Emplazadas cerca del río Negro se pueden encontrar las obras fruto de la experiencia cultural más importante de Iberoamérica. Este año fueron realizadas sobre mármol de San Juan, unieron continentes y se mantendrán en su hogar natalicio hasta que el comité organizador de la Bienal del Chaco, es decir la Fundación Urunday, elija su lugar de emplazamiento definitivo.
De los artistas, el primero que finalizó su obra fue Sodong Choe, de Corea del Sur. Con el nombre de «Permanency 2150» o «Permanencia 2150»: «El ser humano debe convivir con la naturaleza. Si no respetamos la naturaleza, la supervivencia de la humanidad se verá amenazada. Pretendo contar en la obra la infinita esperanza de la civilización humana en la naturaleza. El prototipo de la célula básica de la vida está estructuralmente enumerado y compuesto. Expresa la eternidad de nuestra humanidad que nunca terminará. En contraste con el color de la piedra, expresa la composición cromática y la eternidad y esperanza de la humanidad. Simboliza avanzar hacia una visión de la eternidad que nunca terminará en un círculo blanco».
John Gogaberishvili, de Georgia, emplazó su obra sobre una base del mismo color de su obra. El proyecto tiene el nombre de «Emotional transformation» o «Transformación emocional»: «Visión, éxtasis, exceso emocional, nuevas formas innovadoras de alcanzar el horizonte del futuro y nuevas oportunidades para el futuro».
De Rumania, Petre Virgiliu Mogosanu trabajó estas seis jornadas en la obra «Tensions in the nature» o «La naturaleza y sus tensiones». «Partiendo de la idea de que, en la naturaleza, todo se mueve y toda la materia cambia en el tiempo, el ser humano también cambia, piensa diferente cada día. En todas estas transformaciones, hay un impulso que se inicia dentro de nosotros. Las acciones de los cuerpos en la naturaleza ocurren debido a que dentro de cada volumen hay una fuerza, una energía, una tensión y un equilibrio que junto con la voluntad actuarán hacia el exterior y crearán un movimiento que es el equivalente a la vida».
Desde Turquía, Ebru Akinci, estuvo estas jornadas trabajando sobre su obra «Chrysalis» o «Crisálida»: «En el proyecto la idea principal es la transformación. La capa externa cúbica es destruida por la formación interna y esa forma cúbica comienza a transformarse en otra estructura suave y sensible. Se refiere a la transformación de la materia de lo material a lo espiritual. La exploración del período de transformación de una estructura a otra estructura. Renacimiento. El proyecto simboliza la eterna continuidad y transformación de la vida y el desarrollo de sus elementos»
Verena Mayer – Tasch, de Alemania, en estos días de competencia estuvo trabajando en su obra «Dress» o «Vestido»: «Se supone que mi escultura representa un vestido de origami, doblando la piedra como una hoja de papel, en forma de una figura de origami tradicional. Al esculpir alguna textura en la piedra, quiero evocar la impresión de que la piedra se transforma en papel, el papel en tela, creando una metamorfosis material. Mi interés es dar un material pesado dado por la naturaleza como la piedra, ligereza y levedad debido a una abstracción lúdica del lenguaje formal».
De Ucrania, Ihor Tkachivskyi, realizó el proyecto de «New energy» o «Nueva energía». «Mi escultura es la energía que es constante. Está en constante movimiento y su dinamismo da el movimiento de la Tierra, de nuestro planeta y del universo entero. Simboliza el movimiento de los elementos de su relación, coexisten entre sí».
Desde México, David Bucio trabajó durante estas jornadas en su obra «Equinoccio»: «Siguiendo con la intención de compartir un poco de la cultura de mi país a través de mi trabajo; es que he tomado como referencia la cosmovisión maya de los equinoccios. Estos estaban relacionados con Kuulkán, que para los aztecas era Quetzalcoatl, quien para ambas culturas era el dios de la renovación y rejuvenecimiento de la vida. Esta propuesta escultórica es un voto de fe en la renovación como especie, una invitación a mirar a nuestro pasado, a encontrar en nuestras raíces la conexión con nuestro entorno y con nuestros semejantes, es la confianza en mi especie».
