Tras haber autorizado el incremento de los precios de los biocombustibles, el Gobierno dio luz verde para una nueva suba de la nafta y el gasoil. La medida fue advertida días atrás por la secretaria de Energía, Flavia Royón, quien anticipó que se podían registrar «movimientos de acá a fin de año» en los precios de los combustibles al argumentar que «estamos en un contexto inflacionario».
El aumento de precios tendrá una menor incidencia en naftas (promediará +5%) que en gasoil (promediará +7%), dado que tanto la brecha negativa entre el costo de importación y el precio en surtidor local como el volumen importado para completar la oferta local son mayores para el gasoil que para las naftas.
En esta oportunidad el ajuste de precios en CABA será de +5,9% en naftas y +7,9% en gasoil, levemente más alto que el ajuste promedio, a fin de reducir las brechas de precios entre CABA y el interior del país, en particular con las provincias del NOA. No obstante, continúan manteniendo una diferencia de precios de cerca de $20 en promedio.
De esta forma en las estaciones de bandera YPF de la provincia, las pizarras marcan el litro de nafta súper a $164; la Infinia, $200,9; el diesel, $182,1; y el Infinia diesel, $242,8.
El ajuste de noviembre
Desde la petrolera de mayoría accionaria estatal aseguraron que continuarán realizando sus «mayores esfuerzos productivos y logísticos para sostener el abastecimiento del mercado nacional en un contexto de sostenidos récords históricos de demanda estacional».
«Luego de este ajuste continuaremos monitoreando la evolución de las variables que inciden en la formación de precios, teniendo siempre en consideración las particularidades del contexto macroeconómico del país y la realidad internacional», explicaron.
El primero de octubre pasado había sido la última suba de YPF, también un 6% promedio, medida que después siguieron las demás petroleras privadas, como Axion, Raízen (Shell), Puma y otras. Se espera que con la suba de noviembre ocurra lo mismo. Hace un mes se modificaron los valores de los impuestos a los Combustibles Líquidos (ICL) y al dióxido de carbono, que se venían postergando desde finales de 2020, y eso activó el último incremento.
Alivio para estacioneros
Si bien el aumento resulta un alivio para los bolsillos de los estacioneros, quienes argumentan que «el atraso en el precio de los combustibles es de un 35%», como recordó Gabriel Bornoroni, presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (Cecha), también repercute en el consumo generando una retracción como sucede con cada incremento de precio.
El sector de los estacioneros viene enfrentando varios años donde los valores de su principal producto de venta pierden frente a la inflación y a la suba constante de los costos operativos. Pero, además, actualmente los empresarios se encuentran en negociaciones con el gremio de empleados para ajustar los haberes del personal.
El retraso de los precios provocó que las estaciones de servicio tengan que vender un mínimo de 283 mil litros mensuales para alcanzar el punto de equilibrio, volumen al que no llega el 48,1% de los establecimientos del país.
Desde el desabastecimiento de comienzos de este año, los precios del gasoil son más altos que los de las naftas, cuando históricamente siempre fue al revés. En su momento, explicaron las empresas, los precios subieron para evitar la falta de combustible.
Fuentes del sector aseguran que el ajuste de precio acumulado de las naftas es de un 52% y el del gasoil del 74%, lo que da un promedio de 62%, mientras que muchas de las otras variables que inciden en la economía local tuvieron alzas mayores.
Desde que asumió el gobierno de Alberto Fernández a octubre, el acumulado de incremento del IPC marcó una suba del 262%, mientras los combustibles subieron un promedio de 161%. En ese período, la devaluación creció un 155% y los impuestos a los combustibles un 119%.