La vicepresidenta 1ª de la Cámara de Diputados, Andrea Anastacia Charole, presentó un proyecto de ley ante el recinto parlamentario para regular el uso de teléfonos celulares en los establecimientos educativos de nivel primario y secundario en el ámbito de la provincia.
El proyecto propone establecer un uso excepcional de dispositivos tecnológicos en los procesos de enseñanza y aprendizaje, enfatizando su incorporación como parte de proyectos pedagógicos fundamentados.
Para tal fin, la norma dispone que el uso de teléfonos celulares estará condicionado a criterios mínimos, entre los cuales consta ser parte de un proyecto pedagógico que justifique su utilización, ser comunicado a las familias y contar con su autorización expresa, y contar con autorización correspondiente por parte de las autoridades del establecimiento educativo.
A la vez, dispone que este deberá estar explícitamente incluido en el Diseño Curricular de la Educación Primaria y Secundaria, y que se deberá informar a las familias sobre la planificación de contenidos, duración del proyecto, plazos y horarios específicos en los cuales se utilizarán estos dispositivos.
El proyecto designa como autoridad de aplicación al Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, el cual tendrá a su cargo la elaboración de instrucciones, protocolos específicos, recomendaciones, y toda otra medida que considere pertinente para tal fin.
El uso de la tecnología se expande
En la faz argumental del proyecto, la legisladora advierte que si bien el uso de teléfonos celulares crece día a día entre chicos y adolescentes, a la par, «avanza la necesidad de limitar el uso de los mismos en los establecimientos educativos tanto de nivel primario como secundario», dijo.
Charola observa que el celular «está en todos los aspectos de la vida cotidiana, y es dable señalar que la Argentina es el país de la región donde más temprano se les otorga un teléfono celular a los niños».
La legisladora remarca que en este país a los 7 años, el 46% de los niños «empiezan a pedir un teléfono celular», y el «91% de los padres» cede al pedido.
«Esa fue una de las conclusiones a la que arribó un reciente Congreso de Psiquiatría y Salud Mental desarrollado en Mar del Plata», argumenta, remarcando que el «uso desmedido de la tecnología, conduce a un severo problema y puede llevar a cuadros adictivos».
En ese sentido, la diputada remarca que el acceso al uso de celulares por parte de los niños «se aceleró».
«Estábamos en 9 años y se bajó a 6 o 7», sostiene, subrayando en «la falta de capacitación de parte de los padres sobre las nuevas tecnologías y la necesidad de tomar de conciencia sobre esta problemática y sus consecuencias».
Modernizar la práctica educativa
«Las tecnologías en su conjunto con el acceso de internet permanente y al relativo bajo costo han extendido el acceso a la información y al conocimiento, más allá de las puertas de las escuelas», reflexiona la legisladora, subrayando: «El concepto de lo que significa aprender, en sí mismo es lo que está cambiando».
«Históricamente, los lugares donde los niños y adolescentes aprendían eran la escuela y/o la casa», indica, observando que «hoy con la masificación del uso de dispositivos digitales y la democratización del acceso y de la creación de contenidos, los niños, niñas y adolescentes pueden aprender algo cada vez que usan el celular», asevera.
«Pero, ¿qué aprenden? ¿Quién controla el contenido? ¿Los hacen las familias? ¿Las escuelas ¿El Estado? ¿Las leyes?», interroga Charole.
«Se podría decir entonces que el uso de tecnologías digitales en los procesos de enseñanza ofrece innumerables posibilidades, pero esas transformaciones no siempre conllevan a efectos positivos», argumenta.
Asumir el desafío de combatir la desigualdad
La legisladora advierte que «es primordial abordar los desafíos y seguir estrategias efectivas para aprovechar esos beneficios y repeler los efectos negativos que estos tienen cuando su utilización reemplaza actividades esenciales del mundo real como vincularse y jugar con pares, o conduce a distracciones y falta de atención a una edad temprana en el nivel primario, momento en el que las infancias están en plena etapa de formación de hábitos».
Asimismo, remarca: «En el ámbito de la educación primaria específicamente, el uso de estos dispositivos profundiza condiciones de desigualdad de acceso a los mismos».
«Además, a esta edad, es de suma importancia que el uso y el acceso a determinados contenidos se realicen bajo la supervisión de personas adultas, ya que se expone a niños, niñas a contenidos inconvenientes e incluso a vulneraciones a sus derechos esenciales», enfatiza.
«En este sentido, es menester que se desarrollen políticas públicas para que los niños y niñas del hoy y jóvenes del mañana, adopten hábitos de autorregulación en cuanto a la distribución entre tiempos de estudio y distracción», subraya Charole, remarcando: «Si los dispositivos están al alcance de las alumnas y alumnos, la eficacia del proceso educativo dependerá de su autocontrol.
De hecho, es lo que sucede en los procesos de aprendizaje en línea inclusive con adultos».
ESTIMULAR HABILIDADES
La diputada indica que en la escuela primaria, «además de aprender contenidos curriculares se busca estimular y fomentar el desarrollo de habilidades para los vínculos personales, el contacto con los otros y otras, por medio del estudio, el juego, la conversación, entre otras actividades», dijo, argumentando que «más allá que la presente iniciativa pretende limitar el uso de dispositivos dentro de los establecimientos educativos, siempre y cuando estos no fueran requeridos por docentes con fines pedagógicos, es de relevancia hacer referencia a los grandes problemas que genera el uso sin restricciones de los dispositivos digitales en niños; niñas y adolescentes, que pueden derivar en un déficit en el desarrollo de herramientas básicas para una vida plena en sociedad».
«El veloz avance de las tecnologías digitales y el acceso cada vez más temprano, por parte de niñas y niños, a dispositivos de tecnología digital, están llevando al mundo a discutir acerca de los efectos de este fenómeno y la forma de encauzarlos para obtener los mayores beneficios y reducir al mínimo posible sus potenciales efectos negativos», concluye.