La inflación sin dudas golpea a todos los rubros, y en especial a los pequeños negocios, como los son los quioscos. Desde la Asociación de Quiosqueros Unidos, su titular Rolando Kramer, consultado por Radio Libertad, describió el impacto de la situación económica actual en el sector.
«Es tanto el tiempo que le tenemos que dedicar a esta maldita inflación, me pasó siete horas en la computadora buscando precios, ajustando precios, modificando, viendo, comprando, es muy bravo el tema para este sector, que es particular, donde las compras son día a día, entonces hay que ocuparse mucho», describió en primer lugar.
Para dimensionar la situación ilustró: «Los cambios constantes de precios nos llevan a tener que estar muy atentos, son 25 o 30 proveedores con casi 4 mil artículos, en un kiosco típico mediano, lo que te obliga estar todo el tiempo atento a los precios».
Asimismo, comentó: «Hay un grupo de WhatsApp donde son increíbles las quejas que hay por la vorágine, de la cantidad de trabajo que tenemos que hacer para estar al día, porque cuando tenés que reponer lo que vendiste, el margen que era x, se vuelve menos 10%, menos 15%».
Ni vuelto ni caramelos
Kramer señaló en esta línea cómo se modificaron hábitos de consumo: «La gente también se fija en qué comprar, productos que antes eran a la mano, que nadie preguntaba el precio, ni era tan significativo, se transformó en un producto en el que tenés que tener $500 en el bolsillo, por ejemplo para comer una galleta con membrillo, la típica».
«Un chicle, los caramelos no son más el cambio, dos caramelos duros son $30», explicó y comparó: «Cuando me inicié en la actividad, el caramelo, era un producto con un margen bastante alto, uno ganaba el 200%, pero si ahora querés sacar el mismo margen hay que vender a $20 cada caramelo, lo que nos parece una barbaridad», sostuvo.
Al tiempo que amplió: «La compañía más grande de caramelos está optando por hacer una bolsita con 8 o 10 caramelos, unas promos, para que sea más atractivo», y explicó: «Es una permanente reformulación de promoción, combos, antes que era una cosa más sencilla».
«Entonces tenés otras opciones, como paquetes más chiquitos, lo que nos vuelve loco, porque cambian el código de barras, y tenés que cargarlo de nuevo al sistema, un laburo», dijo.
A esto, el quiosquero añadió: «No hay monedas de $10 o $5, no hay billetes, y es lógico si se tiene en cuenta que el metal, o el papel del billete y la impresión cuesta más , vas a los bancos oficiales y no hay cambio chico, de $10 o $20, o $50, esto nos obliga a redondear con múltiplos de 50 porque, sino es una pelea permanente con los clientes».
Ante esto reconoció que «si no te organizás y trabajás con sistemas como rentabilidad bruta o conceptos básicos de balance, que de hecho ocurre, si uno no está atento, el margen termina siendo escaso».
menos ventas
Con este panorama el referente, aseguró que a pesar de los costos «en el quiosco se vende todo, pero no en la misma magnitud», y seguidamente cuantificó el consumo: «Analizamos las ventas mes por mes, en febrero que nos fue bastante bien en general, el modo de consumo de esta región por el calor, por las distintas actividades que organizó el municipio, se sigue moviendo, pero en febrero, marzo, abril, típicamente bajan las ventas del quiosco porque se tienen que recuperar del gasto de las vacaciones, de la escuela, los útiles y eso hace que la gente consuma un poco menos, se va a notar en marzo, y los meses sucesivos, y después vuelve a repuntar en la medida que no esté todo por el aire».
Al tiempo que consideró: «También es cierto que en época de crisis, la gente consume de a poco, entonces usa el negocio de cercanía para sus compras, cae más las ventas en los supermercados grandes, porque la gente cobra por día y se compra su chocolatito, una latita». En esta línea precisó que en cuanto al nivel de ventas «diciembre, enero y febrero fueron razonables».