“La mayoría de los casos de cocaína que se remite para análisis, está adulterada con diversos tipos de sustancias”, dice Francisco Camargo. El vicedirector de la Diplomatura en Toxicología Forense echó luz sobre el tema que es noticia nacional por estos días y dispara un nuevo, extenso y profundo debate mundial.
Frente a la conmoción que generó en el país la muerte de más de una veintena de personas y la internación de otras 80, por consumir cocaína adulterada en la zona noroeste y oeste del conurbano bonaerense, desde Radio UNNE se consultó al profesor adjunto de la Cátedra de Toxicología y Química Legal de FACENA y vicedirector de la Diplomatura en Toxicología Forense, Francisco Camargo quien echó luz sobre el tema que es noticia nacional por estos días y dispara un nuevo, extenso y profundo debate mundial.
Sobre la base de que aún no hay información fehaciente, puesto que los estudios toxicológicos, periciales propiamente dichos, todavía se están realizando; “la evidencia indirecta existente apunta a que se trata de un opioide, un derivado sintético de la morfina. Y por los trascendidos y la sintomatología de los pacientes internados, parecería ser que se trata específicamente de fentanilo”, dijo en relación a la “droga envenenada” que se vende en el búnker de Puerta 8, en el barrio del Partido Tres de Febrero, un precario asentamiento en el que viven menos de 200 familias.
El especialista explicó que se habla de evidencia directa cuando a través de un análisis químico se puede identificar el agente causal que está provocando un proceso toxicológico, y de evidencia indirecta cuando a través de la sintomatología y los signos que presentan las personas afectadas, se puede relacionar ese conjunto de síntomas y signos, que se denomina técnicamente un síndrome, con una determinada sustancia o un grupo o familia de sustancias, “y en este caso todo parecería apuntar a que se trata de un derivado sintético de la morfina, específicamente el fentanilo”.
“Si los estudios confirman que es fentanilo el adulterante que se ha incorporado a esta cocaína, realmente se trata de una sustancia que tiene un riesgo de uso asociado sumamente alto”, aseguró el profesional y explicó entonces cuál sería una “dosis mortal” de fentanilo para una persona no habituada al consumo: “En un sentido general y amplio, una cantidad de 2 miligramos podría provocar la muerte de una persona”, aseveró.
Una comparación con datos del uso legal de esta sustancia en especialidades farmacéuticas permite una mayor comprensión de lo dicho y de esta realidad: “Allí la dosificación está en el orden de los microgramos, que es la milésima parte de un miligramo. Así que imagínense el daño que se puede hacer, de manera indiscriminada, con poco o nulo conocimiento sobre el tema, sobre los efectos farmacológicos, toxicológicos que pudiera tener esta sustancia”, dijo Camargo.
Además, se debe tener en cuenta que al tratarse de un uso ilegal de la sustancia, “no hay un control, ni supervisión, ni una preparación previa”. “Es más, se trabaja bajo el principio de que más es mejor, y alcanza con ver los estragos que están provocando”, agregó el especialista en referencia a las consecuencias en la salud de las personas que consumieron la cocaína que tendría “el agregado indiscriminado de esta sustancia, con la finalidad de estirar la cocaína comercializada”.
Consultado sobre la gravedad del hecho, el doctor Camargo explicó que está dada tanto por el tipo de sustancia agregada como también por las dosis aplicadas. “Es una combinación de factores”, dijo y aseguró que en base a sus conocimientos y el contacto con colegas que trabajan en la temática, “realmente no hay antecedentes en Argentina y me animaría a decir en Sudamérica, de una intoxicación masiva con cocaína adulterada como esta”.
No obstante, a partir de la experiencia en analizar este tipo de sustancias, a lo largo del tiempo, alertó: “la generalidad de los casos de la cocaína que se remite para análisis, es cocaína que está adulterada con diversos tipos de sustancias”.
La “cocina” de la cocaína
El docente de la Cátedra de Toxicología y Química Legal de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNNE también fue consultado sobre qué son y para qué sirven las comúnmente llamadas “cocinas de la droga”.
“Es el émulo o simulación de un laboratorio, muy precario, donde quien se encarga de realizar las preparaciones, realiza las sucesivas conversiones según el destino de comercialización que va a tener esa droga”, resumió.
“Por ejemplo, la obtención inicial del alcaloide a partir de las hojas de coca que se obtiene la paste base de cocaína, que es donde normalmente donde arranca la circulación, a partir de esa pasta base, por medio de distintos procedimientos químicos, se logra lo que sería una de las formas más difundidas de comercialización de cocaína que es el clorhidrato de cocaína”, amplió. “Y si ese proceso sigue avanzando se pueden obtener sustancias más puras y de muy alto costo, como por ejemplo lo que comúnmente se denomina como “crack”, agregó, para explicar con ejemplos lo que se hace en una “cocina” de drogas.