Genti Tavanxhiu, de Albania, durante de estos días de competencia estuvo trabajando en su obra «Señorita»: «Es una forma vertical, luminosa que emerge del bloque de mármol que se despliega en su parte alta como una composición orgánica. En su eje central, una silueta elegante. En todas sus direcciones posee una belleza que, como una flor, aparece el espectador y lo ilumina».
Desde Eslovenia, Arijel Strukelj trabajó en el predio durante estos días en su obra «Tensions of life» o «Tensiones de la vida»: «Mi proyecto está mostrando cómo el sistema está tratando de angustiarnos, pero aún continuamos con la vida que queremos: vivir. Las tensiones son un problema que está teniendo un gran impacto en nuestras vidas a diario. En los tiempos que vivimos nos olvidamos de nosotros mismos o de los sueños corriendo en círculos para sobrevivir. Los puntos de tensión están apretando el elemento y creando la forma abstracta».
En representación de la Argentina esculpió Juan Pablo Marturano su obra «Más allá de las nubes» (homenaje al cerro Mercedario, San Juan): «Escalo montañas y, a su vez, las retrato en escultura. En este caso se trata de la montaña más alta de San Juan, el cerro Mercedario. Rindiéndole homenaje al cerro, como metáfora que simboliza aquello que actúa de puente entre el cielo y la tierra».
«Me gusta el Chaco porque son amantes del arte»
El surcoreano Choe Sodong se encuentra cansado, por varios motivos: uno, y el más importante, es que atravesó una enfermedad que complicó su salud, pero no le impidió venir al Chaco para competir en la Bienal Internacional de Escultura, donde se encuentra trabajando plenamente en su obra. Consciente de que el mundo se encuentra pasando por varios conflictos (bélicos, por ejemplo), decidió realizar su obra bajo una temática netamente opuesta: esperanza y felicidad y es a lo que apuesta para el futuro.
«Me gusta el Chaco porque son amantes del arte. Muchas veces quise ser parte de esta Bienal, si bien Resistencia es pequeña, es muy respetada por los artistas», asegura.
Está muy feliz de encontrarse en la provincia, justamente «por todo lo que ha pasado», de hecho «he esperado tres años para venir y pasé por una enfermedad. Soy victorioso en esto», reconoce.
Acerca de cómo es su proceso de trabajo, comenta que «entre más veo más me inspiro y más evoluciona mi trabajo, de manera que, en el Chaco, veo mucha inspiración y es lo que persigo».
Y continúa elogiando a Resistencia: «Creo que es ideal para trabajar al aire libre porque generalmente las ciudades no tienen muchas esculturas emplazadas, pero acá sí, y se puede ver que se aprecia a los artistas, al arte».
Para finalizar y como tiene como objetivo al futuro, indica: «Me gustaría visitar nuevamente Resistencia para poder ver mi trabajo, cómo la ciudad ha seguido desarrollándose en el arte y cómo mi obra contribuirá a ese desarrollo».
«Disfruto que la gente trate de entender lo que quise decir»
Petre Virgiliu Mogosanu viene de Rumania y se encuentra esculpiendo desde hace 28 años aproximadamente, empezó con esculturas pequeñas, pero luego fue perfeccionando su arte y ya lleva más de 30 bienales recorridas, pero afirma que la Bienal del Chaco es una de las más famosas del mundo y que desde que escuchó historias relacionadas a Resistencia, «siempre quise venir aquí a dejar mi trabajo». Incluso, cuando fue seleccionado, «estaba un poco sorprendido porque es un evento muy grande y hay artistas muy importantes, por lo que es un honor y un placer que me hayan aceptado».
Su escultura se llama «Tensiones en la naturaleza»: en ella mezcla formas simples y complicadas. «Una forma simple debe ser perfecta, entonces mi escultura incluye formas simples y tensiones que se configuran y se combinan».
Pero continúa argumentando su obra, describiendo que la materia cambia constantemente en el universo «y aunque no podamos ver este cambio, el metal, la piedra, por más que parezcan estáticos, están en constante cambio y mi trabajo lo que quiere hacer es captar, mostrar o resumir un momento en ese cambio de la materia en el universo».
Por otro lado, si bien comenta que ya ha trabajado a cielo abierto y con público, nunca de esta manera, porque «ahora hay mucha gente y muchos se acercan a interactuar conmigo. Eso es algo muy lindo, al mismo tiempo tengo que concentrarme en mi trabajo, pero me encanta también porque de esto se trata la interacción con el público».
