La Fundación Urunday publicó un nuevo capítulo de «La aventura escultórica», contenido que todos los meses busca condensar las representaciones artísticas encarnadas en la identidad local, a las que se pueden acceder a través de su web.
*Por Marcelo Nieto
Mimo Eidman nació en Buenos Aires. Desde 1963 reside en Resistencia. Arquitecta egresada de la Unne. Estudió técnicas escultóricas en el taller de su maestro Fabriciano. Desde 1984 recibe importantes premios y realiza muestras colectivas e individuales en museos, salones y concursos del país y del exterior. Poseen sus obras colecciones privadas y públicas, nacionales y extranjeras como así también, obras de gran tamaño en museos al aire libre.
La escultura de Mimo cautiva, como quien encuentra una joya tras abrir un cofre olvidado. Cautiva por su ideal de belleza, la terminación laboriosa, la apostura galante; su imponencia, su intención a lo sagrado.
En su obra pareciera que nada es azaroso, que nada escapa a la ley física y encantada con la diversidad de la materia, elige la madera una vez, y otra el bronce y otra la resina, y otra el mármol y en un juego de conciliaciones suma las cadenas de hierro, el chaguar aborigen, el tiento de cuero. Con eficacia va de la sofisticación a la síntesis austera. Siempre un atisbo de gloria en esas composiciones enclavadas, equilibradas, fuertes y misteriosas.
Dice Mimo que «si alguien lograra decodificar mis soles y mis lunas podría recorrer la profundidad de mi ser y todo aquello que, alguna vez, ni me atrevía a pensar, dejaría de ser estrictamente confidencial».
MÉRITOS
Obtuvo el primer Premio «Gobierno de Santa Fe», LXXI Salón Anual de Santa Fe, Santa Fe, Argentina (1994); Gran Premio de Honor, 25º Concurso de Escultura en Nieve, Sapporo, Japón (1998); primer premio, «Concurso Capital Nacional de las Esculturas», Resistencia, Chaco (2007). «Premio Domingo Faustino Sarmiento», otorgado por el Honorable Senado de la Nación Argentina (2007). Declarada por la Municipalidad de Resistencia: «Ciudadana Ejemplar». Premio Consagración al Mérito Artístico, edición 2009.
Además de dedicarle tres décadas a las realizaciones de los Concursos de Escultura Nacionales e Internacionales, desde la Fundación Urunday, trabaja y lucha para que nuestra capital sea identificada como «la Ciudad de las Esculturas», haciendo del arte un bien de todos.
-¿Cómo y cuándo se le reveló el arte de la escultura?
-Hace muchos años, por los 80. Creo que siempre estuvo en mí, pero no me daba cuenta. Mientras dibujaba en el tablero algunas ideas que burbujeaban en mi mente se producían vacíos y hasta que retomaba la idea hacia «cositas» con algún material blando que tenía cerca.
Gomas de borrar, tizas, miga de pan, todo servía. Un día llegó a mi estudio Fabriciano, convocado por un trabajo para la tumba de mi suegra. Tomó una de mis «cositas» y me dijo: «Mimo, esto tiene escala monumental», prácticamente no valoré su apreciación y seguimos conversando del tema para el cual había sido convocado. Antes de partir me invitó a ver su taller y si quería trabajar en otro material y otra escala con alguna de mis «cositas» podría hacerlo ahí. ¡Generoso, como siempre! Pasó un tiempo, a veces pensaba en esa posibilidad… Decidí ir.
Creo que ese fue el momento en que se me reveló la escultura. ¡Tenía todo! podía trabajar con todo lo que había ahí! ¡Estaba todo al alcance de mis manos! Las técnicas me fueron reveladas, los consejos y la guía siempre estuvieron presentes. ¿Cómo no descubrir la evidencia? Sin saberlo, me comunicaba con lo profundo de mí ser.
-¿Qué pensamientos, qué sentimientos disparan cuando se para frente a una obra recién acabada?
-No los tengo, no cuando está acabada recientemente. Después de un largo tiempo me doy cuenta de los sentimientos que tenía mientras la estaba haciendo. ¡A veces, toda una revelación!, otras no tanto.
-¿Qué apoyatura le ha dado la arquitectura a su escultura?
-¡Fundamental para mi obra! pasando por la historia de la arquitectura y del arte hasta las técnicas, materiales, resistencias y cálculos estructurales.
-¿Ser mujer le allanó o dificultó los caminos? Tiempo atrás una mujer escultor era casi una rareza, usted emerge como una Lola Mora chaqueña…
-¡Que generoso mi amigo! ¡Lola Mora, Chapeau! ¡Lo allanó y lo dificultó! En un mundo machista, por ser mujer todos te ayudan, me refiero a la fuerza y a algunos recursos, ¡ellos tienen más posibilidades! Pero cuando se trata de valorar el trabajo y en el jurado todos son hombres me gustaría ser una mosquita… Estoy convencida de que si una mujer saca premios su obra tiene que ser indiscutible.
-¿Dónde se alimentan las ideas de sus obras?
-En la maternidad, las injusticias con los pueblos originarios, su pureza, sus culturas, la naturaleza, ataduras espirituales y quien sabe cuántas cosas más. Rara vez hago esculturas con un tema a pedido. Tengo que sentir lo que hago.
-¿Cuál es el poder de la estética en el espíritu humano?
-La estética es fundamental en la formación del hombre, esencial en su equilibrio. Constituye y crea esos momentos de felicidad que a veces vivimos, muchas veces sin darnos cuenta, cuando experimentamos esa sensación de plenitud o bienestar al observar algo agradable a nuestro espíritu.
Hay una amistad antigua, tácita, incorruptible con el escultor Fabriciano. Juntos, y con la Fundación Urunday trabajan con denuedo en la Resistencia escultórica. Sin dudas, una de las claves de esa amistad…
-¿De dónde ese empeño que comparten de embellecer y jerarquizar su ciudad, de alimentar una identidad escultórica, y también quisiera saber cómo conoció a Fabriciano y qué virtudes admira de él?
-Seguramente ese empeño compartido nace de poner en práctica un sentimiento genuino que también compartimos.
Si soñamos con un mundo mejor para todos debemos construirlo desde nuestra posición, por más humilde que sea y por supuesto comenzando con nuestro entorno inmediato.
Lo conocí porque, con mi familia, le encargamos un trabajo para la tumba de mi suegra. Estaba recién llegado de Europa. ¿Virtudes? ¡Múltiples!: generosidad, solidaridad, honestidad, respeto por la palabra empeñada.
-¿Qué artistas del Chaco la han inspirado?
-Creo que ninguno con respecto a mi imagen escultórica. Con respecto a la profesionalidad sin lugar a dudas Fabriciano.
Si no hubiera sido escultora y arquitecta… ¿entre qué oficios y talentos se vería cómoda?
¡Escribiendo, me gusta mucho! pero sería aún más ermitaña. Quizá lo haga algún día… cuando el peso de las herramientas sea un obstáculo para comunicarme con mi interior.
-Si digo «Chaco», ¿qué imágenes se disparan en su mente?
-Mi familia, mi casa, mi taller, las esculturas, mis amigos, Resistencia… Los pueblos originarios, los de adentro de este Chaco, su dolor…