El Presidente y la vice no llegan todavía a un acuerdo. Massa, mencionado para el área económica.
Según publicó Clarín este miércoles en una firmada por Ignacio Ortelli, el gobernador chaqueño Jorge Capitanich volvería al mismo cargo que ya ocupó durante la presidencia de Cristina Kircher, pero Alberto Fernández todavía no está convencido. Aguardan el regreso de Silvina Batakis y se mantienen las versiones sobre el desembarco de Sergio Massa en el Gabinete, con injerencia en el área económica.
«Esperemos que venga la ministra». Casi al pasar, agobiado por las preguntas de los periodistas, Juan Manzur blanqueó que no habrá movimientos en el Gobierno hasta que Silvina Batakis regrese de su viaje a Washington. La titular de la cartera de Economía estará de vuelta este miércoles en la Argentina, tras las reuniones que mantuvo con la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, autoridades del Departamento del Tesoro de Estados Unidos e inversores. Y el jefe de Gabinete es uno de los que suena con más chances de dejar su cargo en el relanzamiento sobre el que trabaja Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
El nombre del líder del Frente Renovador volvió a sonar durante el fin de semana con posibilidades concretas de integrarse al Ejecutivo. El destino del tigrense, según versiones difundidas por importantes funcionarios y dirigentes frentetodistas, sería la Jefatura de Gabinete, hoy en poder de Manzur. En ese escenario, el tucumano podría levantar su licencia como gobernador ó recalar en la Cancillería, en lugar de Santiago Cafiero, un hombre incondicional del Presidente que no tendría problemas en formalizar nuevamente en la Casa Rosada su trabajo cotidiano que va más allá de las Relaciones Exteriores.
Otro versión fuerte, ayer, aseguraba sin embargo que Massa podría pasar a ser una suerte de «súper ministro» del área económica, con Batakis debajo suyo en el organigrama, y que como coordinador de ministros iría Jorge Capitanich, el gobernador de Chaco que ya ocupó ese cargo con Cristina. Sería la vice justamente la más entusiasmada con esta idea. No así Alberto Fernández. ¿Por eso el Presidente los llevó a Daniel Scioli y Juan Manzur a Chapadmalal, como una suerte de ratificación en público? Interpretaciones que circulaban también en Casa Rosada.
Lo que parece claro a esta altura es que tras el almuerzo que compartieron el sábado el Presidente y la vice en Olivos, durante tres horas, no hay acuerdo aún ni en los nombres ni en las medidas a tomar para frenar la crisis.
Ante el cúmulo de rumores, propiciado en buena medida por el fuerte hermetismo que hace dos semanas, harto de las críticas de los periodistas, le ordenó Fernández a la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, el Gobierno decidió no intervenir ni desmentir lo que se dice en los medios. En parte porque es un dato de la realidad que se están gestando variantes. Y también, como consideró un funcionario con despacho en Casa Rosada, porque la expectativa de que algo cambie «es mejor para los mercados que escuchar que todo va a seguir igual».
Sí afirman, quienes rodean a Fernández, que a diferencia de la postura que tuvo ante otras crisis, esta vez está dispuesto a hacer retoques más profundos en su equipo. “Ya no se resiste”, dicen.
Pero el de Massa es un capítulo especial. Se instaló, al cabo del fin de semana en el que se fue Martín Guzmán, que había sido Cristina Kirchner quien le bajó el pulgar para incorporarse al Gabinete. Desde el Frente Renovador le atribuyen esa «operación mala leche» a un amigo del Presidente «que cree que si agarra Sergio se termina el gobierno de Alberto». No falta una voz ácida que directamente dice que fue el propio Presidente. Con todo, la respuesta fue inmediata: apuntan que Fernández nunca ofreció su llegada al Gabinete como carta de negociación en la charla que tuvo con la vice, donde finalmente arreglaron limitar los cambios en Economía, con la llegada de Batakis.
«Cristina no lo vetó», perjura un histórico del peronismo que tiene vínculo cercano con la vice y asegura poner «las manos en el fuego» de que es verdad. Ella nunca se encargó de desmentir públicamente esa versión, pero en la charla que mantuvo con el tigrense en su despacho del Senado, a principios de este mes, dejó en claro que ella no fue el obstáculo, a pesar de tener algún reparo respecto a los nombres que propone Massa.
Lo concreto es que la semana pasada dirigentes de La Cámpora, que no constituyen la voz de Cristina pero cumplen a rajatabla la voluntad de la vice, volvieron a fogonear la llegada de Massa. Hay entre Máximo Kirchner y el tigrense un vínculo aceitado desde la Cámara de Diputados.
La expectativa de que, a través suyo, pueda acelerarse la gestión y cambiar el rumbo de algunas decisiones que adoptó Fernández es uno de los ejes que hacen subir las acciones del presidente de la Cámara baja.
Massa, tras su frustrado desembarco de hace unas semanas, se limitó a responder algunos mensajes. Entre los intermediarios está, como reveló Clarín, el diputado Eduardo Valdés,
amigo de Alberto y que viene dialogando con Massa. El ex embajador en El Vaticano escuchó planteos de Massa. Con otro interlocutor, el tigrense fue contundente: «Si me necesitan me tienen que dejar hacer. No alcanza solo conmigo, necesito a mi equipo y tienen que bancar mis decisiones. Al auto que me subo, lo manejo yo».
Por las dudas, se mantiene en contacto con Batakis y algunos de sus asesores ya analizan medidas.