Para finalizar, asegura que se encuentra muy feliz de que su obra pase a formar parte de las esculturas de la ciudad, sobre todo porque «me gusta poner a la gente en esa situación de tratar de entender qué es esto (la escultura), por qué tiene esta forma, qué significa. Disfruto lograr que la gente salga de sí misma y ponerla en situación de tratar de entender lo que yo quise decir».
«Narrar una historia de vida a través de la obra»
Verena Mayer-Tashc es la escultura alemana que compite en el Concurso Internacional de Escultura en la Bienal del Chaco 2022. Mayer-Tashc tiene una presencia reservada aún muy arraigada en su país natal, aunque hace 33 años vive en Italia. Vive en una zona de montañas, donde el mármol es autóctono y con vista al mar, Carrara. «Carrara es un poco similar al Chaco. En vez de ser la ciudad de las esculturas es el lugar de los escultores. Todo mi círculo es de escultores y de personas que esculpen, particularmente con el mármol del lugar», describe.
Verena llega a Carrara muy joven con el deseo de estudiar en la Academia de Bellas Artes de la ciudad. Allí conoció a su esposo, que también es artista y tenía su estudio; así comenzaron a trabajar juntos. Realizan simposios alrededor del mundo y exhibiciones de diferentes temáticas. «Hace seis años abrimos un nuevo estudio más grande en Carrara, donde hacemos otros proyectos y empezamos a recibir artistas de otros lugares», cuenta. La artista señala que como escultura trabaja el mármol y la piedra en general. «La temática siempre está conectada con el mundo material e interno-emocional». Relata que luego de tener hijos puso la mirada en los juguetes y en esos mundos. Sus obras «no son del todo abstractas, tiene siempre como un objeto que se aprecia y el relato de una historia de vida».
Consultada por el conocimiento que tenía anteriormente sobre la Bienal del Chaco, dijo que al principio «no sabía mucho, aunque sí había escuchado hablar. No sabía mucho realmente», dice y explica que en su mundo de escultores aplicamos para poder participar en este tipo de simposios por ingresos, «ser escultores es nuestro trabajo y nuestra vida», agrega. Cuando quedó dijo sentirse «muy feliz, ahora que sí sé que es un evento muy importante y que hay muchas grandes esculturas. Estoy a otros grandes artistas y es muy emocionante», señaló.
«Una vez que lo termino, mi trabajo pasa a ser de la gente»
El mexicano David Bucio destaca principalmente el carácter de simposio que tiene la Bienal Internacional de Escultura, porque solamente así se le da un carácter netamente público, al arte, es decir, cuando las obras pasan a pertenecer a la gente. Es muy diferente a los concursos, tal cual como se denominan, debido a que allí «siempre hay competencia y se está buscando la forma de ganar», en tanto que en la Bienal «todos recibimos exactamente lo mismo y se desarrolla una camaradería entre nosotros que nos permite generar una especie de familia». «Es también respetar el trabajo del artista sin que uno sea más o menos que otro».
Acerca de cómo se siente al saber que su obra pasará a ser parte de Resistencia, explicó: «He querido entender este concepto budista del desapego. Mi trabajo como tal es mío mientras lo trabajo, una vez que lo termino, pasa a ser de la gente». «Siempre es agradable que el trabajo de uno sea considerado con este grado de patrimonio y creo que eso es lo que hace al arte público, público».
Acerca de cómo se siente trabajar con público, remarca principalmente la manera en que la gente se involucra al querer conocer al autor, además de que «a las esculturas las hacen suyas y eso da un sentido de pertenencia con la obra, con su ciudad y con el capital cultural que se está generando».
Bucio se encuentra cumpliendo 20 años de trayectoria con el arte y participar de esta Bienal tiene entonces un festejo doble, lo que le dio una carga simbólica mayor a su estadía en la provincia. Con respecto al trabajo en sí, su obra con la que participa se llama Equinoccio, y cómo encaró el proyecto, dijo: «Creo que la principal etapa y la más importante es la improvisación, porque tenemos que adaptarnos cien por ciento a lo que nos tocó», se refirió al mármol travertino, al que calificó como «una caja de sorpresas, un queso gruyere, por la cantidad de poros que tiene».