El sello editorial Literatura Tropical (Chaco) publicó «Summum bonum», el último libro de poesía de María Bakun (Corrientes, 1989). Licenciada en Letras, investigadora, curadora y traductora, la autora de «Negar la sangre» (2020) explicó en una entrevista realizada por la editorial independiente, que aquí se comparte, que «‘Summum Bonum’ está ligado a la metafísica que subyace en la Ética de Spinoza y su manera de comprender la naturaleza de D’, la mente y las emociones».
Habló sobre la naturaleza y lo divino en la poética creadora de su nuevo libro y señaló: «No encuentro límites más que imaginarios entre la experiencia del mundo, lo divino, y el lenguaje poético».
Bakun estuvo adscripta a la cátedra Teoría Literaria en la carrera de Letras de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne). Traduce literatura, filosofía, poesía y cine. Brinda talleres de lectura y de creación de poesía contemporánea. Algunos de sus poemas forman parte de videojuegos, antologías y revistas, tanto dentro como fuera de la Argentina.
Invitada especialmente por el prestigioso Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956), escritor, poeta, ensayista, traductor y periodista cultural de enorme trayectoria, María Bakun participó en abril pasado del XVII Festival Internacional de Poesía en la 48ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Allí compartió panel con Zhao Si (China), Valeria Tentoni y Francisco Garamona.
Summum Bonum se erige como un poemario donde los sitios, los paisajes, el agua y el río figuran como espacios destacados. En ese sentido, «da cuenta de un silencio como un momento de soledad, pero de una soledad agradable», explicó Bakun.
María Bakun
LT: -¿Por qué eligió este título para su nuevo libro de poesía?
MB: -El título «Summum bonum» surge a partir de estudiar crítica y poesía medieval. Y está ligado a la metafísica que subyace en la Ética de Spinoza y su manera de comprender la naturaleza de D’, la mente y las emociones.
Este poemario lo escribí hace muchos años, en una época en que la idea del mundo realizándose constantemente, yendo continuadamente hacia su propia destrucción o desaparición, era para mí una idea recurrente, una idea que regresaba y de la que me ocupaba mucho, activamente.
Con el tiempo noté que, ya en un poema de mi libro anterior, rondo un poco esta idea, donde a partir de pensar esta experiencia del mundo como única e irrepetible y de ver el mundo con esos ojos, digo que ese vínculo con lo espiritual «quita al mundo su ser de piedra ingrata». Ahí me posicioné en este representante poemático que para mí se siente cómodo, a gusto, inclinándose hacia lo místico.
Pensé entonces en escribir acerca de esas pequeñas, ínfimas -e inmensas a su vez- experiencias del mundo como algo todavía vivo. Y quise reunirlas y desplegarlas como algo, a pesar de todo, bueno, porque tiene aún la suerte de ser experiencia del mundo, de nuestra porción del mundo.
Surge también a partir de un modo de ver que hallé en Spinoza y que aúna la vivencia de lo natural o de la naturaleza a la vida y a D’, que concibe todo lo creado como una sustancia inseparable. Entonces quise dar cuenta de ello en pequeños poemas, y no podría ser más que mediante la poesía, porque es en la poiesis que la técnica se inhiere a la vida, en el sentido de un estado poético que se hace obra poética casi inevitablemente.
LT: -En los primeros versos habla de «una belleza sutil y aterradora», ¿cómo se manifiesta esta dualidad en tu obra?
MB: -Que algo sea bello quiere decir que es ‘armónico en sus partes’, no necesariamente se trata de que sea algo lindo. Existe una delgada línea entre lo extremadamente bello y lo aterrador, sobre todo cuando esa belleza produce un efecto casi pánico, de Pan, que es ‘todo’, y ese puede ser un efecto abrumador. El mundo precisamente está plagado de belleza y de horror. Depende del ojo con que se mire. En un poema, Rilke escribe: «Deja que todo te suceda, la belleza y el terror. Ningún sentimiento es definitivo». No lo entiendo como algo maniqueo, como una dualidad, sino como estados de cosas según se nos presenten y aparezcan.
