¿Es fácil para un chico que quiere ser artista vivir en El Impenetrable?
-A veces nos faltan algunos materiales, pero vamos luchando despacito. Lo que podemos hacer, lo hacemos. Y lo que no podemos hacer, bueno… algún día será, lo podremos hacer.
-¿En algún momento pensaron en salir del Impenetrable?
-No, no. Yo jamás he pensado en salir de mi querido Miraflores, no. Me voy a quedar hasta ser viejo. Y que mis hijos cuiden su tierra, que es de ellos, el bien de ellos.
En sus manos, ahora, una revista naranja. “Me la mandó una señora que es como mi madrina, ¿verdad?”. Es un ejemplar sobre dinosaurios, el único que tiene. Ya lo leyó muchas veces pero aún no lo sabe de memoria. Su supuesta madrina, según recuerda, se llama Alejandra y le mandó el libro de regalo cuando vio su historia en el Facebook. “Ahora igual tengo otra madrina, ¿verdad papá?”, interrumpe. Las madrinas son las personas que le mandan cosas: témperas, papel, pinceles. También, a veces, vende sus dinosaurios en el almacén de Miraflores.
Jonatan no sabe qué edad tiene porque no sabe en qué año nació, pero sabe por ejemplo que el primer dinosaurio en habitar la tierra -según su revista- fue el Tiranosaurio. Sabe también que se extinguieron y que algunos comían plantas y otros carne. Dice que unos son buenos y otros son malos, pero que él los quiere a todos.
-¿Qué animales hay en El Impenetrable?
-Hay zorros, burros, tortugas y están distintas aves.
-Y habiendo tantos animales, a vos se te ocurrió hacer dinosaurios.
-Sí, al menos en mi campo pasan distintos animales chiquitos, grandes, o medianos. A veces en nuestro campo pasamos por el monte y encontramos una criatura llamada mulita, que es el tapinec.
-¿Qué es el tapinec?
-Es una chiquitita criaturita que se hace pelotita cuando se esconde.
-¿Cómo es la vida en El Impenetrable?
-Es buena, a veces está complicada por el tema del agua.
-¿Por qué?
-Mi papá tiene que trabajar un poco más duro. A veces siento que lo extraño cuando trabaja, y busco barro y venimos al campo y yo dibujo y él trabaja el ladrillo. Mientras él hace ladrillos, yo hago dibujos en barro.
-Y vos también los ponés en el horno, como los ladrillos.
-Sí, también. Hago como los ladrillos. Quiero que mi papá me haga un horno para que pueda cocinar mis dibujos.
-¿Qué te dice la gente cuando ve tus esculturas?
-Me dicen felicitaciones, me dicen campeón, y me dicen que soy bueno haciendo dibujos y me dicen Messi.
-¿Quién te enseñó a hacer esculturas?
-Nadie, yo así nomás. Yo sólo sé. Así por memoria. Creo que cuando nací lo hice.
-¿Cómo te diste cuenta que podías hacer cosas con las manos?
-Cuando tocaba el barro miraba mis manos y pensaba en hacer dibujos en barro, hasta que hice mis primeros dinosaurios y los puse allá al sol.
-¿A que se sequen?
-A que se sequen. Y siempre buscaba barro. Ahora conozco nuevos barros como el de las hormigas, que da más brillo a mis dibujos.
Sobre esa media cubierta Jonatan pone el barro que junta y le arroja agua si necesita que esté más blando. Es su mesa de trabajo. Luego, en la casa de su hermana en Miraflores, se ocupa de pintarlos y ponerlos a secar
Sobre esa media cubierta Jonatan pone el barro que junta y le arroja agua si necesita que esté más blando. Es su mesa de trabajo. Luego, en la casa de su hermana en Miraflores, se ocupa de pintarlos y ponerlos a secar
-Cuando vos ponés las manos en el barro, ¿qué pensás?
-Tengo muchos pensamientos de dinosaurios, a veces de animales, o a veces puedo copiar a mis familiares y personas.
-¿Qué te gustaría hacer en el futuro?
-Me gustaría seguir haciendo mis esculturas y conociendo países. Pero no sólo. Con mi papá.
-¿Te gustaría que la Argentina conozca tu obra?
-Sí, me gustaría. Hasta mis amigos ahora me ven y quieren que juguemos. Y otros chicos quieren ser mis amigos también.
-Sos famoso ahora.
-Sí, soy famoso pero si suben este video seré más famoso.
-¿Querés ser más famoso?
-Sí, pero no solo, con mi papá.
-Famoso como “el escultor del Impenetrable”.
-Sí, que cuando sea grande, no sé cuántos años tendré, voy a seguir y seguir. No voy a dejar los dibujos. Creo que no voy a dejar los dibujos hasta que sea famoso.
Unas semanas después de conocerlos, Benigno mandó un mensaje a este cronista. Hola, decía, y luego un audio que aquí transcribo. “Acá estamos todos bien. Bien, bien. Nada más que hace calor y viento norte acá en el Chaco”. No agregaba nada más.
Desde entonces, todo quedó detenido. Pero tal vez con esta nota Jonatan se haga más famoso. Piensa en dinosaurios, mientras tanto, y sus uñas crecen hasta ser como las de un Tiranosaurio.
Publicado en Infobae