Este martes 3 de mayo continúan las rondas de audiencias por el juicio por la verdad por la Masacre de Napalpí, en esta oportunidad en la localidad de Machagai.
Se trata del primer «juicio por la verdad», un proceso penal que juzgará una de las mayores matanzas cometidas contra pueblos originarios en este país sudamericano: la llamada Masacre de Napalpí, ocurrida hace casi un siglo.
El juicio, instigado por la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Resistencia, con la Secretaría de Derechos Huamnos de la Provincia como querellante, busca determinar los hechos detrás de la matanza de más de 400 indígenas moqoit (o mocoví) y qom en ese territorio a manos de agentes estatales, en 1924.
La jueza federal de Resistencia Zunilda Niremperger ordenó que se realizara el proceso tras determinar que «los hechos objeto de investigación exhiben características que permiten su inclusión dentro de la categoría de delitos de lesa humanidad, cuya imprescriptibilidad posibilita que a pesar del tiempo transcurrido se pueda investigar».
Durante esta jornada prestaron declaración en la Casa de las Culturas de Machagai, los descendientes de sobrevivientes de la Masacre, Matilde y Salustiano Romualdo, Sabino Irigoyen, Cristina Gómez, Lucia Pereira, Cristian Enríquez y Guillermo Ortega.
Además de los testimonios de los investigadores indígenas Qom y Moqoit, Raúl Fernández, Raquel Esquivel, Gustavo Gómez, Viviana Notagay, Juan Carlos Martínez y Florencio Ruiz; quienes a través de su trabajo reconstruyeron cómo funcionó la reducción Napalpí, el contexto histórico de la masacre y de otros hechos similares.
Entre los relatos escuchados, Lucia Pereira contó: “El día de la masacre el ejército llegó, hizo el descargue, y eso… empezaron a disparar y los demás a correr, a disparar al monte. Mi papá vivió 30 días en el monte, cuando estaba por irse monte más adentro cuando lo descubrieron y le dispararon en el hombro y el siguió escocido así, con la bala ahí. Siempre me decía mi papá, que el pidió que alguien agarre una gillete y le saque la bala porque se veía sobre su piel pero nadie se animó a cortarlo, no se le podía sacar, mira si le cortábamos un nervio y no dejaba de sangrar”.
“Una cantidad de gente murió señor juez, chicos, mujeres embarazadas, gritaban las mujeres: “No me maten mis hijos, no me maten mis hijas, no maten a mi marido, no maten a mi madre. Un solo griterío, pero le metralleaban nomas”, rememoró.