LT: -¿Cómo logra capturar la fragmentación y la experiencia humana en tu poesía?
MB: -El yo de la poesía, tome la forma y el estilo que tome, está inevitablemente unido a la experiencia de vida del poeta.
Por eso se dice que solo los infantes, en esa primera infancia en que aún están aprendiendo a conocer el mundo y a nombrar, no pueden realmente hablar, porque aún no han reunido una experiencia de vida que les permita posicionarse.
De todos modos, siento que es también desde esa inocencia que escribo, como si se mirara por vez primera todo aquello que compone y que rodea cada experiencia.
LT: -¿Cómo describiría el lenguaje poético de «Summun bonum»?
MB: -Entiendo la poesía como un estado poético que te arrebata y captura los sentidos por un instante. Como ese desorden de los sentidos del que habló Rimbaud, y que sólo a través de esa desorganización de los sentidos el poeta se vuelve conocedor. Rimbaud dice ‘sabio’, pero esa palabra a mí me queda enormísima.
Ese estado poético no tiene vocablos, es un sentir, una afectación que se traduce en palabras y se vuelve un acto poético.
Solo en esa traducción del afecto del poeta el poema cobra una existencia real; se vuelca a la realidad y se convierte en una experiencia compartida con el lector.
Uno escribe porque necesita desembarazarse de esa afectación, darla a luz, desprenderse de ese afecto que toma la forma de un obsequio al lector que pueda verse e identificarse si no en la misma, en una inherencia o afectación similar.
LT: -¿Qué papel juega la naturaleza y lo divino en la poesía? ¿Cómo se establece el diálogo entre estos elementos?
MB: -No encuentro límites más que imaginarios entre la experiencia del mundo, lo divino, y el lenguaje poético. No sólo dialogan sino que son complementos y extensiones. La palabra crea la realidad, y en plano divino D’ habla para crear todo lo que existe. En la poesía es lo mismo.
En un poema de mi próximo libro aún inédito, «La lira en el aire», digo que el verbo es el ‘sublime coadjutor de la voz’. Este modo de creación del lenguaje poético me ocupa mucho espacio de pensamiento, me importa y me preocupa.
LT: -Taub señala en el epílogo la influencia de figuras como Juanele Ortiz y Rainer Maria Rilke. ¿Cómo percibe estas conexiones y qué aportan a la comprensión de su poesía?
MB: -Rilke es un poeta que admiro sobremanera. Toda la línea de la lírica romántica alemana me parece una fuente que todo poeta debe conocer.
El vínculo entre mi poética y la de Rilke para Taub está es ese modo de concebir la belleza y el terror y dejar que nos atraviese como efectos de sentido y que se dejan ver en nuestra poesía de modo harto notable.
Sin embargo, el vínculo con Juanele resulta muy curioso, porque hasta entonces yo no lo había leído realmente, no me había detenido en su obra ni la había abarcado en su plenitud. Entonces esa relación Taub la nota en la manera de erigir en el poema los sitios, los paisajes, donde figuran el agua y el río como espacios destacados, principales.
LT: -¿Cómo cree que «Summun bonum» se enfrenta a los desafíos del mundo actual?
MB: -Entiendo que «Summum bonum» es un poemario que da cuenta de un silencio como un momento de soledad pero de una soledad agradable, de un apartarse un momento para concebir lo poético que hay en un mundo donde no siempre se tiene tiempo ni lugar para la belleza, para las formas que pueda tomar esa belleza en lo caótico vacío que puede ser el mundo.
LT: -¿Es la lectura de «Summum bonum» una experiencia espiritual, emocional?
MB: -Toda lectura de poesía es una experiencia espiritual, emocional, que se realiza en su efecto de lectura, desde la afectación que se produce en el estado de lectura. Y «Summum bonum» no podría leerse de otro modo más que en el de esa afectación.