Murió Gregorio Perez Companc dueño de Molinos Río de la Plata, Molinos Agro y Pecom, entre otras empresas y uno de los empresarios más emblemáticos del país. Goyo, como se lo conocía en el mundo de los negocios, tenía 89 años.
La noticia se conoció este viernes por la mañana pero aún no fue dada a conocer oficialmente por la familia.
Goyo, casado con María del Carmen Sundblad, fundadora de la cadena de heladerías Munchi’s -apodo con el que se la conoce- tuvieron ocho hijos -Margarita murió en un choque automovilístico- a quienes el empresario les había dejado la dirección del grupo en 2009.
A fines de mayo de este año tres de los hermanos -Luis, Pilar y Rosario- le compraron a otros tres -Jorge, Catalina y Cecilia- las acciones de Molinos, Molinos Agro y Pecom. La reorganización significó que los tres compradores se quedaron con el control de las tres principales compañías del grupo, que el año pasado facturaron u$s 3500 millones.
Goyo, uno de los empresarios más importantes del país
La semilla emprendedora de la familia comenzó con el ingeniero Domingo Companc, que impulsó la construcción del ferrocarril patagónico en Santa Cruz. Invirtió en campos y se dedicó a la cría de ganado, en particular el ovino para la producción y venta de lana en 1919.
Sin embargo, el inicio del grupo Perez Compac se sitúa en 1946, cuando sus nietos Carlos y Jorge Joaquín, hermanos de Goyo, crearon una empresa naviera tras adquirir un par de barcazas. La idea era utilizarlas para enviar lana, pero en las siguientes dos décadas se expandió a otras industrias.
Doce años después, en 1958 fundaron Pecom, dedicada a la perforación y terminación de pozos petrolíferos y gasíferos; en 1968 compraron una participación mayoritaria en el Banco Río de la Plata; un año después crearon Goyaike, un grupo de empresas que se transformó en la plataforma agroganadera de los Perez Companc.
Ya con Gregorio a la cabeza, el holding adquirió SADE, la constructora que se transformaría en uno de sus principales brazos dentro de la industria energética.
En los ’80, asumió la gestión de Conuar, que se reparte con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y se encarga de producir el combustible que utilizan los reactores nucleares. Actualmente Conuar junto con Goyaike son dos de los negocios más longevos dentro de la estructura del Grupo Perez Companc.
Saber cuándo comprar (y vender)
Los ’90 fueron una década de metamorfosis para el holding. Acrecentó rápidamente sus intereses al adquirir parte de compañías privatizadas. En aquella época se hizo con una porción de Transener, Telecom, Edesur, Transportadora de Gas del Sur, Metrogas y hasta compró una participación minoritaria en YPF, empresa a la que hoy Pecom podría comprarle activos a través del Plan Andes.
A su vez, por intermedio de SADE, desarrolló el proyecto Alto Palermo y pasó a controlar el shopping, el Buenos Aires Design y el Hotel Intercontinental. Pero, antes de entrar al nuevo milenio vendió todo, incluso SADE en 1998, para concentrarse en su buque insignia, Pecom.
Sin embargo, el panorama energético cambió y, a mediados de 2002, le traspasó Pecom a Petrobras por más de u$s 1100 millones en lo que marcó un punto de inflexión en la matriz del grupo que se volcó al negocio alimenticio.
Empezó con algunas compras estratégicas, como la bodega mendocina Nieto Senetiner, las lácteas Molfino y Abolio & Rubio (que poco después fusionó) y en 1997 fundó la cadena de heladerías Munchi’s, un proyecto de su esposa, María del Carmen Sundblad, para aprovechar la leche de las vacas Jersey que criaban.
El gran paso lo dio en 1999 cuando desembolsó u$s 400 millones para quedarse con Molinos Río de la Plata, hasta entonces propiedad de Bunge & Born. Esta compañía ya había cimentado su posición en la industria de los alimentos con varias marcas de renombre, entre las que se encontraban la yerba mate Nobleza Gaucha, la harina Blancaflor, las pastas Matarazzo (adquirida en 1978), el rebozador Preferido y Granja del Sol (se la compró a Cargill en 1997).
El portafolio de Molinos continuó creciendo. En 2007 se fusionó con el grupo Química Estrella y vendió varias de sus marcas, como Toddy, Zucoa y algodón Estrella, mientras que a otras las potenció, como fue el caso del arroz Gallo. Amplió su dominio en el mundo de las pastas con Lucchetti, Terrabusi, Canale, Don Felipe y La Salteña.
En tanto, Chile se convirtió en otro de sus focos de atención. Ahí desembarco con la compra de un frigorífico para enviar carne vacuna a Estados Unidos y Europa y, junto a la familia chilena Allende, creó un joint venture con el objetivo de exportar las técnicas de reproducción de ganado que los Perez Companc utilizaban en sus campos. Abrieron Munchi’s en el mercado chileno y lo complementaron con una red de restaurantes bajo el nombre Raíces. Pero estos desafíos solo tuvieron algunos años de vida. Cuando el mercado empezó a flaquear, emprendieron la retirada.
Pasar la antorcha
En 2009, a sus 75 años, le cedió el control accionario del grupo a la segunda generación y repartió su participación en partes iguales entre sus siete hijos. Luis, su segundo hijo varón, tomó la posta como presidente de las empresas del family group. Goyo se refugió en Escobar, donde construyó su nueva sede. Ahí, a su vez, inauguró el bioparque Temaikén y levantó su propio autódromo privado para poder conducir su colección de lujo.
El empresario tenía un particular aprecio por el campo. Por intermedio de Goyaike transformó ese entusiasmo en un negocio que hoy cuenta con 36.000 cabezas de ganado raza Hereford entre Argentina y Uruguay, 1400 vacas en ordeñe, 20.000 ovejas para producción de lana y más de 350.000 cabezas para producción de carne en su frigorífico uruguayo. A esto se le suma un trader de granos, en el país vecino, que movió 198 millones de toneladas de trigo, soja, maíz, sorgo y cebada en 2020.
En más de cuatro décadas, su carrera pasó por varios momentos de cambio. El último de ellos fue en 2015. Ese año el grupo anunció la escisión de Molinos: por un lado, quedaría el negocio alimenticio dedicado a manejar las marcas de consumo masivo; y por el otro, se conformaría Molinos Agro para ocuparse del vertical de industrialización y comercialización de granos. Pero en esos doce meses también se produjo su regreso al mundo energético después de 13 años. Perez Companc compró los activos de Skanska (la misma que le había comprado SADE) y la renombró Pecom Servicios de Energía SA. A diferencia de su antecesora, vendida en 2002, esta no se involucraría como titular de concesiones, sino que se constituyó como proveedora para la industr1ia de Oil & Gas.
Como si intentara recuperar el tiempo perdido, la nueva Pecom se expandió rápidamente para aprovechar el entusiasmo y perspectivas de Vaca Muerta. Erogó US$ 33 millones por la firma de ingeniería especializada en el sector energético Tel3 en agosto de 2018 y tres meses después desembolsó $ 4500 millones para comprar Bolland & Cía, firma de servicios petroleros y comercializadora de bombas mecánicas y productos químicos. Al año siguiente construyó el oleoducto Loma Campana Lago Pellegrini, una obra de 88 kilómetros de extensión y capacidad de transporte de 25.000m3 diarios. Ahora brindan servicios de operación y mantenimiento en Brasil, Bolivia, Uruguay, Perú y Colombia.
El Cronista