Se refirió luego sobre los efectos, específicamente de la cocaína, en el organismo humano. “Son dos efectos fundamentales, uno es el estimulante y otro es anestésico”, dijo y explicó que entonces, normalmente en las mencionadas “cocinas” de la cocaína, los adulterantes que se incorporan “en general tratan de imitar o emular estas dos acciones fisiológicas que tiene la cocaína, o el efecto estimulante o el efecto anestésico”.
Ello “para que obviamente el consumidor no detecte o le cueste detectar que le están vendiendo cocaína adulterada”.
Así, se agregan sustancias que simulan los efectos estimulantes, como las anfetaminas y las cafeínas, “que por otra parte tienen la particularidad de tener un sabor amargo y mezclado con cocaína, que también es de sabor amargo, pasa bastante desapercibido”.
Y para lograr el adormecimiento a nivel local que provoca la cocaína cuando entra en contacto con las mucosas, “se utilizan polvos de anestésicos locales sintéticos de uso común como son por ejemplo la lidocaína, la tetracaína, la novocaína”.
Siempre “con la finalidad de aumentar el volumen de la sustancia comercializable para obtener mayores ganancias, obviamente”, quienes se dedican a cometer estos delitos, también apelan a sustancias inocuas “como pueden ser tiza, analgésicos como ibuprofeno triturado”. O llegan incluso a utilizar “sustancias totalmente nocivas para el organismo, como por ejemplo vidrio molido, para simular el aspecto cristalino brillante de la cocaína pura”.
“Y entre esas sustancias inherentemente tóxicas, está la fenacetina”, mencionó y explicó que se trata de un derivado opioide “que tiene la importante particularidad de provocar efecto adictivo muy rápidamente y con una potencia muy elevada”. “Entonces lo que se busca con estos morfinosímiles, es justamente fidelizar este consumidor como cliente, provocándole un efecto adictivo muy rápidamente, prácticamente de manera instantánea, a muy corto plazo, que lo obliga a consumir cada vez más”, amplió desde sus conocimientos y estudios sobre el tema.
Además, recordó que los opioides “tienen también como efecto no deseado, el de desarrollar una tolerancia muy marcada y rápida. Esto significa que para lograr el mismo efecto inicial, de la primera vez que consumió, tiene que consumir repetidas veces, cantidades cada vez mayores y más frecuentes”. “La perversidad de este tipo de sustancias son nocivas para el organismo”, sentenció.
La sintomatología y los factores que inciden
El caso que ocupa las primeras planas de los medios nacionales, afectó a más de un centenar de personas, pero de distintas maneras. El consumo de cocaína adulterada causó la muerte a algunas personas, e internación con diversa sintomatología a otras.
Consultado al respecto, Camargo señaló que “allí está el desafío también para el profesional que interviene en este tipo de situaciones”. Primero, “porque si bien los síntomas que uno estudia, son generales y abarcan a la generalidad de las personas afectadas, no se puede obviar que existen dos fenómenos que influyen en la aparición de estos síntomas y signos, y en la intensidad con la que se presentan. Dos factores propios de la persona, uno la tolerancia y otro la idiosincrasia”, se explayó.
Explicó que la primera hace referencia a “una capacidad natural o adquirida por la persona, donde, frente a la exposición repetitiva y continúa a un estímulo externo, como puede ser en este caso la cocaína, o también el alcohol, tabaco, etcétera; va desarrollando una determinada resistencia biológica, de tal manera de que necesita cada vez mayores cantidades de esa sustancia para que la misma provoque un efecto en el organismo”.
“Eso explica porqué algunas personas estarán tremendamente afectadas por este consumo, y a lo mejor otras impresionarían ser un poquito más resistentes. Va a depender de la frecuencia, la intensidad y el periodo de tiempo previo en el cual hayan estado expuestas a las mismas”, señaló.
Y está también el fenómeno de la idiosincrasia, que hace referencia a la variabilidad de la respuesta individual. “Esto explica desde el punto de vista que frente a un estímulo externo por una determinada sustancia, en este caso cocaína mezclada con fentanilo, el 99,9% de los individuos afectadas va a responder en el sentido, y sin embargo, una muy pequeña fracción puede responder de manera totalmente distinta”, dijo.
Formación y capacitación constante
Como especialista y docente en la materia, Camargo aseguró que “desde que inició el consumo de cocaína con fines recreativos, el delito siempre ha ido incorporando distintos tipos de sustancias, bajo el principio de prueba y error”, y remarcó que “hay que partir de la base de que se trata de actividades delictivas, y como tales, lamentablemente la posibilidad de hacer daño queda supeditada a la imaginación del delincuente”.
Por ello, afirmó que desde los ámbitos académicos se debe aportar a la formación permanente. “Desde la cátedra y desde la Universidad, lo que creemos y hacemos, es trabajar en la formación y capacitación permanente, para que nuestros profesionales estén con las mejores y últimas herramientas para hacer frente a este desafío”, aseguró.
“Lo que no hay que hacer es bajar los brazos”, concluyó y en cuanto a la legalización de la droga, consideró que desde el rol docente se debe también alentar el debate y no fijar postura.